El café por el que Jacqueline Gutiérrez pagó un millón y medio de bolívares el martes de la semana pasada había subido a 2,6 millones el viernes (último día del antiguo cono monetario venezolano) y amaneció el lunes, con la nueva denominación del bolívar, ahora llamado soberano, a 35 bolívares (3,5 millones del viernes). «Los precios se han triplicado dos veces en la semana», señalaba la dama en una cafetería del centro de Caracas.
Lo que para Gutiérrez es sorpresa, para Amira Sánchez, un ama de casa de la misma ciudad, es drama: la carne subió de cinco millones el viernes a nueve millones el lunes. Y mientras espera el aumento de sueldo de 3.300 % anunciado por Nicolás Maduro, su disyuntiva son sus tres hijos. «No voy a tener cómo alimentarlos como esto siga así», se desespera.
Ese desánimo ya ha arrojado a la diáspora a 5 millones de venezolanos. Ella misma, y su esposo, están gestionando la visa de responsabilidad democrática que otorga el Gobierno de Chile a los venezolanos que quieren establecerse en el país austral.
Aunque el Gobierno de Maduro ha señalado que no permitirá aumentos de precios, estos se han disparado con el nuevo sistema monetario que complica a los compradores cuando elimina cinco, y no seis, ceros al bolívar, en medio de una hiperinfla-