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JON LEE ANDERSON Y EL RETRATO DE UNA IZQUIERDA ‘COMO ALMA EN PENA’

¿Qué piensa el biógrafo del Che Guevara sobre el giro a la derecha en la América Latina actual?

POR: ALEXIS SERRANO CARMONA

Cuando lo entrevistó en su casa, en Chile, para un perfil que iba a escribir, logró que Pinochet le dijera esta frase: “Solo he sido un aspirante a dictador… La historia nos enseña que los dictadores siempre acaban mal”.

Jon Lee Anderson es uno de los periodistas anglosajones más reputados. Escribe para la revista The New Yorker, referente mundial; escribe en inglés, para el público estadounidense, pero durante gran parte de su vida su mirada ha estado fija en América Latina.

Hizo una biografía del Che Guevara en la que trabajó por cinco años; también perfiles sobre Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Pinochet; crónicas sobre El Salvador, Colombia, ha conocido de cerca las favelas de Brasil. Y tiene un furioso etcétera en su haber.

– Siempre me ha provocado interés el fascismo –dice–. Pero es un interés crítico. Me siento como un estudiante, un aficionado de la historia. Con Pinochet era la posibilidad de tenerlo frente a frente. Y recuerdo su cara, lo que me dijo. Y pude jalarle la lengua. Era ver quién era ese hombre que había adquirido cierta mitologización desde la centro derecha por su supuesto milagro económico; eso había, de alguna forma, secado la sangre que derramó.

Anderson estuvo en Quito y cuando charlé con él, le hice la pregunta que más deben haberle hecho. Y, mientras me respondía, le molestaba el ‘flash’ de la cámara. “¿No vas a hacer eso todo el tiempo, verdad?”, le dijo al fotógrafo que me acompañaba. “Me puede dar un ataque epiléptico. Escoge tus momentos”. Pero eso es cuento aparte.

Le había preguntado qué sintió al ser uno de los primeros en ver el cadáver del Che luego de que lo desenterraran en Bolivia. ¿Qué sintió, pues, después de haber trabajado tanto en esa historia?

– Fue estremecedor. Sentí que había ayudado a cerrar un papel histórico. Sabía que la viuda, que yo conocía, y los hijos, iban a poder tener los restos de su padre y su marido de vuelta. Era muy conmovedor.

Usted dijo que si el Che viviera, estuviera en Cuba como un anciano sabio.

Sería anciano y era un hombre inteligente. Sería un maestro ‘Yoda’ barbado. Yo dije hace algunos años que si el Che estuviera vivo y hubiera visto los cambios en Cuba, habría sido leal en público y crítico en privado. Pero, de vez en cuando, habría lanzado una declaración lapidaria que resonara en los oídos de los demás. Es lo que hacía.

¿Cuál es su visión de la América Latina actual, que, aparentemente, deja un giro que había dado hacia la izquierda y ahora vuelve a la derecha?

Sin duda es así. Es un proceso potenciado por el fenómeno de Trump y por el declive de la izquierda, que estaba sustentada por el precio del petróleo. Vemos a una izquierda como alma en pena, muy enturbiada por los actos de corrupción y por la arrolladora potencia de la derecha. Una derecha que intenta acabar con todo lo que queda del legado socialista en el hemisferio. Sobre todo desde que Jonh Bolton llegó a ser asesor de Seguridad de Trump, para inaugurar una política que indica que la troica de la tiranía es: Cuba-Venezuela-Nicaragua y los quiere liquidar. Sustentado también abiertamente por regímenes como el de Bolsonaro o el de Uribe; perdón, Duque (risas).

¿Qué opinión tiene de la situación de Venezuela? De su política actual…

¿Qué política? Una política de supervivencia a estas alturas. Es un país en pleno colapso. Es como un velero que ha perdido mástiles, velas y tiene huecos.

¿Ve una salida?

