Como se esperaba, el Consejo Nacional Electoral le negó la personería jurídica al movimiento con el que Gustavo Petro peleó la Presidencia. Esto significa que, entre otras cosas, el ahora senador tendrá problemas para hacer oposición. ¿Qué dice la ley?
Como una decisión anunciada, el Consejo Nacional Electoral no le concedió la personería jurídica al movimiento de ciudadanos Colombia Humana, con el que el excandidato Gustavo Petro batalló para llegar a la Presidencia hace algunos meses.
El exalcalde de Bogotá, que ahora es senador de la República por el estatuto de oposición, se quedó sin partido y sin la oportunidad de ser oposición. Una de esas cosas extrañas que suceden en Colombia.
El aleteo de los militantes del movimiento con el que Petro recaudó firmas para ser candidato presidencial llegó y sentenció la partida a una decisión de carácter político y de censura para quien sería el más grande opositor del gobierno de Iván Duque, y al que le sentenció, desde el 17 de junio, oposición certera.
Seis votos contra dos le cerraron la puerta a Petro de armar como partido político el movimiento que lleva alimentando por años, desde que salió de la Alcaldía de Bogotá, y donde enfiló sus fichas hacia la Casa de Nariño.
Y aunque hay opciones de que sea asumido por un partido, Petro tiene el capricho de fortalecer jurídicamente el movimiento al que le ha metido plata y tiempo.
Incluso, sus senadores que renunciarán a su salario, como Gustavo Bolívar, entregarán
lo que ganen en el primer año a Colombia Humana, fortaleciendo su logística y operación.
La idea es crear medios de comunicación alternativos y darle forma a un partido que le permita manifestar los ocho millones de votos que obtuvo Petro, en alcaldías y gobernaciones, en las elecciones locales de 2019, pero eso no pasará, por ahora.
“Soy el único senador que no puede generar a su movimiento personería jurídica, Colombia Humana es el único movimiento que con ocho millones de votos y representación en el Senado no tiene personería jurídica. Soy el segundo en votación a la Presidencia, pero me niegan el derecho a hacer oposición”, señaló el senador en su cuenta de Twitter.
Y tiene razón en ciertas cosas, pero la realidad es que la ley es clara. Una reforma política de 2003 buscó que la cantidad de partidos políticos en contiendas electorales se redujera. De esta manera, se estableció que existía un mínimo de votos para obtener la personería y mantenerla.
Para gozar de personería jurídica se debía obtener una votación válida superior al 2% del total nacional en las elecciones de Cámara y Senado.
Y es en este punto en el que Petro se quedó corto. El ahora senador se presentó por firmas a la Presidencia y logró más del 40% del total de las votaciones, pero el caso de las elecciones al Congreso es bien diferente.
En las elecciones a Senado y Cámara, la Lista de los Decentes obtuvo representación, pero fue una coalición y no el movimiento la que lo acreditó como candidato presidencial.
El magistrado Armando Novoa fue quien presentó el proyecto y quien perdió en virtud del artículo 108 de la Constitución, pero no solo Novoa perdió este round. Petro es el que más pierde.
Lo que pierde Petro
Muchos han calificado como capricho el hecho de que Petro no le dé la oportunidad a Decentes, pero la realidad es que su preocupación viene más porque perdería unos beneficios importantes.
Si Petro se queda sin partido, como en efecto pasará, a menos de que uno de sus recursos jurídicos no peguen en el palo, la realidad es que no podrá ser oposición.
Y no por mero formalismo. La idea de recibir más financiación y el espacio en canales de televisión se evaporan.
Los beneficios de la oposición se cierran en tanto a que no podrá controvertir las alocuciones presidenciales, no podrá solicitar información privilegiada y no podrá presentar sus candidatos a alcaldías y gobernaciones.
Lo que queda en el tintero es que, lo que se consideró como la oportunidad de hacer oposición, siendo el segundo candidato con más votación y polarizado con Duque, no podrá ser ni líder ni vocero, ni siquiera parte de una coalición de oposición al gobierno, que planea destronar en 2022.