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De jefe del Sebin a conspirador para derrocar al líder chavista: la historia de Christopher Figuera

El exdirector de la policía secreta llegó a EE. UU. luego de participar en el fallido intento de golpe; tiene un arma en la mano: los secretos de Maduro

  • LA NACION
  • 26 Jun 2019
  • Anthony Faiola THE WASHINGTON POST

BOGOTÁ.– En un palacio que según algunos está ocupado por conspiradores, oportunistas y malhechores, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, podía al menos contar con la lealtad de un hombre: el general Manuel Ricardo Christopher Figuera.

El musculoso hombre, de 55 años, cargaba el sello rojo de los verdaderos creyentes de la revolución, cultivado durante una década como jefe de seguridad de Hugo Chávez. Estudió el arte de la inteligencia con los maestros de la Cuba comunista. Llegó al clímax de su poder en octubre, con su nombramiento como cabeza de la policía de inteligencia de Maduro: la temida Sebin.

Y mientras Juan Guaidó anunció su levantamiento para sacar a Maduro el 30 de abril, Figuera surgió como un conspirador sorpresa y, mientras el levantamiento fallaba, como un hombre que repentinamente corría por su vida a las manos de operadores de Estados Unidos en la vecina Colombia.

Después de dos meses escondido en la capital colombiana, protegido a toda hora por efectivos de seguridad, Figuera llegó a Estados Unidos anteayer con un tesoro: secretos de Maduro. Los negocios ilegales de oro. Las células de Hezbollah que operan en Venezuela. El nivel de la influencia cubana dentro del palacio presidencial. El levantamiento falló y Maduro sigue en el poder, pero Figuera no se arrepiente. “Estoy orgulloso de lo que hice”, dijo la semana pasada desde el cuarto de un hotel en el centro de Bogotá. Esta es la historia de cómo la oposición dio vuelta a un hombre que se creía era imposible de voltear.

En la templada noche caraqueña del 28 de marzo, los conspiradores en contra de Maduro se lanzaron a su apuesta más riesgosa. César Omaña, un médico, entró a la torre de oficinas del Sebin con la misión de reclutar a su jefe. Omaña, basado en Miami, estaba viviendo en medio de dos mundos. Era amigo cercano de una de las hijas de Chávez y otros oficiales de alto rango leales a Maduro, así como miembros claves de la oposición. Desde noviembre había estado en contacto con oficiales estadounidenses. Estaba nervioso de enfrentarse a Figuera. “Era el tercer hombre más poderoso del país”, dijo, sentado junto al general en Bogotá. “Podría haberme arrestado y ya”. Omaña y Figuera comenzaron a hablar como en un juego de gato y ratón, cada uno intentando descubrir qué sabía y quería el otro. Omaña le comenzó a hablar del plan opositor que aún estaba en construcción. “Hablamos de Mandela. Y eventualmente hablamos de un plan inicial, una ley de reconciliación. Convencer a Maduro de irse”.

“Yo le dije que estaba listo para ver salir a Maduro”, dijo Figuera.

“Y yo dije: ‘ Sí, estás viendo el tablero de juego, pero no estás jugando’”, dijo Omaña. “Y eso como que rompió el hielo…”. “Y ahí comenzó la conspiración”.

Para ese momento, otro grupo de conspiradores ya había de hecho florecido. En febrero, miembros de un grupo de empresarios venezolanos abordaron a los americanos con un plan. La clave: voltear a miembros leales del gobierno de Maduro, incluyendo el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno.

Moreno se quedaría como jefe de Justicia en un gobierno transicional. Pero personas involucradas en las conversaciones dicen que Moreno también estaba pidiendo decenas de millones de dólares para “asegurar” votos en la Corte y crear su propia red de seguridad. Figuera dijo que interceptó conversaciones de WhatsApp que indicaban que el total de efectivo que pedía Moreno llegaba a los 100 millones de dólares.

