El próximo 13 de septiembre se llevarán a cabo las elecciones primarias para elegir a los legisladores estatales que desde Albany manejarán los destinos de los neoyorquinos por los próximos años. Y aunque Jesús López no puede votar por su estatus migratorio, el joven de 22 años no quiso quedarse de brazos cruzados.
Con un poco de tristeza y frustración por no poder todavía hacer realidad su sueño de convertirse en policía del NYPD por su estatus, el beneficiario de DACA, quien vive en Nueva York desde que se cruzó la frontera por el desierto con su madre, cuando acababa de cumplir 1 año, quiere demostrar que los llamados “soñadores” también tienen poder.
Jesús lleva varios meses golpeando puertas en Jackson Heights y Corona, en Queens, invitando a quienes pueden votar a que ejerzan su derecho en las elecciones legislativas y de paso buscando simpatizantes que se unan a la lucha inmigrante.
“Quería buscar algo nuevo para hacer y me interesé en asuntos políticos, así que vine a esta campaña y me convertí en voluntario, porque sé que necesitamos opciones diferentes, y aunque no puedo votar, tengo claro que yo tengo voz y la estoy usando”, comentó el mexicano, quien es uno de los más de 15 soñadores que trabajan activamente en la campaña de Catalina Cruz a la Asamblea estatal por el Distrito 39. “Es importante que los ‘dreamers’ estemos activos, porque somos los próximos encargados de cambiar esta comunidad, el país y el mundo”.
El “soñador”, originario de Tlaxcala, confiesa que la experiencia de sumarse a asuntos políticos de manera directa, ha sido todo un reto donde ha tenido incluso que sentir el rechazo.
“El primer día fue duro. Lo dudé varias veces antes de tocar la primera puerta, y gracias a Dios no había nadie”, recuerda con una sonrisa inocente el mexicano, quien todos los días sagradamente
Edwin Martínez. cumple su tarea de 9:00 de la mañana hasta las 2:00 de la tarde antes de irse a su trabajo en un restaurante de Manhattan. “La segunda vez nos abrió una señorita que nos puso atención unos minutos y después nos dejó y de ahí he tocado más de 50 puertas con gente interesada; solo cinco personas me han tirado la puerta por la cara. Me han dicho ‘no me jodas’ o ‘estoy ocupado’, pero es parte del oficio”.
Jesús asegura que de llegar a ganar su candidata, en quien se ve reflejado, pues es una líder comunitaria que como él llegó a la Gran Manzana siendo niña y estuvo 13 años indocumentada, sentirá que fue su manera simbólica de sufragar.
“Para mí poder votar es un sueño y aunque sé que no va a pasar mañana ni la próxima semana ni el próximo mes, saber que hay gente a la que yo convencí de salir a votar, será un triunfo”, dice el jovencito, con orgullo.
La ecuatoriana Verónica Piedra, es otra de las “soñadoras” que ve en la labor política una manera de decidir sobre el futuro del estado y el país.
“Yo recibí DACA y desde el año pasado soy residente y aunque todavía no puedo votar me vinculé a esta labor porque creo que es una forma más de sentirme parte de la comunidad en la que crecí desde que tengo 13 años”, comenta la ecuatoriana de 32 años, quien espera a su segundo hijo y quien ha ayudado a construir los planes de acción de la campaña de Cruz. “Lo más importante es que la gente entienda el clima político en el que estamos y poder despertarlos y mostrar que los ciudadanos pueden ser la voz de familiares que no pueden votar. La nuestra es una misión para la que basta con nuestra voz”, agrega la inmigrante.
Mónica Sibri, de 25 años es otra soñadora que ha entendido que su voz es su principal herramienta de cambio y agrega que han logrado movilizar un grupo grande, no solo tocando puertas.
“Hemos tocado en más de 2,000 lugares, pero hay otras personas que hacen trabajo por redes sociales. Es todo un movimiento y lo que nos une a todos desde nuestra candidata, es que todos sabemos lo que es ser indocumentado y queremos que nuestras historias sirvan para crear leyes que beneficien a la comunidad y no que exploten nues-