Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) entre 2005 y 2015, el senador chileno José Miguel Insulza cree que «Venezuela tiene pocas posibilidades de solución. Cada vez menos», añade apesadumbrado. Miembro de la comitiva que acompañó al presidente Sebastián Piñera a Buenos Aires esta semana, analiza los últimos sucesos de Nicaragüa y el volantazo ideológico en los gobiernos de la región.
Las protestas en Nicaragua son, a su juicio, un fenómeno «inesperado», ya que «la oposición es muy débil desde hace mucho tiempo». «Lo más notable –reflexiona– es que este movimiento social no se explica solamente por el asunto (reforma a la baja) de las pensiones que, además ya fue derogada. Más bien se entiende como uno de los méritos del sistema democrático o, mejor dicho, de los deméritos de los sistemas que dejan de ser democráticos y en el momento más inesperado, les llega su hora». La treintena larga de muertos en las revueltas no serán fácil de olvidar. «Espero –insiste– que el señor Ortega saque las conclusiones de lo sucedido». —¿Ve ahora posible la caída de Daniel Ortega? —No lo puedo afirmar, pero ha sido un remezón realmente muy fuerte y una muestra de que, en verdad, en Nicaragua la procesión iba por dentro sin que nadie se diera cuenta. Hasta los países que son tradicionales promotores de la democracia buscaban contemporizar con él, para que no se notara tanto que estaban tolerando un régimen antidemocrático. —¿El fracaso en la región de este tipo de regímenes populistas o de izquierda trasnochada explica el ascenso de gobiernos tradicionales? —El caso de Nicaragua es distinto, porque Daniel Ortega lleva mucho más tiempo en el poder (desde enero de 2007). Además, había conseguido forjar una alianza con sectores empresariales importantes, deshacer completamente a la oposición, cooptar una serie de gente… Nicaragua, con Ortega, era casi, como la receta de los gobiernos autoritarios que se mantienen por años y años sin que nadie lo confronte. —¿A que atribuye el cambio entonces? —Hay un cambio, sin duda, respecto a la década anterior que me tocó vivir como secretario general de la OEA. Los gobiernos son distintos y a veces hasta las prioridades son distintas y las tendencias también. Tiene que ver con el cambio mundial, pero también con tendencias internacionales distintas. —¿Venezuela tiene solución? —Pocas, cada vez menos.