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abril 19, 2019
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Encuentra la OPEP un nuevo amigo: Rusia

  • Reforma
  • 18 Apr 2019
  • Benoit Faucon, Summer Said y Timothy Puko

Cuando la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se reunió en Viena en diciembre, estaba en peligro de una implosión.

Los precios del petróleo se habían desplomado. Irán, Venezuela y Libia, Estados miembro, se negaban a reducir la producción. Qatar había abandonado el grupo. Y Donald Trump, Presidente de Estados Unidos, estaba presionando a Arabia Saudita para que mantuviera bajos los precios.

Con las negociaciones al borde del fracaso, el rescate provino de un lugar improbable: Rusia, que ni siquiera es miembro de la OPEP. El Presidente Vladimir Putin aceptó reducir la producción rusa de petróleo en alianza con la OPEP, siempre y cuando se permitiera que Irán continuara produciendo.

El grado de aspereza que permeó esa crucial reunión y el papel decisivo que jugó Rusia en resolver la crisis, no se han reportado antes. Lo que sucedió a puertas cerradas en diciembre fue un momento crítico en la transformación de Rusia, de una nación que no cooperaba con la OPEP en lo absoluto a una que se ha convertido en un socio indispensable.

Eso le ha dado a Putin influencia considerable sobre el rumbo del mercado del crudo, de 1.7 millones de millones de dólares, y más poder en Medio Oriente.

En la próxima reunión de la OPEP, programada para mayo, Rusia y funcionarios sauditas debatirán si formalizan lo que hasta ahora ha sido una alianza temporal.

Durante décadas, Estados Unidos ha acogido a Arabia Saudita como uno de sus aliados geopolíticos cercanos, al venderle armas y fomentar su papel como fuerza estabilizadora en Medio Oriente. A cambio, Washington ha llegado a esperar un suministro estable de petróleo para los mercados globales, para ayudar a moderar los repuntes de precios y evitar que la economía estadounidense salga perjudicada.

Con su nuevo aliado en Rusia, Arabia Saudita ya no está en deuda únicamente con Washington.

La alianza RUSIA-OPEP inició hace más de dos años, con el nombramiento de tres nuevos encargados de tomar decisiones.

Mohammed bin Salman, el Príncipe Heredero de Arabia Saudita, hijo del Rey Salman, había comenzado a tomar un papel más activo en la política petrolera saudita, una gran ruptura con años recientes, cuando la corte real le dejaba la política petrolera a burócratas del Ministerio de Energía. A mediados del 2016, reemplazó a Ali al–naimi, el veterano Ministro de Petróleo del Reino y rostro de la política petrolera saudita durante décadas, con Khalid al– Falih, un ejecutivo veterano en la productora petrolera estatal conocida como Aramco.

Putin designó a Alexander Novak para ser el rostro de Moscú para la estrategia petrolera internacional. Y OPEP nombró al nigeriano Mohammed Barkindo como secretario general, su funcionario de más alto rango.

Los precios del petróleo se habían desplomado en el 2016 y no parecía probable que se recuperaran. Los tres hombres necesitaban orquestar un trato para reducir la producción de crudo y elevar los precios globales. Rusia y la OPEP acordaron recortar la producción.

Para mediados del año pasado, el crudo volvía a repuntar, gracias a una menor producción de la OPEP y de Rusia y a perspectivas renovadas para el crecimiento de la economía global. Sin embargo, para fines de año, en medio de una batalla comercial Estados Unidos-china, el panorama económico del mundo se debilitaba.

Al tiempo que se acercaba la reunión de la OPEP en diciembre, los precios del petróleo se habían desplomado alrededor de 30% en seis semanas. Los sauditas necesitaban un acuerdo unánime sobre los recortes propuestos a la producción para apuntalar los precios. Irán, de por sí obstaculizado por sanciones estadounidenses iniciadas en noviembre, se mostraba reacio a frenar su producción. Libia y Venezuela, con problemas internos propios, también se resistían.

En entrevistas con The Wall Street Journal, funcionarios de los países miembros de la OPEP, entre ellos algunos de sus delegados esenciales del Golfo Pérsico, y funcionarios rusos describieron las tensas negociaciones que siguieron.

Falih, el Ministro de Energía saudita, enfrentaba demandas encontradas cuando inició la reunión. Trump había estado presionando en privado al Príncipe Heredero saudita para que mantuviera bajos los precios del petróleo e incitaba en público a la OPEP en Twitter para que hiciera lo mismo, de acuerdo con funcionarios sauditas.

Al mismo tiempo, Falih, el servidor público más poderoso de Arabia Saudita, necesitaba garantizar un ingreso petrolero adecuado para financiar al Gobierno saudita.

Cuando Suhail al–mazrouei, el Ministro de Energía de los Emiratos Árabes Unidos, quien es presidente de la OPEP y presidió la reunión, pidió a Irán que se uniera al recorte colectivo a la producción, Bijan Zanganeh, Ministro de Petróleo de Irán, rechazó la exigencia y culpó a los países del Golfo Pérsico por reemplazar el petróleo sancionado de Irán. De acuerdo con personas familiarizadas con la conversación, señaló con el dedo a Mazrouei y dijo: “Usted es el enemigo de mi país”. Zanganeh amenazó entonces con suspender la membresía de Irán a la OPEP, indicaron estas fuentes.

Se suponía que la OPEP llegaría a un consenso al finalizar el día, y entonces se uniría al día siguiente con el grupo no perteneciente a la OPEP liderado por Rusia, que incluía a Kazajistán y Azerbaiyán, para detallar un acuerdo sobre un plan más amplio. Pero Mazrouei se vio obligado a cerrar el acalorado proceso sin un trato.

Novak, el Ministro de Energía ruso, quien había estado en Viena, regresó a San Petersburgo ese día temprano para consultar a Putin sobre las caóticas novedades de la OPEP. Un día antes, había chocado con Falih, quien insistía en que Arabia Saudita y Rusia redujeran la producción petrolera a partes iguales, de acuerdo con delegados de Rusia y del cartel. Rusia estaba preparada para reducir sólo la mitad de lo que quería Falih, relatan funcionarios de la OPEP.

En San Petersburgo, Putin le dio el visto nuevo a Novak para que ofreciera recortes a la producción rusa que eran mayores a lo que se planeó inicialmente, de acuerdo con funcionarios rusos y de la OPEP. Putin indicó a Novak que regresara a Viena y se asegurara de que la reunión no terminara sin un trato.

En una reunión por separado con Arabia Saudita, Novak aceptó las exigencias de Falih de que Rusia disminuyera su producción en una cantidad similar a Arabia Saudita. A cambio, recibió la promesa de Riad de que se permitiría que Irán continuara su producción.

La coalición comenzó a frenar la producción en enero. Los precios del petróleo han subido 30% desde que inició el año, su mejor comienzo anual desde principios de los 80.

Arabia Saudita dice que ha reducido más de lo que prometió. Rusia había prometido restringir la producción en 230 mil barriles diarios pero, en marzo, había disminuido la producción diaria en sólo 120 mil barriles al día, de acuerdo con funcionarios rusos y de la OPEP.

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