Ucrania va quedando en ruinas, mientras el mundo, expectante, mira absorto cómo, una vez más, decenas de mandatarios hablan de sanciones, advierten que aplicarán restricciones a Rusia, aseguran que desplegarán las fuerzas de respuesta de la OTAN “por primera vez en una defensa colectiva”, critican al presidente ruso Vladímir Putin y hasta anuncian que será un “paria” de la humanidad… y siguen viendo cómo jóvenes militares ucranianos caen muertos.
El conflicto bélico que enfrenta a Rusia con Ucrania tiene, como la mayoría de veces, un trasfondo geopolítico con enorme peso económico, que explica en gran medida lo que ocurre. O por qué ocurre.
El asunto no es tan sencillo para los países europeos, dependientes en gran medida de la distribución de gas y otros minerales de Rusia. Cualquier respuesta política internacional podría generar un resquebrajamiento en las relaciones económicas con el gigante de Putin.
Era de esperarse entonces las tibias reacciones de países amigos. Eso bien lo sabe el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien cuestionó que los han dejado solos en la defensa de su Estado. Está claro que el nuevo orden está en juego en este conflicto.
En ese contexto, increpado por la postura de Ecuador, el presidente Guillermo Lasso dejó en claro que el país rechaza la violencia, pero advirtió que hay que ser cautos al referirse a Rusia, un mercado muy apetecido por el comercio ecuatoriano. Todo porque, a fin de cuentas, este conflicto no solo es de Ucrania, es global.