La frontera de Brasil y Venezuela vivió una gran tensión este fin de semana, con un ataque xenófobo contra venezolanos en el municipio de Pacaraima, en el estado de Roraima, principal puerta de entrada a Brasil. Amenazados, y en condiciones precarias, más de un millar de venezolanos cruzaron la frontera de vuelta a Venezuela huyendo de persecuciones, informó el Ejército brasileño.
«Hubo un ataque masivo contra personas desesperadas que están huyendo de una crisis humanitaria en su país», explicó a ABC César Muñoz, investigador en Brasil de la organización internacional Human Rights Watch (HRW). Según Muñoz, Roraima vive un clima xenófobo con los venezolanos, estimulado por autoridades locales, que estalla por cualquier motivo. «Es una crisis enorme que es culpa, al final, del gobierno de (Nicolás) Maduro, que les está negando a sus ciudadanos lo mínimo», resume Muñoz.
La violencia se desencadenó cuando, supuestamente, cuatro venezolanos robaron y golpearon a un comerciante brasileño dentro de su casa. La respuesta de un grupo de brasileños fue este ataque contra venezolanos, a los que quemaron objetos personales y las tiendas de campaña en las que dormían. Imágenes y videos difundidos por internet muestran la persecución violenta contra los inmigrantes.
Niños y embarazadas
«Estamos hablando de familias, de niños, mujeres embarazadas, de gente desplazada, que viene desnutrida, con problemas de salud, en una situación muy complicada», cuenta una joven colombiana que ha viajado a Roraima para ayudar voluntariamente en esta crisis humanitaria.
Muchos de los venezolanos que llegan viven en condiciones lamentables en las calles, pidiendo limosna en los semáforos, lo que ha generado una antipatía enorme entre los brasileños de clase media que viven en la frontera, la mayoría formada por empleados públicos y gente que vive de la minería ilegal.
La joven, que prefiere el anonimato por motivos de seguridad, describe una situación cada vez más tensa, en la que incluso los que ayudan a los venezolanos están cada vez más frágiles, siendo criminalizados por los locales y las autoridades de Roraima, como la gobernadora, Suely Campos, que a comienzos de este mes apoyó una polémica decisión para prohibir la entrada a los venezolanos, acción que cerró la frontera por menos de 24 horas. Campos y las autoridades locales han insistido en exigirle al Gobierno central el cierre de la frontera.
El Gobierno de Michel Temer y su cancillería, enemigos declarados de Maduro, apoyan la llamada «Operación Acogida», una fuerza formada por las Fuerzas Armadas y ONG, que ha sido elogiada por las organizaciones de inmigración, pero que no da abasto para atender el fuerte flujo migratorio, con al menos 500 venezolanos de media al día.