Repsol aprovechó ayer para presentar su informe anual de 2022, en el que explica ampliamente, entre otras cosas, los riesgos geopolíticos a los que se enfrenta el grupo. En Rusia, donde la compañía llegó a tener actividad justo hasta antes de que estallara la guerra contra Ucrania, Repsol explica ahora que “no tiene exposición patrimonial ni comercial significativa en estos países”, tras haber vendido sus activos rusos antes del conflicto. No obstante, el grupo dice estar expuesto a riesgos indirectos derivados del nuevo escenario económico, sobre todo por posibles cambios regulatorios en los mercados energéticos, sanciones a las importaciones rusas, o incluso cambios en las políticas monetarias de los Bancos Centrales subiendo tipos de interés. Lo que sí ha cambiado es la exposición en Venezuela. En los últimos años había ido bajando, pero en 2022 volvió a subir. El riesgo patrimonial en ese país se eleva ahora a 411 millones de euros, frente a los 298 millones en 2021. La mayor exposición ocurre cuando el Gobierno de EEUU ha abierto la mano en sus sanciones a Venezuela, y ha empezado a ser más flexible. Por ejemplo, ha autorizado al gigante de EEUU Chevron a operar en Venezuela.