Podría haber. Para mí debería ser negociada. Si la polarización sigue después de la derrota de Maduro, tampoco es conveniente. Hay millones de personas de ambos lados. No puedo cuantificar a los venezolanos chavistas, pero muchos se sienten leales al legado de Chávez. Y Maduro es su heredero. Que no lo hace bien, es una cosa, pero hay que darles una alternativa. Es un país muy rico con gente muy pobre. ¿Qué haces? ¿Entregarlo al mercado y decir que el mercado lo va a resolver? No me fío mucho del mercado y creo que ellos tampoco. La única solución es un pacto para menguar las tensiones, entrar en una fase transitoria, en la que los de Maduro tienen todo que perder.

¿Elecciones anticipadas?

Sí. Si quieren un país soberano, arréglenlo ya. ¿Acaso quieren un golpe de Estado en el que Maduro y su gente se van? ¿Y qué de toda la gente que los ha apoyado? ¿Y qué de la gente que creía en esa cosa? ¿Los vas a excluir? ¿Vas a vengarte de ellos? Tiene que haber un pacto. Pero eso requiere coraje, valentía, gente de visión.

Gente dispuesta a renunciar.

Claro, exacto.

De lado y lado.

De lado y lado.

Usted dijo esta frase sobre el rol de la prensa en Estados Unidos: “Trump es el enemigo”. Aquí los periodistas pasamos 10 años defendiendo nuestro trabajo. ¿Es ese el único activismo que se nos permite?

(Piensa por un momento) No. Creo que los tiempos reclaman más activismo. Esto no es algo que yo tenía presente hace dos años, ni habría dicho que un presidente fuera el enemigo de la prensa; pero ahora tenemos un tipo que tiene cargo de presidente y que todos los días ataca a la prensa. Actúa como matón, es racista, ha traído a la Casa Blanca los peores aspectos de la personalidad norteamericana. Es un asco de persona. Nunca antes había pasado en Estados Unidos, se porta como un patán. Y se lo digo ‘a calzón quitado’.

Usted dijo: ‘Si él gana, nosotros perdemos’

Claro que sí. Es más, tú me preguntaste si la defensa del periodismo es el único activismo permitido para los periodistas: coño, subrayo, tenemos que defendernos. Si nos están atacando, nos defendemos. No tenemos nada de qué disculparnos.

Acá vivimos todo esto y quedó claro que si no nos defendemos nosotros mismos…

Arrasan con uno. ¡Claro! Es la profesión de uno, el nombre de uno. Es a lo que hemos dedicado la vida y, finalmente, es la vida misma. Y la otra cosa que me queda clarísima es que debemos también ser activistas a favor de la democracia. Y no es una aseveración ideológica; es que la democracia es lo único que nos protege a todos y nos da derechos cívicos. A mí me gustaría vivir en un país en el que puedo debatir con un maoísta y con un neoconservador; no en uno en el que algunos están excluidos de la conversación. Y resulta que nos ataca Trump, porque sabe que somos su peor enemigo, porque somos los que podemos develar la verdad que él quiere esconder.

¿Se considera de izquierda?

No me gusta andar con definiciones. Yo no soy de derecha. (Risas)

Al inicio, comentaba que muchos de los temas que trata le provocan enojo, ira. ¿Cómo lidiar con el periodismo y la ira de esos temas?

Yo canalizo todo alrededor del periodismo. Si siento indignación por una injusticia, intento plasmarlo en lo que escribo. Si me siento indignado, no quiero escribir algo aséptico, quiero que el lector se indigne también. Si he llorado ante un hecho, quiero que mi lector llore también. Quiero que sienta algo; si no, ¿para qué sirve?

Venezuela es un país en pleno colapso. Es como un barco velero que ha perdido los mástiles, las velas y tiene huecos”.

Trump actúa como matón, es racista, ha traído a la Casa Blanca los peores aspectos de la personalidad norteamericana. Se lo digo ‘a calzón quitado’”.

Vemos a una izquierda muy enturbiada por los actos de corrupción”.

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