El execonomista jefe de la OCDE y actual profesor titular de la Universidad del Desarrollo sostiene que los grandes perdedores en el mundo del conflicto armado a mediano y largo plazo serán Rusia y Europa. “El efecto conjunto del aumento del precio del petróleo en dólares y la devaluación del peso generará más inflación interna”, afirma el experto en relación a los efectos en Chile.
Apoco más de una semana de iniciado el conflicto, Klaus Schmidt-Hebbel estima que la invasión de Rusia a Ucrania es la guerra más grave ocurrida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. El execonomista jefe de la OCDE estima que la profundidad de sus consecuencias en Chile dependerán de la duración del conflicto, pero anticipa que ya existen altas probabilidades de que la economía chilena entre en recesión en lo que resta de este año.
“Así como políticamente es incomprensible que en el pasado ciertos países hayan invadido a sus vecinos, hoy es absolutamente inaceptable que países totalitarios invadan a sus vecinos democráticos, como Rusia lo está haciendo hoy en Ucrania”, afirma tenazmente el profesor titular de la Universidad del Desarrollo, al tratar de explicar el nuevo escenario geopolítico mundial.
Tras más de una semana desde el comienzo de la invasión de Rusia a Ucrania, ¿cómo analiza el conflicto internacional que se ha generado?
Esta es la guerra más grave e intensa en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, que terminó hace 77 años. Putin es un dictador despiadado, cuyo objetivo es aniquilar la cultura, el pueblo, el idioma, el pasado y el futuro del pueblo ucraniano. Él considera que Ucrania es parte de Rusia. Putin tiene un concepto nacionalista donde todos los estados vasallos deben renunciar a su propio idioma y cultura para hacerse rusos. Putin, igual que Hitler en 1938-39, pone en peligro no solamente la paz europea, sino que la paz mundial. Esto también puede ser un precedente o un incentivo para que China, otra potencia totalitaria, invada Taiwán en el futuro. Hay una enorme amenaza de que Rusia también emplee armas no convencionales, poniendo en peligro la seguridad nuclear de Europa y declarando una ciberguerra a todos sus opositores y a todos los países que se oponen a su invasión genocida. ¿Cómo evalúa el impacto que ha tenido en el mercado esta crisis?
Como toda crisis geopolítica y militar, esta tiene efectos instantáneos en los mercados financieros y, particularmente, sobre la renta variable y la deuda de alto riesgo. Hay mucha volatilidad y con tendencia a la caída en los precios, mientras que suben las primas de riesgo y las materias primas.
Si esta guerra continúa y hay, por tanto, efectos negativos perdurables sobre la actividad y el empleo, serán con mayor intensidad en Rusia -que sufrirá la peor recesión en 25 años-, con cierta intensidad en Europa y un poco menos en Estados Unidos y el resto del mundo. Por lo tanto, espero un menor crecimiento mundial en 2022, en comparación con el escenario base de prospección del FMI, presentado en enero.
Si la actividad mundial se ve más afectada, eso debería impactar en el mediano plazo negativamente, a excepción del precio del petróleo, en todos los precios de las materias primas, particularmente el del cobre. Por lo tanto, esperamos una situación en la cual Chile se ve bien perjudicado en sus términos de intercambio: sube el precio del petróleo que importamos y cae el precio del cobre que exportamos.
En resumen, el impacto económico mundial dependerá muchísimo de la intensidad y duración de la guerra y también, más marginalmente, de las sanciones económicas impuestas a Rusia y la reacción de Putin a estas sanciones. Quiero excluir, de todas formas, un escenario de guerra nuclear, cuyas consecuencias son inestimables.
Perdedores ¿Quiénes son los perdedores de este conflicto?
El gran perdedor es Rusia, al corto y largo plazo, porque esto no es una guerra ganable en términos políticos ni económicos. El resto del mundo también pierde en términos económicos, pero poco, porque Rusia es solo una gran bomba de bencina y gas natural (produce el 8% del consumo mundial de petróleo), pero pesa poco en la economía mundial. Los únicos ganadores son los demás países productores de petróleo y gas, quienes ganarán en precios y volúmenes, reemplazando las exportaciones rusas.
Sabemos que la OPEP siempre ha sido capaz de reemplazar, en el corto plazo incluso, a algún país miembro afectado por una guerra. En ese sentido, yo tampoco espero un efecto de largo plazo sobre el precio del petróleo. Saldrá Rusia y se pondrá Arabia Saudita a suplir el 8% ruso.
¿A este gran perdedor que es Rusia, se le podría agregar Europa como otro gran damnificado al largo plazo?
