Donald Trump retirará de modo unilateral a Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, en vigor desde hace 40 años y que supuso la admisión por parte de la Unión Soviética de que no podría ganar una guerra nuclear en Europa. Con esta medida, que le trasladará el Asesor de Seguridad Nacional norteamericano, John Bolton, a Vladímir Putin en su visita a Moscú –llegó ayer a la capital rusa–, el presidente de EE.UU. quiere marcar distancias con el Kremlin y, sobre todo, volver a posicionar misiles balísticos y de crucero de rango medio para contener el rearme de China en el Pacífico.
«Somos nosotros los que hemos mantenido y hemos respetado el acuerdo, pero Rusia no ha hecho lo mismo», dijo Trump en una breve comparecencia ante los medios el sábado, antes de un mitin en Nevada. «Por eso vamos a finalizar el acuerdo, nos saldremos de él», añadió. En realidad fue su antecesor en el cargo, Barack Obama, quien denunció que Moscú no respeta los términos del tratado, ya que desde 2008 trabaja en el despliegue en Europa de misiles de alcance medio para intimidar a naciones de la extinta URSS que han estrechado lazos con Occidente.
Los entonces presidentes de EE.UU. y la URSS, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, negociaron el acuerdo en 1986 en Reikiavik, durante un encuentro que supuso un golpe mortal para la dinámica de la Guerra Fría y dio paso a la Perestroika y a la desintegración del bloque soviético. El tratado se firmó en Washington en 1987 y entró en vigor un año después. Prohibió la producción, tenencia y pruebas de vuelo de misiles de crucero lanzados desde tierra con una capacidad de alcance de 500 a 5.500 kilómetros. Washington destruyó después 846 misiles. Moscú, 1.846.
La terminación del tratado debe entenderse a la luz de las tensiones actuales entre EE.UU. y China, un país que no es parte firmante de él y que se ha rearmado con misiles nucleares de rango medio en el Pacífico para contener a EE.UU. y sus aliados. El Pentágono prepara ya sus propios medios para a su vez contener a China, y la salida del tratado en vigor con Rusia es una parte crucial en esa estrategia. De momento, el Pentágono está trabajando en el despliegue de misiles no nucleares modelo Tomahawk en bases militares en Japón y Guam.
Primeros síntomas
La primera ocasión en que EE.UU. acusó a Rusia de no cumplir el tratado fue en un informe de 2014, algo que Obama denunció entonces en una carta enviada a Putin. El Pentágono detectó pruebas con misiles de medio alcance en Europa desde 2008, lo que suponía una violación de los términos del acuerdo. Según denunció el Departamento de Defensa en un informe fechado en febrero, «Rusia ha demostrado su determinación de emplear la fuerza para alterar el mapa de Europa e imponer su voluntad sobre sus vecinos, con la amenaza de armas nucleares».
Lo que disuadió a Obama de salirse del acuerdo no ha detenido a Trump: la creciente amenaza de las ansias expansionistas de Rusia en Europa, con la anexión de Crimea y el apoyo al secesionismo en Ucrania y Georgia. La canciller alemana, Angela Merkel, ha presionado a la Casa Blanca contra la terminación formal de un acuerdo que fue crucial para la desnuclearización de Europa. Ayer, el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, le pidió a Trump «que reconsidere su decisión y sopese con cuidado las consecuencias últimas» de retirar a EE.UU. del acuerdo.
En realidad, el Gobierno norteamericano lleva preparando el terreno para la salida del acuerdo desde hace semanas. El secretario [ministro] de Defensa, Jim Mattis, ha acusado a Moscú de haberse colocado en «una situación insostenible» con sus pruebas en Europa. De momento, Bolton, el Asesor de Seguridad Nacional, no ha revelado qué le trasladará a Putin en Moscú, pero un alto funcionario norteamericano emitió ayer un comunicado en el que acusó a Rusia de «producir y posicionar misiles de crucero prohibidos e ignorar las repetidas peticiones de mayor transparencia». La Casa Blanca ya ha anunciado a varios socios europeos de la OTAN su intención de renunciar al acuerdo.
No es esta la primera ocasión en que EE.UU. se retira de un pacto de no proliferación nuclear. En 2002 George W. Bush se retiró el Tratado de Misiles Antibalísticos, firmado por Richard Nixon y Leónidas Breznev en 1972, que limitó los sistemas antibalísticos posicionados para defenderse de misiles con carga nuclear. En marzo de este año, Putin anunció ante el Parlamento ruso el desarrollo de nuevos sistemas de defensa contra misiles que antes de la terminación de aquel acuerdo hubieran estado prohibidos, algo que inquietó profundamente a los socios de la Alianza Atlántica pero que todavía no ha producido resultados reales.