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Elliott Abrams: operaciones en las tinieblas

  • La Jornada
  • 3 Mar 2019
  • ALBERTO BETANCOURT POSADA*

E l 25 de enero Mike Pompeo, secretario del Departamento de Estado de EU, anunció que Elliot Abrams encabezaría el equipo encargado de “restaurar la democracia” en Venezuela, y afirmó que es un hombre de pensamiento realista, con una larga experiencia en derechos humanos. Muchas personas se estremecieron en América Latina. Abrams ha participado intensivamente en el encubrimiento de genocidios y masacres en Guatemala, El Salvador y Nicaragua.

Erick Alterman nos recuerda en Un verdadero criminal de guerra americano (The Nation 2/2/17), que en tiempos del genocidio en Guatemala, Abrams encubrió las masacres del general Efraín Ríos Montt (1982-1983) y de Vinicio Cerezo (1986-1991). El 30 de noviembre de 1983, siendo responsable de derechos humanos en el Departamento de Estado, el diplomático declaró en la Public Television Stations, entrevistado por MacNeil/Lehrer, que el número de civiles inocentes asesinados por escuadrones de la muerte había declinado notablemente durante el gobierno del general Ríos Montt y que se debería premiar eso con helicópteros, aviones y radiotransmisores. Durante la entrevista, el abogado Robert Goldman encaró al funcionario y afirmó que el 80 por ciento de las desapariciones en Guatemala habían ocurrido durante el gobierno del general Ríos Montt.

Los estrategas estadunidenses aplicaron en tierras mayas algunas de las técnicas nacidas en Vietnam: “quitarle el agua al pez”, tierra arrasada y aldeas estratégicas. Mientras Elliott elogiaba en la tele al dictador Ríos Montt, miles de mayas ixiles y q’anjob’ales huían empavorecidos hacia México, dejando a sus espaldas columnas de humo levantadas por el fuego que convirtió sus tierras en cenizas.

La participación de Abrams en el encubrimiento de asesinatos de civiles fue notable en El Salvador. El 24 de marzo de 1980 monseñor Óscar Arnulfo Romero oficiaba una misa por la paz cuando un francotirador le disparó fatalmente. Meses después un soldado acudió a la embajada de EU y acusó al general Roberto d’Aubuisson, de haber presidido la reunión en la que se fraguó el asesinato. La embajada informó a Abrams, pero éste exculpó al general cuando fue interrogado por el senador Paul Tsongas. El periodista Raymond Bonner nos recuerda en su texto What Did Elliott Abrams

Have to Do With the El Mozote Massacre? (The Atlantic, 15/2/19) que los días 10 y 11 de diciembre de 1981, integrantes del batallón Atlacatl, entrenado en la Escuela de las Américas, arribó a El Mozote, Morazán, reunió a 900 civiles desarmados, hombres, ancianos, mujeres y niños, sacó primero a los hombres, los torturó y les disparó con los fusiles M16 provistos por Estados Unidos, posteriormente abusó y ejecutó a las mujeres y finalmente a

140 niños. En aquel entonces Bonner era reportero de The New York Times y describió lo que vio al llegar ahí dos días después: “los buitres recogían los huesos de los muertos, la brisa estaba cargada del olor a muerto”. La fotógrafa Susan Meiselas fijó en placas de luz esas escenas pavorosas. Alma Guillermoprieto hizo su propia crónica para The Washington Post. Abrams dijo que los testimonios sobre la masacre eran poco creíbles y eran propaganda comunista. Un año después Raymond regresó a El Mozote y encontró a Amadeo Sánchez, sobreviviente de 9 años, quien le dijo que el día de la matan- za, el ruido de los helicópteros sobresaltó a los pobladores. Su padre se lo llevó al monte. Su madre le sonrió cuando se despidieron: “vete tranquilo hijo, no me va a pasar nada, no he hecho nada malo”. Escondido entre piedras y hierbas Amadeo observó a un grupo de soldados que se llevó a dos niñas al río “mamá, me están violando”, luego dos tiros y un silencio absoluto.

Elliott Abrams también protegió acciones terroristas en Nicaragua. Pese a la prohibición establecida por la enmienda Boland. EU vendió miles de misiles de alta tecnología al ayatollah iraní Ruhollah Khomeini, a precios muy inflados, y uso las ganancias para financiar a los contras, que realizaron más de mil 300 actos terroristas: asesinaban campesinos y quemaban cosechas para generar pavor entre la población. Abrams era conocido en ese entonces como el Comandante en Jefe de la Contra. El 8 de octubre de 1991 al inició del proceso contra Abrams por mentirle al Congreso. The New York Times señaló que Abrams había encabezado el Grupo Restringido Interagencias que coordinó la política estadunidense para Centroamérica entre la Casa Blanca, la CIA, el Departamento de Estado y el Pentágono. El 15 de noviembre de 1992 el juez Aubrey E. Robinson sentenció a Elliott Abrams a dos años de prisión por ocultar información al congreso sobre la guerra ilegal.

El 7 de febrero Abrams amagó al grupo de contacto impulsado por México y Uruguay diciendo que el tiempo del diálogo había terminado. La vida de Abrams es un gozne entre los espectáculos mediáticos para ganar las mentes y corazones de la opinión pública, las presiones diplomáticas y las operaciones encubiertas.

* Investigador de la UNAM

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