Como se venía anticipando en los últimos tiempos, el llamado Frente Amplio, esto es la multicolor coalición política de izquierda que hoy gobierna a Uruguay con la influencia decisiva del Partido Comunista, acaba de expulsar de sus filas al actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien fuera canciller uruguayo durante la gestión del expresidente José Mujica.
La expulsión se decidió por razones claramente ideológicas. Esto es, por la fuerte intemperancia y la abierta intolerancia de sectores partidarios ante opiniones y criterios contrapuestos a los suyos. En otras palabras, por el “delito político” de pensar de modo distinto y atreverse a hacerlo público.
Lo resuelto es claramente otra demostración cabal de autoritarismo ideológico, sobre la base de una torpe disconformidad con las reiteradas críticas de Almagro a las preocupantes situaciones en las dictaduras enquistadas en Venezuela y Cuba. Se trata, obviamente, de dos de las tres dictaduras regionales, en cuya lista debe incluirse también a Nicaragua.
Las acertadas críticas de Almagro tuvieron que ver muy particularmente con la notoria falta de vigencia y de respeto por los derechos humanos y las libertades civiles y políticas en las naciones antes nombradas.
Respecto de Cuba, Almagro la denominó “la dictadura más antigua de América”, lo que por lo demás es rigurosamente cierto. Y la calificó de “arcaica”, lo que también se ajusta a la estricta realidad en que vive sumergido un pueblo que ha sido postergado y sometido por la fuerza, desde hace ya 60 largos años.
En el desempeño de su alto cargo, Almagro comprendió que la libertad supone siempre responsabilidad y no se calló ante las enormes violaciones a los principios constitutivos de la democracia, ejerciendo así su libertad de opinión.
Entre otras razones, fue sancionado por no descartar expresamente que, entre las diversas opciones abiertas sobre el posible futuro del actual desastre socioeconómico venezolano, podría también eventualmente existir una equivocada opción de corte militar.
En el mismo encendido plenario frentista uruguayo, curiosamente se decidió también inhabilitar al exdirigente tupamaro Raúl Sendic hasta 2020 para ser candidato político de la izquierda. Esta sanción obedece a que malversó caudales públicos e incurrió en reiterados abusos de poder en el desempeño de distintos cargos en su país.
El ya desprestigiado Sendic protestó airadamente contra la leve sanción que le fuera impuesta, señalando que el mero descubrimiento público de sus distintas fechorías financieras, perpetradas mediante el uso de tarjetas de crédito cuando era funcionario, debía tenerse como una suerte de incómodo “escrache”, del que insólitamente alega haber sido víctima. Salta a la vista el carácter infantil de este razonamiento, propio de alguien que no encuentra excusas válidas para justificar su lamentable y vergonzoso proceder.