El anuncio la semana pasada de un ex jefe de espías en Venezuela que renunciaba su lealtad al chavismo y se pasaba de bando al respaldar de ahora en más a la oposición, puso también en alerta a las autoridades de inteligencia y seguridad en Argentina.
Ocurre que el general en la reserva Hugo Armando Carvajal Barrios, ex encargado de la inteligencia y contrainteligencia venezolana y luego diputado ha mostrado con sus confesiones, deslizadas sobre todo en el dia- rio estadounidense The New York Times, que podría poseer valiosos datos de lo que fueron las relaciones entre Caracas y Buenos Aires bajo el gobierno de Hugo Chávez y el matrimonio Kirchner. No sólo en relación a los opacos negocios que se crearon en esa era, sino también en relación a los coqueteos que de acuerdo a la inteligencia estadounidense e israelí hubo con Irán y que derivaron ya no sólo en la firma del memorándum de entendimiento de Cristina de 2013 para darle «solución» jurídica a la causa por el atentado terrorista a la AMIA, que dejó 85 muertos en 1994.
En su aparición ahora, Carvajal menciona a las mismas figuras que surgieron los días posteriores a la aparición sin vida del fiscal Alberto Nisman , el 18 de enero de 2015. Según confió una alta fuente a Clarín ello ha reactivado los sistemas de búsqueda entre el ministerio del Seguridad, la Unidad de Información Finan- ciera -que investiga las cuentas que pudiera haber a su nombre u otros- y el encargado de negocios argentino en Caracas, Eduardo Porretti, quien pese a las tensiones del macrismo con Caracas, aún conserva buena relación con figuras del chavismo.
«Se recibe una necesidad de infor- mación consistente en establecer eventuales vinculaciones entre el ciudadano libanés nacionalizado venezolano Ghazi Nasr Al Din y nuestro país», señala un comunicado interno que circula ahora nuevamente entre la embajada argentina en Venezuela y los agentes de seguridad en Buenos Aires. «El causante se encuentra entre las personas buscadas por el FBI y tendría solicitud de captura internacional desde el año 2015 por lavado de dinero y financiamiento del terrorismo (Hezbollah), a su vez se hallaría vinculado a Tareck el Aissami», el poderoso ex vicepresidente de Nicolás Maduro, hoy su ministro de Industrias y Producción.
El Aissami como Al Din están mencionados en aquel ruidoso artículo de la revista brasileña Veja, de marzo de 2015 que se titulaba «La Conexión Teherán – Caracas- Buenos Aires». En este se había entrevistado a tres ex miembros del gobierno de Chávez que aseguraron a la influyente revista brasileña de que Irán envió dinero a la Argentina para la campaña electoral de Cristina Fernández a cambio de secretos nucleares e impunidad en el caso AMIA usando a Venezuela como intermediario.
Los años pasaron, y los mismos personajes aparecen en el testimonio que ha dado Carvajal al Times. En sus dichos -siguiendo el artículo- Carvajal afirma que tanto Néstor Reverol, ministro del Interior de Nicolás Maduro, y el hoy ministro para Industrias y Producción Tareck El Aissami, ex vicepresidente son las dos figuras de alto nivel en el régimen venezolano ligadas al narcotráfico y la corrupción.
Es en ese tren que advierte que El Aissami buscó alianzas con la milicia libanesa chiita, en la lista de grupos terroristas de Estados Unidos, Israel, Unión Europea. Carvajal men- ciona un encuentro entre El Aissami y un «operador de Hezbollah», que incluso hubo un plan para que los «milicianos libaneses visitaran Venezuela para trabajar junto con combatientes de las FARC» (la guerrilla colombiana) y si bien no llega a identificar a ese operador sí identifica a Ghazi Nasr al Din, que trabajó como encargado de negocios de Venezuela en Damasco. Y apara 2008, indica el New York Times, el Departamento del Tesoro estadounidense lo sancionaba por «ser un simpatizante de Hezbollah» y por haber «facilitado los viajes de integrantes de Hezbollah hacia y desde Venezuela». También lo busca el FBI.
En Buenos Aires, las autoridades determinaron que «nunca habría ingresado a nuestro país por pasos habilitados utilizando su nombre, tampoco se encuentra con registro que haya desarrollado actividades en este país». Al Din figura como nacido en el Líbano.
Las autoridades argentinas dijeron sin embargo que se «detecta que quien sería su hermano, Abdallah Atef Nassereddine» detentó el cargo de Presidente de una importante entidad árabe con presencia en Argentina como Venezuela, y que registra movimientos migratorios desde y hacia la Argentina entre 1999 y 2009. Nassereddine, a quien no se le computa en los datos obtenidos por Clarín delito alguno al momento, registra al menos trece entradas y/o salidas de este país con pasaporte venezolanos. El último en 2009. ■
Se trata de Ghazi Nasr Al Din, libanés nacionalizado venezolano.