«ETA siempre consideró a los Grapo una banda armada de segunda y a Resistencia Galega, de tercera. Pero con los años, y al coincidir en cárceles, se crearon nexos y contactos necesarios para escapar o comprar armas». La Guardia Civil va más allá al poner el foco en el hermanamiento de colectivos legales y próximos a Resistencia Galega: «El movimiento de liberación nacional de aquí es una copia del vasco y ambos tienen relación con Cataluña. Llevan años organizando actos juntos».
Mantra generalizado
La importancia de estos grupos legales, pero igual de reaccionarios y contestatarios, es mayúscula para los encargados de rastrearlos. «Son la base, el caldo de cultivo. Solo hay que leer sus redes sociales para darse cuenta, para preguntarse qué fija el límite entre libertad de expresión y enaltecimiento del terrorismo. Existe el mantra en la izquierda nacionalista gallega de que estos sentenciados son presos políticos, por eso no respaldan las condenas impuestas y se reclama su libertad o, al menos, su acercamiento a penales gallegos». El mismo Toninho, en su último vídeo difundido, en el 2014, desnudaba sus pretensiones. Lo hizo sin dar la cara, con una bandera de Galicia con la estrella de cinco puntas de fondo y un discurso tan delirante como peligroso para la ciudadanía: «Los enemigos de Galicia deben ser fustigados en todo lugar y circunstancias».