Ecuador va a endurecer los requisitos de entrada a los venezolanos para detener el aluvión de inmigrantes que llega cada día huyendo de su país. A partir de hoy, los ciudadanos de Venezuela necesitan presentar el pasaporte, a diferencia del resto de sudamericanos a los que no se les exige este documento, difícil de obtener ahora para muchos ciudadanos. Unas 4.000 personas llegan de media cada día a la frontera de Ecuador procedentes de Venezuela.
El Gobierno de Ecuador no permitirá desde hoy la entrada al país de ningún venezolano que no presente el pasaporte, una medida que impone ante el aluvión de llegadas registrado en los últimos meses. El nuevo requisito que ha suscitado gran polémica porque restringe las ventajas que la ley ecuatoriana concedía a todos los nacionales sudamericanos, y que complicará aún más el atropellado éxodo de cuantos huyen de la crisis en el país vecino: unas 4.000 personas al día. El Gobierno de Quito instó también al de Caracas a aliviar el deterioro socioeconómico que empuja a los venezolanos a abandonar el país.
“El Gobierno ecuatoriano, en línea con su lucha frontal contra los delitos como la trata y el tráfico de personas, a partir de este sábado exigirá que todas las personas que entren a Ecuador presenten obligatoriamente su pasaporte. Al mismo tiempo, exhortamos al Gobierno venezolano para que, de una vez, haga todos los esfuerzos políticos y, sobre todo, sociales con el fin de que sus ciudadanos no tengan que pasar por la muy difícil situación de dejar su país”, anunció el ministro de Interior, Mauro Toscanini, tras un encuentro de migrantes venezolanos con el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno.
La medida suscitó rápidamente polémica por entrar en contradicción con la Ley Orgánica de Movilidad Humana, que solamente exige un documento nacional de identidad a los ciudadanos sudamericanos que quieran entrar, circular o salir de Ecuador. Pero también porque acorrala aún más a los venezolanos. La Defensoría del Pueblo ecuatoriana pidió a Interior y a la Cancillería que desistan de aplicar ese requisito y exhortó a cumplir con la ley. El Ejecutivo sustenta la decisión en un informe técnico que ha identificado “casos de trata y explotación en migrantes” que entraron con su cédula.
“Me atrevo a decir que muchos de los que se están apresurando en salir últimamente lo hacen porque tienen el pasaporte a punto de caducar”, comenta Juan Prada, abogado venezolano que ayuda a sus compatriotas desde la asociación Mueve. “En mi país no se tiene lo más básico, ni comida ni medicamentos, pero tampoco se están expidiendo pasaportes ni certificados de antecedentes penales apostillados, que son documentos imprescindibles para solicitar una visa de trabajo”, lamenta. La decisión de Interior, indica, es incomprensible y contradice la intención anunciada del Gobierno de querer prestar
ayuda a la comunidad venezolana. “Con eso, están poniendo un filtro mayúsculo y eso va a ejercer más presión”, afectando a los demás países —como Colombia, Perú, Chile o Argentina— porque la mayor parte del flujo migratorio que llega a Ecuador está solo de paso, añade Prada.
Desde inicios de año unos 547.000 venezolanos han entrado a Ecuador a través de la frontera colombiana, a un promedio diario de entre 2.700 y 3.000 hombres, mujeres y niños, estima el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Tras declararse la emergencia migratoria la pasada
semana, esta agencia señala que “la afluencia está aumentando y, en la primera semana de agosto, ingresaron al país cerca de 30.000 venezolanos (más de 4.000 por día)”. No obstante, solo el 20% del más de medio millón que ingresó este año se instaló en Ecuador en busca de una nueva vida, unas 72.000 personas hasta julio, según las cifras oficiales. De ahí que la semana pasada se declarara la emergencia en tres provincias para atender a los venezolanos con kits de higiene, agua potable, infraestructura sanitaria y, sobre todo, información sobre dónde pernoctar (muchos de ellos pasan la noche en la estación de autobuses de Guayaquil) o cómo evitar caer en engaños o mafias.
“Lamentablemente, siempre hay gente sin escrúpulos que se aprovecha de la desesperación. La falta de recursos hace que muchos venezolanos crucen a pie los países, que duerman en plazas públicas y que otros les ofrezcan trabajos con condiciones de explotación laboral. Son vulnerables a la trata de personas, a la explotación sexual, laboral…”, explica María Clara Martín, representante de Acnur en Ecuador.