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- 26 Oct 2023
- Humberto Caspa INVESTIGADOR DE ECONOMICS ON THE MOVE
El intervencionismo político, el cual caracterizó a la política norteamericana durante las dictaduras militares de las décadas de 1960 y 1970, es un elemento que se ha mantenido recostado, prácticamente durmiendo, pero nunca ha dejado de existir.
Los miles de venezolanos que partieron desde un punto geográfico de este país o de algún otro de América del Sur, se han apostado a las orillas de la frontera México-Estados Unidos, despertando la política intervencionista de Estados Unidos.
El actual gobierno de Joe Biden heredó una política hacia Venezuela fincada en la coerción y el respaldo diplomático de gobiernos latinoamericanos que repudiaron al régimen dictatorial de Maduro. En vez de debilitarla, esta política ha endurecido al gobierno venezolano en su propósito de reprimir a las fuerzas políticas opositoras.
Como resultado, Maduro logró reprimir a las fuerzas opositoras en forma sistemática. Sus políticas gestaron un proceso de migración histórica que produjo la virtual bancarrota de la economía de su país. 1.8 millones de migrantes venezolanos lograron establecerse en Colombia; Perú albergó cerca de 1 millón, Chile mas de 500,000 y otros tantos se fueron a Bolivia y la Argentina. on el afán de cambiar la conducta de Maduro a través de métodos menos virulentos, el gobierno de Biden optó por la persuasión. Se debilitaron las sanciones, permitiendo que la compañía petrolera de Chevron realizara contratos con actual gobierno venezolano. Empero, Maduro no cedió un “centímetro”.
CAdemás, el gobierno de Maduro descalificó a la actual líder política de centro-derecha, María Corina Machado, participar en las elecciones del 2024. Al no existir una figura política reconocida, las elecciones presidenciales aparecen como un proceso simbólico que no hace más que legitimar el descalabro de Maduro y posicionarlo dentro del gobierno por otros cinco años. nte esta situación, el gobierno de Biden tiene dos caminos. El primero es no hacer nada y permitir que el gobierno de Maduro consolide su dominación por otro periodo presidencial, el cual podría generar otro fenómeno migratorio que podría ser determinante a la hora de votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2024.
La segunda vía es ejercer presión para que las elecciones sean transparentes, mismas que conducirían a la victoria de la coalición opositora. Como Maduro no va a dejar el poder en forma voluntaria, Estados Unidos no tendrá otra alternativa que intervenir políticamente sobre su gobierno. No es la política más adecuada, pero sabiendo la testarudez de Maduro y el problema que crearía otro proceso migratorio, una política de coerción puede ser la más adecuada en Venezuela.l
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