La Venezuela de Nicolás Maduro se ha deteriorado tanto, hasta llegar a los niveles actuales de una crisis humanitaria que dejó de ser un referente válido para advertir lo que puede suceder en un país que no cuide su estabilidad económico-financiera.
Venezuela ya no es comparable, pero sí es condenable. A pesar de que el siguiente gobierno ha decidido voltear para otro lugar e ignorar la crisis de millones de personas que mueren de hambre.
Pero con quien sí es posible aprender una lección de lo que no debe hacerse con la economía de un país es con Argentina.
A una economía mal llevada le puede tardar un par de días caer en una crisis de confianza, que después tarde muchos años en recuperarse. Es lo que hoy le ocurre a Argentina, es lo que le sucedió a México en diciembre de 1994.
La devaluación del peso argentino hasta niveles de 40 pesos por dólar, el incremento de las tasas de interés hasta un escandaloso 60% y la pérdida de 5,000 millones de dólares en el valor de las acciones de las empresas argentinas durante una sola jornada bursátil en los mercados de Nueva York. Todo esto es solamente consecuencia de la pérdida de la confianza ante un mal manejo de la economía de ese país.
Lo que ahora estalla es consecuencia de muchos años de muy malos manejos financieros en Argentina.
El déficit fiscal de la economía argentina es de 3.9% con respecto al Producto Interno Bruto (PIB), la cuenta corriente muestra un resultado negativo de 4.8% respecto, también, al tamaño de la economía.
La deuda pública equivale a 57% de su PIB y la producción industrial muestra una contracción de más de 8 por ciento. La tasa de desempleo es de 9% y la inflación anual es de 31 por ciento. Son tan sólo algunos indicadores que muestran el tamaño del desajuste que tiene ese país.
No es el destino de Argentina vivir con crisis recurrentes tan profundas, es producto de la falta de cambios estructurales en un país que se ha resistido a pagar el precio de hacer lo correcto por cuestiones político-electorales.
Es un hecho que el gobierno de Mauricio Macri no lo ha sabido hacer, pero no hay duda de que esto es una desgracia provocada por gobiernos de corte populista como el de Cristina Fernández de Kirchner. En fin, que sean los argentinos los que debatan el reparto interno de culpas.
Lo cierto es que de ese desaseo económico hay que aprender mucho. Más bien, no hay que olvidar lo que sucede cuando se maneja de manera irresponsable la economía. Porque es un hecho que en México lo sabemos.
Hay tantas cosas que reprocharles a los gobiernos recientes de este país, menos una: la estabilidad macroeconómica que se ha logrado.
Los mexicanos más jóvenes, inexpertos en crisis económicas como son, creen que lo mucho que tenemos de estabilidad macroeconómica y hasta lo poco que tenemos de desarrollo económico es inamovible. Que ahí está y nadie lo puede alterar. Falso.
Hace un año, un dólar de Estados Unidos se cambiaba por 18 pesos mexicanos, hoy por 19. El peso argentino estaba hace un año en 17 por dólar, hoy está en 40. Sí es posible que se descompongan rápidamente las cosas si no hay disciplina.
El próximo gobierno mexicano no debería dejar de condenar lasatrocidades del gobierno venezolano y ciertamente debería estudiar y aprender muy bien la experiencia argentina para no repetirla.