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Guaidó difunde su ley de amnistía en los cuarteles para conseguir adhesiones

El coronel José Luis Silva, agregado de Defensa en la embajada venezolana en Washington, proclama por sorpresa su lealtad al presidente interino También los diplomáticos Diplomáticos de los nueve consulados de Venezuela en EE.UU. se han «pasado» a las fi

  • ABC
  • 28 Jan 2019
  • LUDMILA VINOGRADOFF DAVID ALANDETE
Guaidó, con su esposa, Fabiana (a la derecha), y su madre, asiste a misa en Caracas

La distribución de la Ley de Amnistía a militares, policías y funcionarios, que tuvo lugar ayer en Venezuela, fue el segundo acto promovido por el presidente interino Juan Guaidó durante el fin de semana. Con la ley, el líder opositor busca lograr el mayor número de adhesiones a su proyecto político y aislar a Nicolás Maduro.

La operación tuvo desigual acogida. Mientras en algunos puntos los uniformados la recibieron discretamente, en otros las destruyeron. Eso fue lo que sucedió en la residencia presidencial de La Casona, donde ya no vive ningún presidente –Maduro prefiere dormir en el Fuerte Tiuna, sede del Ministerio de la Defensa, donde se siente más seguro–. El uniformado de turno rompió el documento ante la prensa nacional e internacional y cerró la puerta del Cuartel General de Brigada Arturo Sandez. Esta unidad es la Guardia de Honor Presidencial del Batallón de Custodia Nº 3.

Ante la imagen de los folios del texto de la amnistía esparcidos por el suelo, Haidé Bravo, una profesora de 53 años vecina de La Carlota, no se arrendró y buscó otra copia del documento para a continuación leer, a gritos, los dos primeros artículos para ver si los militares se atrevían a silenciar su voz. Y no lo hicieron.

Desde el 1 de enero de 1999

Según el primer artículo de la citada ley, aprobada el pasado 16 de enero por la Asamblea Nacional, la amnistía acoge a «todos los civiles, militares y demás funcionarios identificados como presos, perseguidos y exiliados políticos por hechos cometidos desde el 1 de enero de 1999 hasta la entrada en vigencia de la presente ley». El texto ofrece garantías a aquellas personas civiles y militares «que contribuyan a la defensa de la Constitución como deber establecido en los artículos 333 y 350 de la Constitución».

En otro punto de Caracas, en El Paraíso, al oeste de la ciudad, donde se encuentra la Comandancia de la Guardia Nacional, el oficial Guevara aceptó recibir la ley de Amnistía e incluso leerla, pero advirtió que seguirán manteniéndose leales a Maduro y la Constitución. Más abrupto fue el recibimiento del texto en Petare, al este de Caracas, el barrio más poblado de América Latina. Allí los uniformados de la Guardia Nacional Bolivariana lo quemaron. Unos efectivos de la Policía Municipal de Sucre, que pidieron el anonimato a ABC, afirmaron que los militares fueron obligados a destruir el documento para congraciarse con sus superiores porque había mucha prensa y temían represalias. Aseguraron que prefieren mantener «un bajo perfil», mientras «apoyan la causa democrática».

Mientras la ley circulaba por todo el país, Juan Guaidó, junto a su esposa, Fabiana Rosales, y su madre, participó en la misa convocada en la iglesia de Chacao en honor a los caídos por la represión ordenada por Maduro. El último balance asciende a 43 muertos y a más de 500 detenidos, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.

«No ataquemos al pueblo»

Este pulso a la cúpula militar chavista, a través de la ley de amnistía, para debilitarla obtuvo este fin de semana una victoria tan inesperada como importante. En una decisión que conmocionó a la comunidad diplomática en EE.UU., el sábado un veterano militar

que trabajaba como agregado de Defensa en la embajada venezolana en Washington proclamó su lealtad a Guaidó. En un vídeo en el que aparecía de uniforme y ante un retrato de Simón Bolívar, el coronel Silva pidió a las Fuerzas Armadas de Venezuela que usen sus armas «para defender a nuestro país, no para atacar a nuestros iguales». Según dijo ayer Silva por teléfono, «mi mensaje a todos los militares es que no ataquemos al pueblo, por favor. Ya está bien de soportar a un Gobierno que traiciona los principios más básicos y se ha vendido a los intereses de otros países».

Se trata, hasta la fecha, de la mayor defección que Maduro padece por parte de un diplomático con rango militar, alguien que durante años incluso tuvo encontronazos públicos con opositores al régimen que protestaban a las puertas de la embajada venezolana en la capital estadounidense. Silva, miembro de la Guardia Nacional, había sido elegido por el propio Maduro para que prestara servicio en la embajada venezolana en Washington.

Este paso el coronel Silva no lo ha dado en solitario. Varios diplomáticos en los nueve consulados de Venezuela en EE.UU. se han puesto discretamente a disposición del nuevo Gobierno de Guaidó, según han revelado fuentes cercanas a este en Washington.

El «embajador» Vecchio

La diplomacia norteamericana comienza a aplicar las directrices de Trump y anoche aceptó formalmente al nuevo representante propuesto por el Gobierno interino de Venezuela. Será Carlos Vecchio, coordinador político del partido de Leopoldo López, Voluntad Popular. El secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, ha apoyado el nombramiento de un nuevo representante especial venezolano, un cargo que recaerá sobre el veterano político y abogado Gustavo Tarre.

Vecchio (Monagas, Venezuela, 1969) vive exiliado en Estados Unidos. En su juventud estudió en dos de las universidades más prestigiosas de este país, Georgetown y Harvard, antes de regresar a Venezuela y comenzar en política. López le encargó la coordinación de su partido desde la clandestinidad tras su arresto. En febrero de 2014 el régimen dictó orden de detención contra Vecchio en la misma causa en la que se detuvo a López por desórdenes públicos, provocar incendios y asociación ilícita. Semanas después se exilió en los Estados Unidos.

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