EsteEste miércoles podría producirse el impago de la deuda pública de Rusia. Y es que el Kremlin tiene que efectuar pagos de 100 millones de dólares a inversores extranjeros y a estas horas no está en absoluto claro que vaya a hacerlo. Pero, ¿cómo es posible que un pago de 100 millones de dólares ponga contra las cuerdas a la economía rusa? ¿Tanto se ha deteriorado la situación como para que el Estado ruso devenga insolvente apenas dos semanas después de que se le impusieran las primeras sanciones? En realidad, no se trata de que Rusia no pueda pagar sino de que en realidad no quiere pagar. Como hemos indicado, el pago que debe efectuar mañana es de 100 millones de dólares. No de una determinada cantidad de rublos cuyo valor equivale a 100 millones de dólares, sino de 100 millones de dólares. Se trata de los intereses de una serie de títulos de deuda pública que Rusia emitió en moneda extranjera (en este caso dólares) y que el ministro de Finanzas ruso amenaza con no pagar escudándose en que Occidente ha congelado las reservas extranjeras del banco central de Rusia. En particular, Anton Siluanov ha emitido un comunicado en el que sostiene que Rusia «posee los fondos necesarios para amortizar sus obligaciones», pero que Occidente quiere «provocar un default artificial de Rusia sin ningún tipo de base económica real» a través de las sanciones que recaen sobre sus activos exteriores. Claramente, lo que está señalando Siluanov es que «o me levantáis las sanciones sobre las reservas exteriores o no voy a atender los vencimientos de mi deuda pública». pública». Si sus activos exteriores bajan por las sanciones de EE UU y la UE, sus pasivos exteriores también bajarán mediante su impago. Una opción que se está barajando a esta hora sería descongelar la parte de los activos exteriores de Rusia que ésta necesita para efectuar los pagos de su deuda; otra, transferir esa parte de los activos exteriores congelados a los bonistas. Sea como fuere, hay que señalar que la magnitud del problema está acotado: el conjunto de bonos rusos denominados en moneda extranjera y en manos de inversores foráneos es de apenas 20.000 millones de dólares, de modo que, aun cuando haya impago, probablemente no llegue la sangre al río.