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ELECTORADO Y LA FRUSTRACIÓN

Algunos llaman al Presidente Electo de Brasil, Jair Bolsonaro, el “Trump del trópico” o el “Duterte de Latinoamérica”. La comparación con el divisivo presidente estadounidense y con el controversial líder de Filipinas, revela el por qué de la inquietud que causa su victoria en la cuarta democracia más grande del mundo.

El voto de los brasileños en favor del ex militar ultraderechista expresa la frustración que se lleva acumulando durante largos años ante la mayor recesión económica de su historia, un monumental escándalo de corrupción que involucró a la mayoría de los partidos políticos y una inseguridad pública que supera los 63,000 homicidios al año.

La respuesta de los votantes, como ocurrió en otros países, es una figura anti-establishment cuya solución promete romper los moldes y las formas. En este caso, el remedio tiene todo para ser peor que la enfermedad.

Bolsonaro ganó con visión conservadora de hostilidad abierta, odio a los gays, al feminismo y todo lo que se presente como progresismo social. Dijo que pondrá fin a los “cupos raciales” que en Brasil garantizan la integración educativa de minorías.

El respaldo del voto masculino y evangelista -religión que él profesa- lo llevó a la victoria. Igual que Trump llegó a la presidencia de la mano de la homofobia y misoginia.

Hay una gran preocupación el área de derechos humanos por el aprecio de Bolsonaro por las dictaduras militares y su respaldo a la tortura, combinada con su filosofía de guerra total a la delincuencia. Brasil tiene una larga historia de los escuadrones de la muerte. Atemoriza el parecido entre el brasileño y el presidente filipino, Rodrigo Duterte, con respecto a uso de elementos parapoliciales.

Bolsonaro tiene un enfoque neoliberal que en nombre del “Brasil primero” deja en segundo plano la relación económica que por décadas desarrolló en favor de la colaboración latinoamérica por un acercamiento a EEUU, Israel y Corea del Sur.

El escándalo de corrupción Lava Jato llevó a que la centrista Social Democracia brasileña no llegue a la segunda vuelta electoral por primera vez en 40 años. Bolsonaro sorprendió al ser la única opción ante un Partido de la Trabajadores golpeado por un cuestionable fallo judicial que mantuvo en prisión a su candidato preferido el ex presidente Lula Da Silva, después de la destitución irregular de la expresidenta Dilma Rousseff.

Los intereses que despejaron el camino para una derrota de la izquierda no contaron con el rechazo a los partidos tradicionales de derecha y centro. La democracia lleva a caminos insospechables. En EEUU lo sabemos muy bien.

Una esperanza es que Brasil no regrese a lo peor de su pasado. La otra es que habrá un próxima elección para hacer correcciones. En eso también confiamos en nuestro país.•

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