Después de su reunión con Omaña, Figuera sintió un rayo de esperanza. Había trabajado por años en inteligencia militar. Pero su nuevo trabajo como jefe del Sebin, dijo, había abierto sus ojos al alcance de la podredumbre dentro del gobierno.

“Nunca vi la situación del país y la corrupción del gobierno tan de cerca como la vi en mis últimos seis meses”, dijo. “Entendí que Maduro es la cabeza de una empresa criminal. Su propia familia está involucrada”.

Figuera dijo que obtuvo inteligencia que indicaba que el ELN y Hezbollah estaban operando en Venezuela bajo el brazo protector del gobierno. Pero las operaciones internas del gobierno disfuncional dividido entre oficiales en guerra eran lo que le causaba la mayor desesperación.

Maduro confiaba su seguridad personal en 15 a 20 cubanos. Algunos eran militares, según Figuera. Pero tres cubanos, “los psicólogos”, eran asesores especiales que analizaban los discursos de Maduro y su impacto en el público.

Figuera se reunía con Maduro varias veces a la semana, con el gabinete. Pero cuando solicitó una reunión privada, entendió que tenía que pasar por “Aldo”, un cubano. “Y yo dije, ‘ ¿ ya va, cómo?’. ¿ Yo soy su jefe de inteligencia y tengo que pasar por un cubano para poderme reunir con él?”.

Apagones paralizaron el territorio en marzo. Figuera y otros oficiales estaban en una reunión con Maduro cuando Raúl Castro llamó. Maduro agarró el teléfono y se fue a una esquina del cuarto para hablar con el expresidente.

Cuando terminó la llamada, dijo Figuera, Maduro parecía aliviado. Castro había prometido enviar un equipo de técnicos cubanos.

En abril, Figuera envió un mensaje a Maduro en un maletín. Solo Maduro y él sabían la clave. En la carta describió la situación del país como deplorable y le sugirió que llamara a elecciones. Maduro le envió un mensaje de texto. “Me llamó cobarde. Derrotista”, Figuera dijo. “Ese fue el punto de quiebre, tenía que actuar”.

En los días posteriores a la visita de Omaña, Figuera comenzó a reunirse con el principal aliado de Omaña en la oposición, Leopoldo López. Obtener acceso no fue un problema; como jefe del Sebin, Figuera era su carcelero.

Figuera supo del plan de levantamiento del 1 º de mayo. Moreno sacaría una sentencia para reconocer los poderes de la Asamblea Nacional. Padrino, ministro de Defensa, apoyaría la sentencia y forzaría a Maduro a salir.

Pero se acercaba el 1 º de mayo y Figuera comenzó a preocuparse. En una reunión del 23 de abril en la mansión de Moreno, el jefe de Justicia parecía dubitativo. Sorprendió a Figuera y a Omaña sugiriendo que él, en vez de Guaidó, debía ser presidente. El 27 de abril, Figuera se encontró con Moreno y Padrino en la casa de Padrino.

“Fue una conversación corta”, dijo Figuera. “Ellos se miraban el uno al otro. Estaban nerviosos”. Llamó a Padrino al día siguiente para asegurarse a sí mismo que el jefe de Defensa seguía dispuesto. Pero Padrino estaba viendo la película de Avengers, dijo, y “no quería hablar”.

Oficiales de la oposición dijeron que adelantaron la fecha de la operación un día porque obtuvieron información de que Guaidó podía ir preso. Pero Figuera dijo que él fue el que aceleró el cronograma. El 29 de abril, dijo Figuera, supo que los temidos colectivos de Maduro estaban preparando un ataque “sanguinario” en contra de la protesta del 1° de mayo.

Figuera y el resto de los conspiradores dicen que recibieron confirmación de que Moreno estaba listo para sacar la sentencia el 30 de abril. Pero después de que vio el escepticismo de Padrino, empezó a hablar con otros líderes militares para insistir en que el plan tenía que adelantarse. Y se adelantó, pero en las horas tempranas del 30 de abril también comenzó a derrumbarse.

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