Europa es el segundo perdedor, pero su merma en ingresos y empleos será solo una fracción de lo que pierde Rusia. No veo que los europeos retomen, bajo la administración de Putin u otro líder similar en Rusia, las importaciones de petróleo y gas ruso. Reemplazarán, posiblemente en forma permanente, el abastecimiento de energía rusa por otras fuentes de abastecimiento, tanto de hidrocarburos como de energías limpias.
El petróleo está subiendo mucho y el cobre también lo está haciendo. Eso es de dulce y agraz para Chile…
Por cada 1% que suba el precio del cobre, podría aumentar en 5% o 7% el precio del petróleo para dejarlos más o menos igual en términos de ingresos reales considerando los ajustes de precios relativos internacionales, lo que se llama el ingreso real ajustado por los cambios en los términos de intercambio.
Otro efecto para Chile es el tipo de cambio. Una crisis internacional y una menor actividad económica mundial tienden a devaluar las monedas de economías emergentes. El peso chileno se devalúa en esta crisis por tres razones: la mayor incertidumbre lleva a una recomposición del portafolio de activos mundiales hacia activos seguros -con salida de capitales desde Chile y mayores primas de riesgo sobre deuda chilena, la caída en términos de intercambio y la menor demanda por exportaciones chilenas debido a la menor actividad mundial.
El efecto conjunto del aumento del precio del petróleo en dólares y la devaluación del peso generará más inflación interna. Pero, nuevamente quiero destacar que la magnitud y extensión temporal de estos efectos estarán sujetas a la duración e intensidad del
conflicto.
Dada esta descripción, ¿ve en Chile la posibilidad de una estanflación?
Ya había riesgos de una breve estanflación sin esta guerra. Estimo en más de un 50% la probabilidad de que tengamos una breve recesión este año, es decir, dos trimestres consecutivos de caída del Imacec trimestral desestacionalizado respecto del trimestre previo. Esto era por razones domésticas: una contracción del consumo privado -sin IFE significativos este año-, una muy baja inversión privada y un fuerte ajuste a la baja del gasto público, después del carnaval de gastos de 2021. Y la inflación sigue muy elevada.
Ahora bien, la probabilidad y la intensidad de este escenario de “estanflación” -recesión con inflación-, aunque breve y transitoria, es obviamente mayor después de la invasión rusa en Ucrania.
¿Cómo impactará toda esta crisis a las decisiones que tenga que tomar el nuevo gobierno?
Lo primero que hay que decir es que si hay presiones de una mayor inflación y, al mismo tiempo, una menor actividad, el Banco Central va a estar en un dilema sobre si acelerar o mantener el ritmo de normalización de la tasa de política monetaria. Ese dilema lo tiene todo Banco Central que enfrenta una estanflación.
El nuevo gobierno va a estar en el dilema de si quiere hacer frente a una eventual recesión, incrementando su gasto, o si quiere iniciar una senda de estabilización fiscal. En mi opinión, debería hacer lo segundo, porque Chile debe volver a la sostenibilidad fiscal, estabilizando en el mediano plazo su relación de deuda a PIB.
El problema es que tanto el Banco Central como el gobierno aplicaron en el 2021 políticas macroeconómicas excesivamente expansivas. Llegaron muy tarde a iniciar una senda de estabilización fiscal y monetaria. Recién ahora la política fiscal, con el presupuesto para 2022, empieza un ajuste fiscal y recién en meses recientes el Banco Central emprende la senda de normalización de la TPM (Tasa de Política Monetaria). Deberían haberlo hecho mucho antes, ya en el primer semestre de 2021. Dado que no lo hicieron, los ajustes de este año deberán ser más rápidos e intensos, con lo cual serán más contractivos.
Pero en estas semanas de enorme incertidumbre mundial, geopolítica y económica, podría entender que la normalización de la tasa de interés se ralentice algo respecto de lo anticipado por el Banco Central y el mercado, esperando que se despeje parte de dicha incertidumbre internacional.
Me gustaría también entregar tres recomendaciones políticas al nuevo gobierno de Gabriel Boric. Primero, hacerse parte de los muchos países que han solicitado a la Corte Internacional de Justicia a investigar y, eventualmente, a perseguir por crímenes de guerra a Putin y a su camarilla responsable de la guerra y la invasión ucraniana. Segundo, sumarse con otros países latinoamericanos a los que han impuesto severas sanciones económicas a Rusia y a sus autoridades. Tercero, si existe un grupo importante de países -incluyendo latinoamericanos- que congelen y luego corten relaciones con Rusia, espero que Chile se sume.