Colombia, el país que más sufre las consecuencias de la deriva de Venezuela, desmintió ayer una información publicada por el diario Folha de S. Paulo que señalaba una supuesta alianza entre el Gobierno de Iván Duque y el presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, para derrocar el régimen chavista. “Nuestro Gobierno mantiene una tradición neutral y no belicista”, recalcó el canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo.
La elección, el pasado domingo, del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente de Brasil añadió en tan solo unas horas inquietud e incertidumbre sobre la respuesta regional a la gravísima crisis que golpea a Venezuela. El Gobierno de Colombia, el país que más sufre las consecuencias de la deriva del régimen de Nicolás Maduro, activó un operativo diplomático para descartar, de forma tajante, la hipótesis de una intervención militar.
“El Gobierno del presidente Duque mantiene una tradición no belicista y busca, a partir de acciones políticas y diplomáticas regionales y multilaterales, contribuir a crear las condiciones para que más temprano que tarde el hermano pueblo de Venezuela pueda vivir nuevamente en democracia y libertad”. El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, compareció ayer para despejar el fantasma de un conflicto en el país vecino. Lo hizo a raíz de unas declaraciones de un alto funcionario, publicadas el lunes por el diario brasileño Folha de São Paulo, que apuntan a una alianza con el
Ejecutivo de Bolsonaro para derrocar a Maduro.
“El Gobierno reitera que rechaza y desmiente dichas versiones, sea quien sea la fuente diplomática de ellas, sobre una supuesta e inexistente sugerencia de Colombia al presidente electo de Brasil”, incidió el ministro de Exteriores, que lanzó una dura advertencia a los representantes del país andino en el mundo. “Ningún miembro del cuerpo diplomático”, dijo, “puede transmitir posiciones que no correspondan a las fijadas por el presidente de la República, que es el jefe de la política exterior de nuestro país”. Holmes Trujillo fue más allá al fijar una prohibición explícita de pronunciarse sobre la estrategia para afrontar la crisis de Venezuela, que comparte con Colombia cerca de 2.200 kilómetros de frontera. “Los funcionarios del servicio exterior están obligados a obtener permiso previo del ministro para hablar con medios de comunicación sobre temas que puedan comprometer al país. Quien viole esta disposición será sujeto a las sanciones correspondientes que pueden incluir el retiro del cargo” zanjó. La Cancillería publicará en los próximos días una circular con los lineamientos que se deben tener en cuenta sobre el manejo de medios, entre ellos las redes sociales.
Las dos almas del Gobierno
El Gobierno de Iván Duque, nacido de una coalición entre el Centro Democrático, la formación fundada por el expresidente Álvaro Uribe, y el Partido Conservador, busca la fórmula para atender el multitudinario éxodo de venezolanos El presidente ha pedido apoyo en Washington y en Bruselas frente a una emergencia migratoria sin precedentes. Alrededor de 2,3 millones de personas ya han huido en busca de oportunidades, según la ONU, y un millón se estableció en Colombia.
Las repercusiones de esa crisis han acabado desnudando también las diferentes almas del Ejecutivo y las más altas instancias del Estado, donde conviven un sector duro vinculado al pasado uribista y una nueva generación, encabezada por el propio mandatario, que trata de proyectar una imagen de moderación ante el mundo. Esa posición no significa que Duque no esté dispuesto a recurrir a toda la dureza de los instrumentos diplomáticos, ya que su objetivo es redoblar la presión internacional contra el régimen chavista. El sucesor de Juan Manuel Santos, que asumió el cargo hace menos de tres meses, ha promovido una demanda contra Maduro ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya. Y lo que ya ha quedado claro es que la solución de la crisis venezolana no será solo un asunto de política exterior, sino una prioridad, quizá la principal, de su mandato.