Aborda la proyección sobre el número de venezolanos que buscaría ingresar a Chile y dice que la política migratoria se debe ir evaluando según los escenarios. Además, desestima una contradicción en este asunto y refuerza la idea de que exista una coordinación regional.
“Espérame cinco minutos, que debo reunirme con el ministro Chadwick”, comenta de entrada el subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, quien fue a entregarle un informe detallado al jefe de gabinete sobre la situación migratoria en el norte del país. Es jueves, y el día anterior Ubilla -quien ha liderado la política migratoria del gobierno- había viajado a Arica para monitorear en terreno los pasos fronterizos no habilitados. Esto, luego de que el Ejecutivo aumentara a 300 mil la proyección de ingreso de venezolanos al país. “Si esperaba que el 23 de junio tuviéramos 540 personas, no, no lo esperábamos”, sostiene sobre lo que pasó en Chacalluta.
En este contexto, el subsecretario dice que el ingreso de extranjeros al país tiene “un límite”, precisando que no es necesariamente numérico, sino que de las medidas que se vayan adoptando. Además, refuerza que exista una coordinación entre los países de la región sobre esta materia, porque, a su juicio, Chile ha hecho un “gran esfuerzo” en recibir a inmigrantes venezolanos en comparación con otros países de América Latina.
¿Los pilló desprevenidos el aumento en la proyección de venezolanos que quieren ingresar al país?
Yo diría que no. Nosotros veíamos con preocupación el flujo migratorio, la ola migratoria que estaba saliendo de Venezuela y que fue ratificada por informes hace pocos días, cuando la OEA y sus equipos de estudio señalan que pueden llegar a ser hasta siete millones de venezolanos que salen… Entonces, estábamos de alguna manera adelantados y, tan cierto es eso, que extendimos la vigencia de los pasaportes venezolanos incluso antes del anuncio de Perú, y teníamos implementada la medida de extender la Visa de Responsabilidad Democrática en otros consulados.
¿Esperaban la cantidad de personas que hubo en Chacalluta?
No. Eso se superó, claramente. Si usted me dice si esperaba que el 23 de junio tuviéramos 540 personas, no, no lo esperábamos. Pensé que iba a ser un flujo progresivo.
Usted ha dicho que no quiere que pase lo que ocurrió con haitianos, que terminaron viviendo en malas condiciones en Chile. ¿Podría pasar lo mismo con venezolanos?
Cuando el Presidente habla de la migración segura, se refiere a ese aspecto, del individuo migrante. Es segura para el país por el hecho de que no entren delincuentes, pero también es seguro para el migrante que tenga una condición mínima de reinserción en la sociedad. La estimación que tenemos es que si las condiciones en Venezuela continúan, pueden llegar hasta unos 300 mil a Chile. Y eso en tan corto tiempo es muy difícil de absorber. Entonces, una política migratoria responsable tiene que tener esta variable de la seguridad como elemento importante.
A partir del 22 de junio se comenzó a pedir visa consular para los venezolanos, lo que fue leído como una señal contradictoria de parte del gobierno. Incluso, si uno hace la comparación del Presidente Piñera en Cúcuta el año pasado con lo que pasó en Chacalluta, se ve un contraste. ¿Cómo se justifica eso?
Ha sido una posición levantada por algunos parlamentarios de la oposición y también por algunos organismos no gubernamentales, los jesuitas, etc. No lo comparto, porque creo que no se sustenta en la realidad. Más aún, creo que es un aprovechamiento, una instrumentalización política del drama de la migración. ¿Y por qué no se sustenta en la realidad? Porque no es vano decir que 400 mil venezolanos ya viven en Chile. Eso representa el 2,1% del total de la población nacional, es decir, el esfuerzo humanitario y solidario que ha hecho Chile es significativo.
Pero hay un hecho concreto: se comenzó a exigir una visa consular que antes no estaba, que de alguna manera es una traba. El propio Juan Guaidó transmitió que los venezolanos no venían por turismo…
Pero eso hay que complementarlo también con las declaraciones de la embajadora del Presidente Guaidó en Chile. Ella incluso estuvo en la frontera… Hoy día han entrado más o menos, hasta esta fecha, 38 mil venezolanos por la Visa de Responsabilidad Democrática.
¿Fue un error implementar esa visa? Algunos sostienen que con eso se les incentivó a venir a Chile, y ahora se les cierra la puerta…
Vuelvo a insistir: aquí no se les han cerrado las puertas y las cifras que yo he mostrado son categóricas… La Visa de Responsabilidad Democrática, en los hechos, es una visa humanitaria, porque no les exige nada más que no tener antecedentes penales. Chile es el único país de la región que tuvo la visión de poder implementar un sistema para que viaje la gente.
¿Hay un límite para el ingreso de venezolanos?
