En vísperas del Día de Acción de Gracias, activistas proinmigrantes y expertos militares aumentaron ayer las presiones para que la Administración Trump deje de desperdiciar recursos federales y devuelva a casa a los miles de soldados desplazados en la frontera sur.
La Administración Trump ayer temprano continuó defendiendo la militarización de la frontera sur, donde ha desplegado desde finales de octubre a unos 5,200 miembros en activo del Ejército para desalentar el ingreso de sendas caravanas de inmigrantes centroamericanos.
Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), el número total de inmigrantes del Triángulo del Norte en la frontera sur podría oscilar entre 8,500 y 10,500, y la presencia militar es clave para resguardar las seguridad fronteriza.
Sin embargo, el portal Politico afirmó en la tarde que el Pentágono comenzará a replegar a las tropas en la frontera tan pronto como esta semana. El teniente general del Ejército, Jeffrey Buchanan, a cargo de la misión desde San Antonio (Texas), dijo que el repliegue será completado para diciembre próximo, pero hasta el cierre de esta edición el Pentágono no emitió una declaración oficial al respecto.
Tanto militares jubilados como activistas de la comunidad inmigrante han tachado el despliegue militar como un derroche de fondos públicos con fines políticos-electorales que encima añaden a las presiones y limitados recursos que afrontan las Fuerzas Armadas.
Durante una conferencia telefónica con periodistas, organizada por America´s Voice, activistas y expertos militares señalaron que la Administración Trump debe replegar a esos soldados para que puedan regresar a sus familias en esta época de fiestas.
“El Ejército ahora mismo no está cumpliendo con sus niveles de reclutamiento. A la economía le está yendo muy bien, y eso está desviando a la gente a un punto extremo… hemos tenido una gran crisis de salud mental entre los militares, y creo que venir a añadir más carga sobre esta estructura del componente activo es extremadamente imprudente”, dijo el teniente general jubilado de las reservas del Ejército, Peter S. Cooke.
“Sé que todo soldado allá afuera está dispuesto a hacer lo que le digan que haga, y obedecer al comandante en jefe, pero debo decir que alguien tiene que hablar por su bienestar”, agregó Cooke.
Por su parte, Ned Price, director de política del grupo National Security Action, señaló que desde finales de octubre y hasta los comicios de mitad de término, Trump emitió al menos 50 mensajes sobre la amenaza de la caravana, y desde entonces guarda total silencio al respecto.
Eso hace pensar que la caravana de inmigrantes nunca fue una amenaza para la seguridad nacional y, por el contrario, el despliegue militar “no fue más que un ardid político” para azuzar a su base, dijo Price, un exasesor de Seguridad bajo la Administración Obama.
“Está quedando en claro que el presidente Trump está enviando tropas a la frontera sin necesidad, para sumar puntos políticos”, enfatizó Price.l