En junio pasado, Estados Unidos lideró un grupo de 27 países que condenó el trabajo de una Comisión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas creada para investigar los abusos y violaciones en Israel y en los territorios palestinos ocupados. La embajadora norteamericana Michèle Taylor dijo que los países estaban “profundamente preocupados” por el trabajo de la comisión y los países demandaron terminar la “desproporcionada atención de larga data” a Israel en el Consejo.
Desde hace años, Israel denuncia un sesgo en su contra en el Consejo de Derechos Humanos, devenido en uno de los epicentros de la compleja –y por momentos muy tirante– relación entre la ONU y el Estado judío. El cruce de Israel con el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, es el último eslabón en una cadena de choques.
En un discurso en el Consejo de Seguridad de la ONU, Guterres recordó que había condenado el “horroroso y sin precedentes” ataque de Hamas a Israel del 7 de octubre pasado, pero esta vez ofreció un matiz en sus declaraciones que despertó la furia de Israel.
Guterres dijo que nada podía justificar el asesinato o el secuestro deliberado de civiles, pero luego afirmó que era importante reconocer que los ataques de Hamas “no habían ocurrido en un vacío”, y que los palestinos habían sufrido una ocupación sofocante durante 56 años. Guterres luego condenó a Israel y Hamas por sus acciones.
“Pero los agravios del pueblo palestino no pueden justificar los atroces ataques de Hamas. Y esos atroces ataques no pueden justificar el castigo colectivo del pueblo palestino”, afirmó Guterres, al condenar a ambos actores centrales del conflicto.
Israel, que prometió mantener su ofensiva hasta destruir totalmente a Hamas, acusó a Guterres de justificar el terrorismo y pidió su renuncia. Guterres elevó su voz en las últimas semanas para pedir un cese al fuego en el conflicto y que se permita el ingreso de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza para paliar un “sufrimiento épico” de los palestinos.
Israel dijo también que rehusará las visas para funcionarios de las Naciones Unidas. Ante esa reacción, Guterres dijo en la sede de la ONU en Nueva York que estaba “conmocionado” por la “tergiversación” que habían tenido sus palabras.
Dos días después del ataque de Hamas a Israel, y ya en medio de una ofensiva israelí que comenzaba a ser criticada globalmente, el Consejo de Derechos Humanos observó un momento de silencio por el ataque de Hamas a pedido de Taylor, y otro, pedido por Pakistán, “por la pérdida de vidas inocentes en el territorio palestino ocupado y en otros lugares”.
El alto comisionado para los Derechos Humanos, Volker Türk, condenó un día después el “asedio total” de Israel a la Franja de Gaza y pidió que todas las partes respetaran la ley internacional. El embajador israelí en la ONU, Gilad Erdan, dijo que el Consejo había perdido la brújula moral.
“Israel acaba de sufrir la atrocidad más grave contra los derechos humanos desde el Holocausto”, afirmó Erdan. “¿Cuántos judíos muertos se necesitan para justificar una respuesta proporcionada contra una organización terrorista genocida? ¿Son mil? ¿Seis millones? ¿Quizá sean diez millones, la población de Israel? Este es, después de todo, el objetivo públicamente declarado de Hamas. Así que yo pregunto, ¿cuántos judíos asesinados se necesitan para apoyar el derecho de Israel a la autodefensa?”, ahondó.
Agencia en la mira
En su discurso ante el Consejo de Seguridad, Guterres también homenajeó a las víctimas –al menos 35, indicó– de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente (Unrwa, según sus siglas en inglés) que murieron en los bombardeos israelíes a Gaza. Esa agencia, abocada a ayudar a los palestinos, también quedó en la mira.
Un senador republicano, Jim Risch, la acusó de antisemita y dijo que tenía un historial de “emplear personas conecta das con movimientos terroristas como Hamas”.
“Les debo a sus familias mi condena por estos y muchos otros asesinatos similares. La protección de los civiles es primordial en cualquier conflicto armado”, dijo Guterres en sus palabras. “Proteger a los civiles no significa ordenar a más de un millón de personas que evacuen hacia el sur, donde no hay refugio, ni alimentos, ni agua, ni medicinas, ni combustible, y luego seguir bombardeando el propio sur. Estoy profundamente preocupado por las claras violaciones del derecho internacional humanitario que estamos viendo en Gaza”, siguió Guterres.
La desconfianza de Israel en el trabajo de la ONU se ahondó en los últimos años con la aprobación de resoluciones favorables a los palestinos que, en la visión de Israel, profundizaron el sesgo antiisraelí del organismo multilateral. En 2016, en una de las decisiones más significativas en el conflicto en Medio Oriente, el Consejo de Seguridad condenó por unanimidad los asentamientos israelíes en territorios palestinos. La resolución se aprobó gracias a la abstención de Estados Unidos, impulsada por el gobierno de Barack Obama.
Unos años antes, la Asamblea General de las Naciones Unidas les otorgó a los palestinos en una histórica votación la condición de “Estado observador no miembro” en el organismo, una decisión que empoderó a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), y que fue rechazada por Estados Unidos, principal aliado de Israel.