El avance de la caravana de buscadores de asilo que partió el fin de semana desde Honduras con dirección a EE UU ha exacerbado la frustración de Donald Trump. El presidente recurrió a sus bazas más duras: amenazó con desplegar al Ejército para
“El asalto a nuestro país por su frontera sur es mucho más importante para mí, como presidente, que el comercio o el USMCA”, advirtió Trump, en referencia al recientemente alcanzado acuerdo comercial que sustituye al TLC (NAFTA en sus siglas en inglés), y que aún tienen que firmar Estados Unidos, México y Canadá. En una incendiaria serie de tuits matutinos, el presidente reiteró sus amenazas de cortar la ayuda al desarrollo a los países de América Central que no detienen la caravana cerrar la frontera con México y con torpedear el nuevo acuerdo comercial con su vecino del sur. La crisis desatada por Trump adquiere una dimensión incierta por el momento político que atraviesan ambos países: México, en plena transición entre Gobiernos, y EE UU, en campaña electoral.
y que “parecen no tener apenas control sobre su población”.
México trató de matizar las amenazas de Trump. Marcelo Ebrard, quien se convertirá en canciller mexicano cuando el 1 de diciembre asuma la presidencia Andrés Manuel López Obrador, aseguró que no está sorprendido por el tono del republicano. El futuro titular de Exteriores, que se reunió el miércoles en Tegucigalpa con sus pares de Guatemala, Honduras y El Salvador, dijo que las advertencias se leen dentro
del “proceso electoral de Estados Unidos”.
Lo cierto es que las amenazas han colocado el tema de la inmigración en el meollo del debate político al norte de la frontera, cuando Estados Unidos encara la recta final hacia las elecciones legislativas del 6 de noviembre. El presidente ha pedido a los candidatos republicanos que lleven la inmigración al centro de la campaña de unos comicios en los que el partido lucha por retener una mayoría en el Congreso