Las sanciones de la Unión Europea y de EEUU contra Rusia están ya generando daños en la economía del país. El rublo ha perdido, desde antes de la invasión de Ucrania, cerca del 30% de su valor y la bolsa rusa no ha abierto desde el pasado viernes después de haberse desplomado un 45% durante la semana pasada.
Ahora bien, por duras que puedan ser estas medidas estatales, no deberíamos perder de vista que simultáneamente se están aplicando unas igualmente duras sanciones privadas desde el ámbito corporativo: son muchísimas las empresas que durante los últimos días han anunciado que piensan dejar de relacionarse comercialmente con Rusia, ya sea desinvirtiendo en el país o dejando de exportar a él. Algunos ejemplos sonados. Adidas dejará de patrocinar equipos de fútbol rusos. Aercap Holdings, la mayor empresa de arrendamiento de aeronaves del mundo, dejará de alquilar sus aviones a las aerolíneas rusas. AMD dejará de vender sus chips a empresas rusas. Apple dejará de comercializar sus dispositivos en Rusia. BWM, General Motors, Volvo y Mazda también cesarán la venta de sus vehículos en el país. Centrica, la mayor gasista de Reino Unido, dejará de adquirir el gas ruso. Dell no venderá más portátiles en Rusia. DHL, Fedex y UPS dejarán de distribuir paquetes en sus ciudades. Disney y Warner Bros no estrenarán más películas a su público local. ExxonMobil saldrá del país perdiendo 4.000 millones de dólares. BP venderá su participación en Rosneft aun perdiendo más de 20.000 millones de dólares. Maersk y Ocean Network Express dejarán de trasladar mercancías, a través de contenedores marítimos, desde Rusia y hacia Rusia, etc.
Estamos, pues, ante una acelerada desbandada de las inversiones occidentales en el país. La lógica detrás de la operación es evidente: si te comportas como un matón que va invadiendo países, dejaremos de cooperar contigo. Sin embargo, no es una operación que vaya exenta de riesgos: por un lado, el comercio civiliza porque genera interdependencias; si aislamos a Rusia del mundo, la empobreceremos pero también reduciremos sus costes futuros de atacarnos (« no tendrán nada que perder »); por otro, cabe la posibilidad de que Occidente se vaya del país pero China ocupe su lugar, en cuyo caso Rusia devendría una colonia china y geopolíticamente constituirían un peligroso bloque en el futuro.