Washington— Luego de las noticias de última hora sobre el acuerdo comercial entre Estados Unidos y México, el presidente Donald Trump invitó a los reporteros a que pasaran a la Oficina Oval el lunes para enfatizar el momento de una manera muy inusual: permitiéndoles tomar asiento y presenciar una festiva llamada telefónica con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.
Pero cuando apretó el botón en el teléfono, la línea estaba muerta.
“¿Enrique?”, dijo Trump, con las cámaras de televisión transmitiendo. No hubo respuesta. “Lo podrían conectar”, les pidió a los auxiliares. “Ustedes díganme cuándo. Esto es importante. Mucha gente está esperando”, insistió.
La audiencia, incluyendo asesores de alto rango de la Casa Blanca y diplomáticos mexicanos, tuvieron que esperar un largo tiempo –“Holaaa”, el presidente intentó de nuevo. “¿Quieren poner esa llamada en este teléfono, por favor? ¿Holaaa?”– antes que un auxiliar finalmente tomó el auricular y conectó a Peña Nieto.
La incómoda secuencia en tiempo real en la Oficina Oval ofreció otro ejemplo de la inclinación de Trump a descartar el protocolo y conducir su Presidencia como un reality show que se transmite en tiempo real, reclutando a aquellos a su alrededor al servicio de su espectáculo.
Desde reuniones de una hora con el gabinete transmitidas en vivo en televisión por cable hasta eventos de la Casa Blanca y mítines de campaña en los que impulsivamente invita a personas a que suban a hablar al escenario, Trump ha empleado su mentalidad de promotor para seleccionar a aquellos a su alrededor a que jueguen pequeños papeles en su interminable serie sobre sí mismo.
“Pensé que deberíamos congratularnos mutuamente antes de que se supiera”, le dijo Trump a Peña Nieto.
Partes de la conversación eran tan forzadas que llegó a parecer un improvisado momento para tomar fotografías. Un intérprete intentaba traducir el español del líder mexicano, mientras que Peña Nieto le prometía a Trump, quien no bebe, un brindis con tequila.
Ex auxiliares de prensa de los presidentes George W. Bush y Barack Obama no pudieron recordar algo similar durante sus mandatos, y los reporteros se preguntaron en las redes sociales si Peña Nieto sabía que estaba en el altavoz. Un funcionario de alto rango de la administración de Trump, familiarizado con la llamada, dijo que, por el lado mexicano, estuvieron de acuerdo.
Trump “pensó que hablar sobre concretar el acuerdo frente a los reporteros no sólo sería interesante sino importante, también, que el pueblo estadounidense lo viera”, dijo el funcionario, quien habló bajo condición de anonimato para hablar sobre estas deliberaciones internas. “Estuvo coordinado con el Gobierno mexicano. Les advierto que algo como eso no toma tanto tiempo. Si un acuerdo ha sido concretado, uno dice, ‘Señor presidente, ¿por qué no hace una llamada telefónica para la prensa?”
El funcionario enfatizó que la espontánea personalidad de Trump le ha permitido descartar la convencionalidad de sus predecesores y desmitificar un puesto que por mucho tiempo “se ha apegado a un libreto” en el que los presidentes “siguen un guion línea por línea”.
Tal postura le ha ofrecido a Trump algunas ventajas, permitiéndole disfrutar de los elogios no adulterados.
En las reuniones con el gabinete, Trump les permite a los reporteros observar mientras él se mueve alrededor de la mesa pidiéndo a los auxiliares que respondan a una variedad de preguntas sobre economía, la reforma fiscal y la política exterior –instándolos a que elogien su liderazgo empleando una adornada y exagerada prosa.
En los eventos oficiales y mítines de campaña, Trump también ha hecho el hábito de pedir a sus asociados, amigos y partidarios ordinarios a que suban con él al escenario –en ocasiones ofreciéndoles el micrófono para que se dirijan a las estridentes multitudes.