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LA IZQUIERDA, VENEZUELA Y COLOMBIA

  • El Colombiano
  • 13 Jan 2019
  • Por RAFAEL NIETO LOAIZA rafaelnietoloaiza@yahoo.com

No hay duda de que ha habido un cambio sustantivo en América Latina. La izquierda, que dominó la región del Río Grande hacia el sur, con algunas, está de retirada.

Dos factores han contribuido para ello: por un lado, la crisis económica de Venezuela, la ubre de la que han mamado todos; por el otro, el desastre ideológico, económico y ético de los gobiernos de izquierda que, al final, terminaron por agotar a sus pueblos y dieron espacio para el retorno de la centroderecha y de la derecha.

En efecto, los gobiernos de izquierda en la región desarrollaron una agenda ideológica muy fuerte, con promoción del aborto, el matrimonio homosexual y la ideología de genero, que terminó por agotar a la población, avasallada por unas élites que desarrollaban su agenda sin consideración alguna por las convicciones más profundas de los ciudadanos. Como reacción, se levantaron y votaron contra la izquierda. Además, la estela de corrupción que han dejado es inmunda. Los motivos son varios, entre ellos algunos que son comunes, que abarcan todos los partidos y movimientos. Pero hay unos que le son intrínsecos, que son de su naturaleza:

a. la izquierda es amoral, está afincada en la premisa de que el fin justifica los medios y que para conseguirlo vale todo, desde la mentira hasta la violencia, la combinación de todos los medios de lucha. b. Los cuadros de la izquierda se han formado sobre la pretensión de que son la vanguardia, unos iluminados que, ellos sí, saben lo que le conviene al pueblo, al que al final desprecian, aunque digan solo querer su bienestar. Como resultado, aparecen las nomenclaturas que creen que todo lo merecen y que terminan por justificarse a sí mismas sus privilegios y sus pillerías. c. Finalmente, la izquierda es, por definición, no democrática, y, por tanto, cuando llega al poder intenta acumularlo tanto como le sea posible, erosiona la independencia de los otros poderes públicos, los va cooptando y subordinando, y desmonta el sistema de frenos y contrapesos que es esencial al régimen democrático y que, aún con sus debilidades, resulta fundamental para ponerle freno a la corrupción. En su versión definitiva, la izquierda autocrática o la dictadura, es el perfecto caldo de cultivo para la corrupción rampante y desenfrenada.

Por último, la economía. El modelo económico de la izquierda, anticapitalista, es el camino más directo al fracaso, a la pobreza. No hay un solo país donde la izquierda haya sido exitosa. Fracasó en la Unión Soviética, en los países de la Cortina de Hierro, en la China de Mao, en Vietnam. Y fracasa hoy de manera estruendosa en Cuba y en Nicaragua, que en el último quinquenio han sobrevivido solo por el subsidio de Venezuela. Y como la estupidez del socialismo del siglo XXI no tiene comparación, Venezuela es el ejemplo definitivo de una nación inmensamente rica arruinada, hasta la miseria, por el modelo político y económico de la izquierda chavista.

Pues bien, la accidentada y cuestionada posesión de Nicolás Maduro generó muchísimos movimientos diplomáticos. Por primera vez, se consiguió un repudio al régimen por parte de la OEA y al rechazo se han sumado gobiernos de Europa. La política exterior de Iván Duque en relación con el régimen chavista ha dado un giro radical y para bien, y ha sido exitosa. El socialismo del siglo XXI ha dejado de ser el nuevo “mejor amigo” de Colombia, una vergüenza con la que vivirá Santos hasta el final de sus días, corresponsable, con su canciller, de la tragedia venezolana.

Yo me temo, sin embargo, que la presión internacional será inútil. El chavismo solo caerá si pierde el apoyo de las Fuerzas Armadas y tal cosa no parece que vaya a ocurrir. En cambio, todos los datos indican que el giro será hacia un modelo chino, de partido único y capitalismo. Colombia tendría que convivir con esa realidad y obtener al menos dos objetivos: que frene la migración hacia nuestro país, que está cerca de ser insoportable, y recuperar un mercado que alcanzó los seis mil millones de dólares y que le daría un impulso fundamental a la economía y a las zonas de frontera

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