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La migración obliga a los niños a trabajar Los infantes realizan labores informales y se ubican, sobre todo, en los distintos semáforos de Ibarra. Muchos se dedican a vender caramelos, otros a limpiar parabrisas o a pedir alguna moneda a la gente

Los infantes realizan labores informales y se ubican, sobre todo, en los distintos semáforos de la ciudad.

  • La Hora Carchi -Ecuador
  • 1 Jun 2019

IBARRA • Ariel es un niño silencioso. Camina por las calles de Ibarra al lado de su tía. Tiene 11 años, lleva una pantaloneta azul y una camiseta roja, con el sello de Spider-man. Pese a que llueve en la urbe, él está sin frío, listo para un nuevo día de trabajo.

El niño comenta que trabaja en una mecánica de carros. Ahí le ayuda al dueño componiendo las piezas de los autos, lavando la carrocería, haciendo las actividades que le ordenen. Se siente tranquilo en esta labor porque en el lugar le dan pan con café como desayuno y le sirven el almuerzo completo. Por día, le pagan 2.50 dólares y con eso se siente tranquilo porque puede ahorrar y enviar algún dinero a Venezuela.

Con datos a noviembre del 2018, según el ministerio del Interior, de 2.000 venezolanos que ingresaban a diario en el país, el 21% eran niños, niñas y adolescentes. Muchos de ellos, se dedican a trabajar, interrumpiendo sus estudios.

Sueños futuros

En la ciudad de Ibarra, alrededor del Mercado Amazonas, la avenida Atahualpa y la Mariano Acosta, es donde más migrantes se encuentran trabajando de manera informal. Muchos se dedican a vender caramelos, otros a limpiar parabrisas o a pedir alguna moneda a la gente que transita. En estos puntos, sus hijos le acompañan en varias ocasiones. Incluso, los niños los reemplazan en esta labor cada cierto tiempo.

Josué lleva una caja de caramelos, por ejemplo. Él está parado al lado de un semáforo. Cuando se pone el color rojo, aprovecha para acercarse a los autos y ofrecer sus productos. Algunos vehículos le compran, otros le cierran la ventana o se hacen los distraídos. El niño de 10 años dice que gana para comer al día. No saca dinero para ahorrar ni nada.

El infante comenta que extraña su país, su casa, su barrio, pero le tocó salir de ahí con sus familiares porque no tenían que comer. “Allá jugaba béisbol con mis amigos. Quería ser un jugador profesional. Cuando regrese, eso es lo primero que voy a hacer”, dice sonriente.

Protección de derechos

Mirian Arellano, miembro del Consejo Cantonal de Protección de Derechos de Ibarra, comenta que tienen unos casos de Acnur, donde han solicitado medidas de protección. Esto pedido es en favor de los adolescentes extranjeros para legalizar la estadía en Ecuador, porque vienen sin representantes legales.

Sobre los niños que trabajan en las esquinas de la ciudad, Arellano indica que no han recibido ninguna denuncia. “Hemos tenido reuniones con el MIES y entidades con las que trabajamos juntos, para trabajar en política pública y erradicar esta situación, igualmente con el ministerio de Trabajo”.

La funcionaria agrega que en el encuentro provincial de juntas cantonales, en Imbabura, se planificó trabajar con más ahínco para combatir esta situación. “Lastimosamente en la actualidad es muy apresurado trabajar, digamos, porque los niños son de paso. Ya conocemos, queremos actuar, pero los niños ya no se encuentran. Ya viajaron. Porque se quedan en la ciudad dos o tres días”.

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