¿Hay un límite? Sí, definitivamente hay un límite, el país no tiene una capacidad ilimitada para recibir extranjeros, sean de la nacionalidad que sean, porque, además, es enga
ñarlos. Es, al final, invitarlos a que terminen viviendo hacinados, en un gueto, en cualquier parte o ciudad del país y vendiendo cualquier producto en las esquinas.
¿En qué se traduce ese límite?
Cuando hablo de un límite no hablo de un límite numérico, porque eso es imposible de determinar. Lo que sí hablo es de un límite en las medidas que implementa un gobierno en relación a los principios que toma como orientador. Por ejemplo, si el gobierno constata que el ingreso de turista es una forma de ingresar de manera irregular para cambiar su estatus migratorio en visa de trabajo, entonces ahí hay un límite. Y fue la decisión que tomó el gobierno de exigir la visa consular. Si el día de mañana tenemos un flujo, incluso con los parámetros que existen hoy día, que sea significativo y que lleve a que el país tenga que asumir otro tipo de situaciones, tendremos que evaluar cuáles son las medidas que se tomen.
Si no hay un límite numérico, ¿qué pasa si siguen ingresando venezolanos y Chile no los absorbe de manera adecuada en el tiempo? ¿Se dejará ingresar a todos?
No, tampoco estoy diciendo eso. Esto tiene que ser en función de los principios. Si vemos que alguna de las medidas está siendo vulnerada en función de los principios, hay que ajustarla… Nosotros también tenemos mecanismos para ir depurando, y por mucho que presenten una solicitud de Visa de Responsabilidad Democrática, si tiene documentos falsos no se la vamos a dar. Y esa persona va a quedar impedida de poder ingresar al país.
Pero si es que empiezan a aumentar excesivamente las solicitudes de visas de Responsabilidad Democrática y están todas en regla y no hay margen para depurar…
Es lo que tenemos que evaluar bajo la lógica de migración ordenada.
¿Se podría suspender la entrega de la Visa de Responsabilidad Democrática?
Ha sido evaluada positivamente. No existe ningún antecedente al día de hoy que la lleve a eso, pero sí puede surgir -adelanto yo- que a lo mejor se tiene que tomar mucho más énfasis en esta fase en una visa de reunificación familiar, porque ya que tenemos una cantidad importante de venezolanos, a lo mejor más que nuevas familias uno puede darle una prioridad a la reunificación de los que ya están.
¿Se implementará eso ahora?
Son las cosas dinámicas que estamos evaluando… No visualizo el cierre de una visa determinada, puedo hacer los énfasis en otro tipo de realidad. Lo que sí es que responsablemente el gobierno -y es lo que no hizo el gobierno anterior- puede ejercer el derecho que tiene un gobierno de mayoría y respaldo democrático, de ir evaluando y reevaluando sus políticas migratorias. Y eso es una potestad que tiene el Ejecutivo.
El Presidente planteó la idea de que exista una coordinación regional entre los países de la Alianza del Pacífico. ¿Es necesario?
Tal cual como lo dijo el Presidente, la magnitud de la migración desde Venezuela a la región ha sido significativa. Si uno compara cifras con lo que pasó hasta ahora en Siria, estamos hablando que luego vamos a llegar a cantidades de personas similares. Más o menos las cifras hablan de que en Siria hay seis millones de personas entre refugiadas, desplazadas en Siria, y aquí ya se habla de más de cuatro millones de venezolanos (…). La magnitud lleva a la necesidad de pensar en esta materia de manera regional.
¿De qué manera?
La Cancillería es la encargada de pronunciarse sobre la materia.
A través del Grupo de Lima se han ido fijando directrices para generar presión en contra de Maduro, pero no ha habido una coordinación respecto al tema migratorio. ¿Esa podría ser la plataforma?
No me puedo pronunciar sobre la materia propia de otro ministerio.
¿Debería haber reglas parecidas entre los países?
No soy la persona llamada a entregar una orientación…
Si es que esto no se trabaja de manera regional, ¿se podría transformar en una crisis para Chile?
Todos los flujos migratorios significativos, en cuanto a los volúmenes que estamos hablando hoy día, dado las cantidades que estamos hablando hoy en Venezuela, sí pueden ser factores de crisis, no solo para el país, sino para los países que están aledaños a ellos. Yo voy a dar un ejemplo, que no está enmarcado dentro de la lógica de la crisis, pero sí de la lógica de la interdependencia de los países: basta que Perú tome la decisión de implementar la visa de turismo consultar para que esto, inmediatamente, tenga una implicancia directa en la situación que se produjo en Chacalluta.
El gobierno transmite que migraciones es una materia que es bien valorada por la ciudadanía. Por estos días la han mantenido en agenda. ¿Es un tema que les conviene?
Aquí hay una convicción del Presidente Piñera. No lo veo en una condición de rédito político. •