Pablo Iglesias cambió ayer su tradicional apoyo al régimen venezolano por una crítica directa a una situación que calificó de “nefasta”.
Pablo Iglesias, vicepresidente informal del Gobierno los miércoles y jinete de contradicciones los jueves, abjuró ayer de Venezuela en sede parlamentaria y para que conste en acta: “La situación política y económica de Venezuela es nefasta”, su antiguo apoyo y encomio del Gobierno venezolano “no se corresponde con lo que pienso ahora. He podido decir cosas y opiniones políticas que ahora no comparto. Creo que rectificar en política está bien”.
Iglesias comparecía en el Senado ante la comisión de investigación sobre la financiación de los partidos promovida por el PP, (y que no secundan el resto de grupos), y respondía al senador Luis Aznar, que, aunque no hizo un interrogatorio profundo sobre las finanzas de Podemos, sí sorprendió a Iglesias con el soporte audiovisual: una pequeña colección de programas televisivos en los que el líder de Podemos expresaba sus simpatías chavistas. Y este respondió con un repudio de sí mismo.
No era, no obstante, un secreto el giro de Podemos respecto al Gobierno de Nicolás Maduro. Tanto Iglesias como el diputado Pablo Bustinduy hace meses ya que cada vez que mencionan Venezuela se ponen del lado del mediador internacional, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, y suscriben la postura apaciguadora del Vaticano, criticando con dureza a la oposición venezolana pero evitando apoyar los actos de Maduro. Justo ese desapego chavista hizo que en Podemos causara sorpresa la reacción de su candidato a la Comunidad de Madrid, Íñigo Errejón, cuando en una entrevista reciente defendió que en Venezuela “se come tres veces al día”, comentario que el propio Errejón rectificó días después.
En cuanto al propósito de la comisión, por más que el PP insiste en que está a punto de probar que potencias extranjeras –la palabra potencia también es política– financiaron a Podemos, la cosa no pasó de volver sobre los pagos del Gobierno venezolano al Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) y de poner en cuestión si el micromecenazgo con el que se fundó Podemos es regular. Iglesias, una y otra vez, reiteró el archivo de las causas abiertas por esas acusaciones y dejó un malévolo dardo al presidente de la Sala Segunda del Supremo: “Ni Marchena, uno de los suyos, ha visto financiación ilegal en Podemos”.
La parte más dura de la comparecencia fue cuando Iglesias releyó las conclusiones de la comisión de la operación Catalunya, que culpa al Ministerio del Interior de Jorge Fernández Díaz de fabricar pruebas falsas contra rivales políticos.
Como en toda obra larga, cuatro horas, hubo pasajes ligeros, y el de ayer fue un duelo recitativo entre el compareciente y el comisionado. Iglesias se arrancó así: “Aquí mismo, este puñal / nos dará muerte a los dos. / Primero lo hundiré en ti, / y te daré muerte, sí, / ¡lo juro por Belcebú! / Y luego tú misma, tú, / hundes el acero en mí”. Luis Aznar no eludió tan sedoso guante y repuso: “Una y otra vez pasé, / pero nada conseguí. / A la cuarta me planté / volví la carta y perdí”. Versos todos ellos de, La venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca. Que no todo en sus señorías va a ser escupir golpismos y proferir fascismos.