El País19 May 2020Á. ESPINOSA / P. GUIMÓN, Dubái / Washington
Irán y EE UU han trasladado su enfrentamiento del golfo Pérsico al mar Caribe. El ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, advirtió a Washington contra el despliegue de su Armada en estas aguas, después de que transcendiera que varios petroleros de la República Islámica se dirigen a Venezuela con combustible y que la Administración Trump planeaba tomar medidas para evitarlo.
En una carta dirigida al secretario general de la ONU, António Guterres, el jefe de la diplomacia iraní denunciaba el pasado domingo que “los esfuerzos de Estados Unidos para adoptar medidas coercitivas con el objetivo de interrumpir la venta de petróleo iraní equivalen a una escalada peligrosa”. “Esta diplomacia hegemónica de las cañoneras amenaza seriamente la libertad del comercio y la navegación internacionales y el libre flujo de energía”, afirma la misiva, según extractos difundidos por la agencia Reuters.
La víspera, la agencia de noticias iraní Fars, considerada próxima a la Guardia Revolucionaria, publicó que había recibido información de que cuatro barcos de guerra de la Marina de Estados Unidos estaban en el Caribe para “un posible enfrentamiento con los petroleros de Irán”. Washington no ha confirmado ni desmentido ese extremo, pero un alto funcionario de la Administración que preside Donald Trump dijo a Reuters el pasado jueves que estaban considerando posibles medidas de respuesta al envío de combustible iraní a Venezuela. “No solo no es bienvenido por Estados Unidos, sino que tampoco lo es por la región, y estamos analizando las medidas que se pueden tomar”, explicó el funcionario a la agencia, bajo condición de anonimato.
El mismo jueves, el Departamento del Tesoro, el de Estado y la Guardia Costera, en un comunicado conjunto, advertían a la industria naval contra las tácticas para evadir sanciones utilizadas por Irán, así como por Corea del Norte y Siria. “Las personas que a sabiendas se impliquen en una transacción significativa para la compra, adquisición, venta, transporte o comercialización de petróleo de Irán”, recordaba el comunicado, “se arriesgan a ser sancionadas” por Estados Unidos. La última actualización de las posiciones de la flota estadounidense que difunde el Instituto Naval data del pasado día 11 y no sitúa a ningún navío en la zona.
El enviado de Estados Unidos para Venezuela, Elliot Abrams, acusó a principios de este mes a Caracas de pagar a Irán con oro extraído de las minas venezolanas para contribuir a la recuperación de su industria petrolera, castigada por las sanciones. Washington ha impuesto sanciones a las exportaciones de crudo de Venezuela y de Irán, así como a cargos civiles y militares de ambos países.
En su misiva, Zarif también advertía de que su país “se reserva el derecho a tomar todas las medidas oportunas y necesarias, incluidas acciones decisivas (…) para asegurar sus derechos legítimos y sus intereses contra semejantes políticas de acoso y prácticas ilegales”. Poco antes de que su representación diplomática ante la ONU entregara la carta, el Ministerio de Exteriores iraní había convocado al embajador suizo en Teherán con el mismo objetivo. Suiza representa los intereses de Estados Unidos ante la República Islámica, ya que estos dos países no tienen relaciones diplomáticas desde hace cuatro décadas.
El nuevo rifirrafe ha estallado después de que la web TankerTrackers, un sitio de seguimiento del comercio de petróleo por vía marítima, informara la semana pasada de que cinco petroleros iraníes parecían dirigirse a Venezuela. La misma fuente estima que los barcos van cargados con gasolina y otros derivados del crudo valorados en 45,5 millones de dólares (42,12 millones de euros). La información es especialmente relevante porque tanto Irán como Venezuela están bajo sanciones estadounidenses. El objetivo de Washington es impedir que vendan petróleo con la esperanza de que la asfixia financiera les obligue a cambiar si no sus respectivos regímenes, al menos sus políticas.
Escasez de derivados
Aunque Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas de crudo, tiene escasez de gasolina y otros derivados debido al deterioro de sus refinerías tras dos décadas de descalabro político y económico. Para Irán, la venta significa no solo la posibilidad de conseguir unas muy necesitadas divisas, sino también una oportunidad de reafirmar su independencia y capacidad de resistir frente a las presiones de Estados Unidos. Los petroleros, todos propiedad de empresas estatales o paraestatales, viajan con bandera iraní, pero desde que se reveló su destino han apagado sus transpondedores.
Una vez más se trata de una estrategia peligrosa dado el nivel de tensión entre ambos países desde que Estados Unidos abandonara el acuerdo nuclear en 2018. De hecho, durante el año pasado varios incidentes en el golfo Pérsico estuvieron a punto de desatar un conflicto mayor. Y el pasado mes de abril aumentó el temor después de que Washington acusara a la Guardia Revolucionaria iraní de realizar maniobras “peligrosa y de acoso” cerca de sus navíos en esas mismas aguas. Irán respondió que no iba ceder en lo que considera su patio trasero.