El miércoles, en el extenso discurso grabado que ofreció ante la 75ª Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, evitó referirse al informe de la misión de la ONU que lo acusa de crímenes de lesa humanidad. Un día después, sin embargo, rompió el silencio. “Es un documento que es un bodrio desde el punto de vista técnico, científico, a la luz de los derechos humanos universales, es un bodrio insustentable”, exclamó en una alocución televisada.
El informe de la ONU inevitablemente obligó a varios gobiernos a tomar posición frente a Maduro, al tiempo que las acusaciones contra su régimen terminaron polarizando el debate en varios países de la región. Y es que la situación en Venezuela, pese a ser un caso de política internacional, una vez más ha terminado convirtiéndose en un tema con influencia en la política interna de algunas naciones.
Uno de los primeros países en pronunciarse frente al informa de la ONU fue Chile. El canciller, Andrés Allamand, lo calificó como “lapidario”. “Venezuela es una dictadura pura y dura, que tiene sumida al país en una crisis política y social enorme”, dijo.
El gobierno de Brasil afirmó que la administración de Maduro “no tiene condiciones ni legitimidad” para convocar elecciones legislativas en diciembre e instó a la comunidad internacional a “trabajar por la extinción” del régimen y “por la liberación de Venezuela”. “Diría que es el único tema de política exterior brasileña que influye algo en la política doméstica”, comentó a La Tercera Paulo Afonso Velasco Júnior, politólogo de la U. del Estado de Río de Janeiro. “Por eso hemos visto al presidente de la Cámara de Diputados reaccionar de manera tan dura a la visita de Mike Pompeo a Roraima”, agregó.
En el marco de la Asamblea de la ONU, el Presidente de Colombia, Iván Duque, aseguró que el régimen de Maduro “es una amenaza constante para la democracia en la región y en todo el mundo”. Para Vicente Torrijos, analista colombiano y profesor de la Escuela Superior de Guerra, el tema de Venezuela “influye de modo decisivo, en dos dimensiones”. “Primero, porque el régimen de Maduro trata de desestabilizar a la democracia colombiana. Y segundo, porque le sirve de comodín al gobierno colombiano para acusar a Maduro de todos los males mediante la tesis de la conspiración permanente”, dijo Torrijos.
En Argentina, el canciller, Felipe Solá, reconoció en una entrevista con el diario Clarín que “nos preocupaba mucho ese informe”. Sin embargo, dijo que el gobierno de Alberto Fernández no comparte la definición de crímenes de lesa humanidad. “Nosotros no elegimos esa palabra para Venezuela”, afirmó.
“Una característica de los últimos años fue que el tema Venezuela estaba demasiado presente, porque se había convertido en un tema de política doméstica”, explicó a La Tercera Julio Burdman, profesor de Geopolítica en la Universidad de Buenos Aires. “Pero estamos en un momento tan complicado domésticamente que el tema desapareció”, apuntó.
El Presidente de Perú, Martín Vizcarra, tampoco pasó por alto la situación de Venezuela en su discurso ante la ONU. Así, anunció que Perú continuará trabajando en labores diplomáticas para lograr una “recuperación pacífica de la democracia y el Estado de derecho en Venezuela”. A juicio de Luis Benavente, analista político y director de Vox Populi, “Venezuela siempre está presente, siempre hay un tema que nos vincula, desde Hugo Chávez financiando la campaña de Ollanta Humala en 2006 y su intervención directa, hasta las migraciones actuales que llegan a un millón, pasando por el Grupo de Lima que lidera Perú para enfrentar al régimen de Maduro”.
Si bien en junio la Presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, acusó al exmandatario Evo Morales de intentar “desestabilizar” al país y desatar una campaña internacional de “desinformación” junto a Maduro, el analista político boliviano Carlos Cordero señaló a La Tercera que “Venezuela, Maduro, Cuba, han perdido influencia en la política interna”. “En la campaña 2020, el Socialismo del Siglo XXI es inexistente. Añez reconoció a Juan Guaidó (como presidente interino de Venezuela) y la embajada venezolana en Bolivia está prácticamente cerrada”, grafica.
Al igual que Áñez, el Presidente de Ecuador, Lenín Moreno, acusó en octubre pasado a su antecesor y exaliado Rafael Correa y a Maduro de querer desestabilizar a su gobierno, que por entonces enfrentaba duras protestas sociales por el alza de combustibles. “Ellos son quienes están detrás de este intento de golpe de Estado”, dijo Moreno. Sin embargo, Santiago Basabe, analista político y catedrático de Flacso-Ecuador, explica que el tema de Venezuela “ahora mismo pesa muy poco” en la política doméstica ecuatoriana. “En la campaña seguramente se diferenciarán los candidatos cercanos a Venezuela de los que no lo son”, apunta en alusión a las elecciones presidenciales de febrero próximo.
Pero el tema Venezuela no se circunscribe a la región. En España, según OKDiario, tanto Maduro como Hugo Chávez “han sido los grandes financiadores de Podemos”, el partido de izquierda radical que hoy comparte gobierno con el PSOE. “Salvo eso, ya casi no es debate en España esto”, dice a La Tercera Antoni Gutiérrez-Rubí. A su juicio, su impacto en la política doméstica es “muy poco, hoy es irrelevante”