Nicolás Maduro niega que en Venezuela haya una crisis humana. “No hay una crisis humanitaria y Venezuela no le va a mendigar nada al mundo”, afirmó el lunes. Juan Guaidó, el presidente interino reconocido por buena parte de la comunidad internacional, impulsa la entrada al país de ayuda humanitaria para paliar esa crisis que el chavismo niega. La única ayuda que ahora llega a los venezolanos es la que han logrado introducir, por canales informales, organizaciones no gubernamentales en medio de un severo desabastecimiento.
María Teresa Díaz, de 78 años, recibió el lunes los fármacos que necesita su hija, con una patología psiquiátrica y neurológica, en la sede de Acción Solidaria en Caracas. Va con su bastón y se quiebra en llanto al hablar. “Nos estamos muriendo de todo. Toda la ayuda que pueda entrar debe entrar”. A su edad, Díaz mantiene a su hija con discapacidad con su estrecha pensión de vejez. Vive en el barrio El Cerrito de Petare. Ha padecido las crisis de su hija cuando no toma la medicación. “Se descompensa y no puedo dejarla sola”, comenta angustiada, y explica cómo una vez tiró todos los muebles de la casa y que también ha intentado suicidarse. Ante ese cuadro, ella ha abandonado su propio problema de tiroides y de rodilla.
Con la ayuda que le dan en Acción Solidaria solo puede ocuparse de su tensión arterial.
Díaz forma parte del flujo de personas que a diario recibe esta ONG, que trae desde hace dos años y medio medicamentos para intentar paliar la emergencia que vive Venezuela. Son 2.000 personas las que atienden cada mes en sus oficinas y 12.000 a las que llegan a través de una red de organizaciones y 48 médicos de hospitales públicos, que, en este tiempo, han distribuido más de cuatro millones de pastillas o prescrito 164.706 tratamientos. “Ha habido dos caminos. De ONG a ONG nos empezamos a organizar como una plataforma de ayuda. Buscamos la manera de que todas las donaciones que se captan afuera puedan llegar por transportes puerta a puerta [servicios de mensajería] y ha habido apertura para que eso pase. El Gobierno tiene que saber que está entrando ayuda así, creo que hay consciencia de permitirlo y así debe seguir. Esto está salvando vidas, sin exagerar, y mitigando daños. Después tenemos una red de especialistas que entra en los hospitales, por medios no oficiales, con medicinas en sus mochilas y las distribuyen entre los pacientes. No diría que es una red clandestina, pero sí tienen que entrar callados”, explica Feliciano Reyna, presidente de Acción Solidaria.
La reiterada negativa a aceptar la ayuda humanitaria por parte
del régimen de Nicolás Maduro ha redundado en que donaciones directas, como la que en noviembre hizo Médicos Sin Fronteras al Hospital Universitario de Caracas, sean rechazadas. También, en que se haya desatado una persecución a los médicos y personal de salud que logran donaciones, hasta el punto de llevarse detenidos a algunos. En algunas ocasiones, policías entran a los hospitales a revisar taquillas y bolsos para verificar que no se esconden medicamentos. El argumento que utilizan es el de evitar el robo de esos bienes, pero en realidad casi ninguna institución recibe dotaciones regulares del Gobierno.
La doctora Ismariel Estin ha establecido su cadena de favores en el hospital en el que trabaja, en el oeste de Caracas. Es parte del
“Ahora o comemos o compramos los medicamentos”, dice una paciente
equipo que distribuye las donaciones de Acción Solidaria. “Mi zona está lejos de la de la dirección del hospital y no me ven. Los vigilantes, cuando me ven con las cajas, sonríen y me dejan pasar. Saben que cuando ellos necesiten algo, una los ayuda. No estoy haciendo nada malo. Los familiares de los pacientes también son solidarios, cuando uno fallece, devuelven lo que ha sobrado”, dice la médica. Lo que Estin introduce en el hospital son analgésicos para el servicio de Medicina Paliativa que dirige y que, desde hace cuatro años, no dota el Ministerio de Salud. Son pastillas que ayudan a muchos a vivir o a morir sin dolor.
Las donaciones internacionales que recibe Acción Solidaria parten de una lista de necesidades que han construido en este tiempo, tan amplia como las dimensiones de la crisis: anticonvulsivos, medicamentos para la diabetes y la esclerosis, antidepresivos, antibióticos, analgésicos, pañales, catéteres.
Puerta franca
El control del chavismo sobre la producción y las divisas no solo ha generado escasez de medicinas. Muchos no pueden pagar lo que sí hay en un país muy empobrecido y en hiperinflación. Evelyn Ruiz, de 54 años, obtuvo gracias a Acción Solidaria píldoras para la hipertensión y la depresión. Su madre, María Cubillán, de 80 años, también encontró su tratamiento para la diabetes. “Antes podíamos pagar las pastillas, ahora no. O comemos o compramos medicinas”, dice Ruiz.
El presidente de Acción Solidaria, Feliciano Reyna, reconoce que el aporte que hacen se queda corto, por lo que la ayuda humanitaria para Venezuela requiere de una puerta franca. Las donaciones no alcanzan para más de 300.000 pacientes con patologías crónicas y hay zonas a las que no llegan por las dificultades de acceso o porque están tomadas por bandas, como pasa en la zona costera del Estado Miranda. “Mientras nosotros decimos que esta es una emergencia humanitaria, pues así está definido por la ONU, las agencias internacionales han comenzado a entrar con algunos fondos pero dicen que son para el desarrollo, porque el Gobierno niega la crisis. Esto ya no admite eufemismos ni burocracia. Es necesario admitir formalmente la emergencia humanitaria para que la ONU implemente el mecanismo humanitario del país y se designe un coordinador humanitario que garantice el flujo de ayuda que se necesita”, explica Reyna.
La Asamblea Nacional ha trabajado con una lista de prioridades realizada por varias ONG y Guaidó ha aclarado que el cargamento que planean mover esta semana a través de la frontera con Colombia alcanzaría para dotar cinco hospitales por un mes.
Una doctora de cuidados paliativos introduce píldoras en su hospital