FLORANTONIA SINGER, Caracas La profecía de la posible muerte de los periódicos en papel ha alcanzado mucho antes a los diarios venezolanos, pero por otras razones. Desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, el Estado tiene el monopolio de la venta de papel periódico y material para la industria gráfica. En reiteradas ocasiones el sector ha denunciado la entrega discrecional de los materiales, que ha obligado a los medios críticos con el Gobierno a acudir al mercado paralelo. El hostigamiento judicial, el control del papel y el bloqueo de medios digitales aumenta el cerco informativo. Desde 2013 hayan desaparecido 55 periódicos en el país. Este año han dejado de circular 26 diarios y 20 han cerrado definitivamente. Con los cierres de los diarios, decenas de periodistas y trabajadores de los medios han perdido sus empleos.
La semana pasada, Luis Carlos Díaz, locutor del espacio de radio que dirige César Miguel Rondón, uno de los más escuchados en Venezuela desde hace casi tres décadas, mostró una arista silenciosa de la crisis que vive el país. “Hoy fue la primera vez en 29 años que el programa de Rondón no tuvo lectura de prensa impresa porque no llegó ningún periódico a la radio. Es una industria en colapso debido a la censura gubernamental”, escribió en Twitter.
Este año han dejado de circular 26 diarios, 20 de ellos definitivamente. La cifra asciende a 55 si la cuenta se retrotrae a 2013, según el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS). “Mucha de la prensa regional y nacional ha cerrado o ha disminuido circulación, tiradas y números de páginas. Hay zonas del país desprovistas de medios o donde solo llega la televisión abierta, tomada por medios progubernamentales [por lo menos 15 canales de alcance nacional] o la privada, que está muy condicionada. La prensa local era un hábito y está desapareciendo de manera alarmante, en un momento donde justamente hay una necesidad informativa mayor, en sectores donde la gente no puede enterarse de lo que pasa ni tener información de contraste”, señala Marianela Balbi, directora de IPYS.
El Estado de Portuguesa, en el oeste del país, perdió sus tres diarios regionales la última semana de agosto justo después de la puesta en marcha del paquete de medidas económicas del presidente, Nicolás Maduro, que ordenó un aumento de sueldo inviable para muchas empresas. Con los cierres, decenas de periodistas han perdido sus empleos, lo que ha puesto al Colegio Nacional de Periodismo —con más de 21.000 afiliados— en situación de emergencia.
Julio César Rojas, de 37 años, era reportero de El Regional, uno de los diarios cerrados en Portuguesa. “El periódico ya había paralizado sus actividades dos veces este año, una vez por falta de planchas [de impresión] y otra por papel. Muchas veces las planchas no se conseguían y teníamos que imprimir en Carora (en el Estado de Lara). En marzo empezamos a salir en blanco y negro y ya en agosto, con las medidas económicas, el dueño dijo que no podía más y decidió cerrar definitivamente”, explica.
Ninguno de estos medios regionales tiene versión digital, por lo que el vacío informativo es mayor. Otras provincias, como Trujillo, Barinas, Monagas y Sucre también se han quedado sin prensa local. “Esto es un retroceso. Los periódicos siguen teniendo un público
Tras la llegada de Maduro, el Estado tiene el monopolio del papel periódico
y son necesarios no solo para informar, sino que tienen un valor de carácter legal para la publicación de carteles o citaciones judiciales”, agrega Rojas.
Desde la llegada de Maduro al poder, el Estado tiene el monopolio de la venta de papel periódico e insumos para la industria gráfica. En reiteradas ocasiones el sector ha denunciado la entrega discrecional del material, lo que ha obligado a los medios críticos con el Gobierno a acudir al mercado paralelo. La escasez de efectivo, que se ha agravado en los últimos dos años, también ha golpeado la venta de periódicos en quioscos.
En agosto, El Nacional, el único diario de circulación en todo el país crítico con el Ejecutivo, redujo su publicación a cinco días por semana —ni sábados ni lunes— para ahorrar papel. “El empeño por mantenernos fieles a nuestros valores no ha sido fácil. Por fortuna, contamos con la solidaridad de otros diarios del continente que nos concedieron, a través de préstamos generosos, bobinas de papel y otros materiales que han permitido la continuidad del trabajo sin interrupciones. La voluntad de permanencia condujo a importantes sacrificios editoriales como bajar la paginación y suspender temporalmente productos. Ahora exploramos nuevas posibilidades para seguir en el camino y hemos tomado la decisión de reducir a cinco las ediciones semanales”, explicaban en el editorial del 19 de agosto.
A esta situación se suma el hostigamiento judicial. El Nacional —junto a Tal Cual y al portal La Patilla— afrontan una demanda del número dos del chavismo, Diosdado Cabello. “Este es un momento muy preocupante para la libertad de información y de expresión. Tenemos, además, una nueva una nueva notificación a los periodistas del portal Armando.info, que supone una censura previa inaceptable en una sociedad democrática, sobre el caso de las cajas de comida CLAP [Comité Local de Abastecimiento y Producción], en la que se les prohíbe mencionar el nombre de un empresario vinculado al Gobierno. Sobre este caso también hemos sabido que la Comisión Nacional de Telecomunicaciones ha notificado a los proveedores de Internet, trasladando la presión a los proveedores del servicio”, advierte Balbi.
La represión va más allá. La directora del IPYS denuncia bloqueos y ataques a páginas web y coacciones a televisiones por cable para censurar contenidos, como sucedió el mes pasado con el documental Venezuela: la huida de un Estado fallido, del canal alemán Deutsche Welle.
La falta de efectivo ha golpeado la venta de diarios en los quioscos