Yeison, un joven venezolano de 21 años, recorre desde hace dos meses las calles al norte de Bogotá con su esposa embarazada y su hijo de dos años; cambian eucalipto por arroz, aceite, pan o el dinero que les quieran dar. “Es para el paga diario ($17.000), si no reunimos la plata, no tenemos dónde pasar la noche”, explica.
Cuenta que él sí quiere regresar a su país porque está pasando hambre, pero le da miedo. “Mis amigos que se fueron de acá me dicen que más bien no vaya; a ellos el gobierno los encerró con 300 personas en Táchira y no les dieron comida ni nada; estuvieron más de dos semanas y luego los montaron en otro bus y los llevaron a Caracas en donde los volvieron a encerrar en un sitio peor”, cuenta.
Su esposa asegura que en esos refugios, muy diferente a lo que anuncia Nicolás Maduro con su plan “Vuelta a casa”, sufren abusos y maltratos por parte de la Guardia Bolivariana.
Marta, de 51 años, prima de Yeison, viajó a finales de abril con un grupo de venezolanos. “Nosotros pasamos la frontera fácil porque todavía no había tantas restricciones; pero eran miles de personas que llegaban en buses o caminando desde Ecuador, Perú y Chile y por eso no nos dejaron mucho tiempo en el albergue; nos tomaron la temperatura y como ese sitio estaba lleno, sin baños, agua, comida ni luz, a los cinco días nos sacaron; no hubo control de coronavirus ni de nada”.
En Venezuela, según cifras oficiales, han muerto 23 personas por COVID-19 y se registran poco más de 2.738 contagios, de los cuales 2.000, según Nicolás Maduro, son “importados de Colombia”. El mandatario se empeña en señalar a sus compatriotas retornados como los culpables del crecimiento de la curva. El vicegobernador de Zulia, Lisandro Cabello, dijo que los migrantes eran unas “bombas biológicas” enviados por el Gobierno colombiano para infectar a Venezuela.
En este momento, Zulia es el estado más golpeado “por el coronavirus de Colombia”, insiste Maduro. “Ha sido brutal, nos ha matado ya a varios compatriotas”, agregó. Y les pidió a los ciudadanos “denunciar a todas las personas que regresen al país a través de fronteras no controladas”, despertando un brote de xenofobia y estigmatización entre venezolanos.
Pero Maduro parece tener un doble rasero con los migrantes: denuncian periodistas venezolanos que por el aeropuerto de Maiquetía han llegado vuelos cargados con venezolanos varados en otros países, a quienes simplemente se les toma la temperatura; a los caminantes que tratan de cruzar las fronteras terrestres se les hace cuarentena obligatoria (de apenas cinco días) y son amenazados con ir a prisión si resultan contagiados. Con una amenaza aún peor: Ómar Prieto, gobernador chavista de Zulia, aseguró en cadena nacional que la “cepa que llegó de Colombia es la más peligrosa del coronavirus, porque mata más rápido que en el resto del país”. Todo para justificar la incapacidad del gobierno para manejar la crisis, denuncia el embajador de Juan Guaidó en Colombia, Tomás Guanipa.
Desde que la pandemia llegó a Colombia y el Gobierno decretó el cierre de fronteras, cerca de 74.000 venezolanos han regresado a bordo de 945 buses, de acuerdo con datos de Migración Colombia. “Están subiendo a los venezolanos en buses contaminados (…) vean la maldad de Colombia, los están infectando a propósito y por eso declaré la emergencia sanitaria en los pasos fronterizos”, acusó Maduro.
El gobierno venezolano tiene tantos problemas (escasez de gasolina, agua, racionamiento de servicios públicos, violencia, crisis hospitalaria, inflación y tensión política) y ahora la pandemia, que hay que politizarla, explican analistas. “El régimen de Maduro está instrumentalizando la situación de manera inescrupulosa e irresponsable. Culpar a los venezolanos migrantes porque no puede dar una respuesta al problema ha sido una estrategia frecuente del chavismo, que suele señalar factores externos de sus incapacidades”, explica Ronal Rodríguez, coordinador del Observatorio de Venezuela de la U. del Rosario.
Colombia: pierde- pierde
Desde hace unos días, los migrantes que hacen largos recorridos desde Chile, Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú se encuentran represados en el Puente Internacional Simón Bolívar, en Ureña, Táchira y otros pasos fronterizos desde que Maduro decidió limitar los cruces. Hoy por los corredores humanitarios de Arauca, el Puente Simón Bolívar y La Guajira solo pasan 1.200 personas a la semana, de un total de 15.000 que están a la espera de retornar. El presidente colombiano, Iván Duque, alertó a la ONU y a la OIM de las trabas de Venezuela a sus retornados, razón por la cual se limitó la salida de buses hacia las zonas de frontera. El director de Migración Colombia, Juan Francisco Espinosa, informóque en marzo salieron 30.000 migrantes venezolanos; en abril, 16.000; mayo, 23.000 y en junio, 4.600.
“El temor es que el pico de la pandemia va a llegar primero a Venezuela, y entonces puede presentarse el fenómeno a la inversa: miles de migrantes que quieran devolverse a Colombia y connacionales que pidan que los saquen de allá. ¿Qué hacer en esa situación?”, se pregunta el experto de la U. del Rosario.
En Venezuela vive la comunidad más grande de colombianos en el extranjero; en la crisis actual, explica la Cancillería, algunos connacionales han retornado por tierra. “En Venezuela tenemos asesores jurídicos y sociales que reportan a Bogotá y a los puntos fronterizos en Maicao, Cúcuta, Inírida y Arauca”, explica el Ministerio. ¿Vuelos humanitarios? “Para eso hay que esperar que se reactiven los vuelos con el vecino país (una decisión del régimen)”, responden desde la Cancillería colombiana.
›› Si hay colombianos varados en Venezuela que quieran regresar al país, deberán hacerlo por las fronteras terrestres.