Desde la presencia de un amplio número de etnias que reivindica desde siempre sus valores de identidad como son, el idioma, las costumbres, la religión y una zona de influencia, han propiciado graves y crueles conflictos armados e incluso, sublevaciones. Cualquier buen libro de historia de Rusia documenta lo anterior. Ucrania, como se constata en las confrontaciones de la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los objetivos prioritarios de la expansión militar de la Alemania nazi. También, fue una zona de absoluta prioridad en cuanto a producción y dominación por parte de Iosif Stalin, para garantizar la salida al Mar Negro y por lo tanto, al Mar Mediterráneo. Crimea –parte original de la integridad territorial de
Ucrania, le permitió a los zares y a los autócratas soviéticos, mantener una presencia clave en las rivalidades marítimas. En marzo de 2014, se firma el acuerdo de adhesión de la península a la Federación de Rusia, en medio de las protestas internacionales y la inconformidad de la población.
Nada de eso valió.
En la historia, las causas de las guerras, han ido del mito (Troya y Helena) a las causas religiosas (en realidad comerciales como Las Cruzadas), sin embargo y sin excepción, han sido las disputas por territorios, mares, cuerpos de agua y pasos estratégicos y sus proyecciones (contemporáneas) a la atmósfera y el espacio, lo que han motivado a las guerras. Hoy no es diferente. Para Rusia garantizar distancia física de sus rivales y a veces enemigos, europeos, es crítico. Como lo es también de su otro adversario y a veces enemigo, Japón. Eso fue lo que motivo a Stalin en las conferencias de paz con los aliados Francia, Reino Unido y Estados Unidos.
En aquélla época se argumentaban principios de las ideologías predominantes. Ahora estamos ante la política real, frente a las confrontaciones directas de los intereses de poder regionales e internacionales, sin otra intención que hacer valer, incluso por la fuerza armada, las prioridades geopolíticas en confrontación. No hay promesas de libertad, democracia y desarrollo en conflicto. No es una Guerra Fría. Es la guerra por la supervivencia o por la imposición, dependiendo del bando, lo que motivan las guerras entre Estados.
Para Rusia garantizar distancia física de sus rivales, y a veces enemigos, europeos, es crítico. Como lo es también de su otro adversario, y a veces enemigo, Japón. Eso fue lo que motivó a Stalin, en ese entonces, en las conferencias de paz con los países aliados que eran Francia, Reino Unido y Estados Unidos.