El Día de Acción de Gracias es la celebración por excelencia de la inmigración en Estados Unidos. Es una fiesta eminentemente estadounidense que recuerda la ayuda y la recepción que los nativos de esta tierra dieron a un grupo de personas que llegaron con la esperanza de empezar una vida nueva.
Es irrelevante si el primer agradecimiento conocido en esta tierra fue realizado con anterioridad por los españoles que llegaron a la Florida o si los primeros ingleses que llegaron Jonestown atraídos por las posibilidades se establecieron antes que los puritanos que buscaban libertad en una tierra nueva para vivir la religión a su manera.
Esta es la oportunidad de celebrar compartiendo la mesa con los seres queridos los alimentos que en algún momento pasaron por manos inmigrantes, ya sean los indocumentados o nacionalizados. Esas contribuciones de la inmigración entran en la larga lista de aportes que no están a la vista, pero que gracias a ella tenemos en Estados Unidos una vida mejor.
Hay que ser agradecidos con todos los estados y localidades que creen en los derechos de los refugiados solicitantes de asilo y no los dejan a la deriva. A las organizaciones, activistas y políticos que defienden a las familias que llegan en busca de un futuro de aquellos que manipulan su sufrimiento para sacar rédito electoral.
Hay mucho que apreciar en este año de elecciones legislativas en que se vaticinaba una ola republicana impulsada por un discurso anti inmigrante, especialmente contra los indocumentados. En las urnas se demostró a nivel nacional que el resentimiento hacia los extranjeros tiene las patas cortas como las mentiras que se repiten en su contra.
En este aspecto, la juventud se merece un agradecimiento especial porque su elevada participación en las urnas dio por tierra todas las predicciones. Esta es una nueva fuerza que revitaliza los valores ecológicos y de libertad ante el avance del totalitarismo y la intolerancia política.
Los votantes latinos en general se deben auto congratular por responder en las elecciones claves ya sea Nevada, Arizona y Pensilvania o el distrito escolar local. Ellos desafiaron los pronósticos, demostrando que se puede estar preocupado por la inflación y defender los derechos de la mujer y proteger el medio ambiente. Nuestro reconocimiento a las organizaciones que nos educan para ayudar a que nuestros hijos y nietas tengan un mundo en el que puedan vivir.
La cena del Día de Gracias es un símbolo de la integración y diversidad. En las mesas de inmigrantes hay comensales de todo el mundo alrededor de la mesa. Junto al pavo y los tamales en un hogar latino con una costumbre anglosajona unidos todos por un mismo mantel.•
Martín Sagrera:
Los amos del mundo necesitaban con urgencia un nuevo sistema “encantador” que les permitiera seguir mandando y exprimiendo a sus pueblos, antes convencidos de que su resignación ante ellos sería después muy recompensada o su rebelión ferozmente castigada en un más allá. Porque al no encontrar esos lugares póstumos ni con los telescopios más potentes y haber cada día menos creyentes, se han visto obligados a sustituir el fabuloso Olimpo por Olimpiadas, en las que los sometidos luchan entre sí, si no ya con guerras, ruinosas también para el sistema, con distintos espectáculos deportivos.
Claro que el llegar a excesos como el sacrificar por hacer varios estadios para la Copa Mundial a más de seis mil trabajadores, como acaba de hacer Qatar, junto a otras infames rupturas suyas de los derechos humanos, están sirviendo para abrir los ojos de muchos de sus hasta ahora adoradores fanáticos del fútbol, para poner las cosas en su sitio y arruinar a la mafia de la FIFA y a otros dirigentes corruptos de esta nueva ‘iglesia laica’.