Perfil (Sabado)5 Sep 2020JORGE FONTEVECCHIA
Little Venezuela es el nombre de una zona del barrio de Salamanca en Madrid rebautizado tras la crisis que obligó a emigrar a millones de venezolanos de los cuales parte se concentró allí. Pero “Little Venezuela” es también la forma despectiva con que denominan a la Argentina de los Fernández los antioficialistas en las redes sociales. ¿Argentina iba a ser Venezuela si no ganaba Macri en 2015 y lo será ahora que ganaron los Fernández? ¿Cristina Kirchner sufrió la misma persecución judicial que llevó a la cárcel a Lula? ¿Su partido, el Partido de los Trabajadores (PT), es como el peronismo en Brasil? Finalmente, ¿Lula y los Kirchner son igualmente populistas como Chávez y ahora Nicolás Maduro?
No pasa una semana sin que algún hecho o declaración confirme para parte de la sociedad que la Argentina no tiene destino y se encamina a su insignificantización. La toma de tierras, ya sea en el sur por los mapuches o en la provincia de Buenos Aires por familias indigentes, con las repetidas controversias conceptuales entre los ministros de Seguridad de la Nación y la provincia de Buenos Aires, ocuparon horas de atención de los medios y la audiencia.
¿Realmente nos rige la anomia que nos lleva sin escalas al mismo proceso de involución de Venezuela sobre sí misma en las proporciones que le correspondan a Argentina? Habiendo experimentado nuestro país esos estados de ánimo en otras épocas habría que relativizar esa prospectiva. En 1992 el humorista Tato Bores dedicó algunos de sus programas a lo que llamó “El misterio argentino” (https://www.youtube.com/ watch?v=6ihjrpg715s) interpretando a un antropólogo del futuro que en excavaciones descubría las ruinas de un país que había existido y se llamaba Argentina.
Para trascender nuestros comprensibles humores la respuesta sobre si el futuro de la Argentina está condicionado por el carácter populista de su sistema político se dedicaron los dos reportajes largos de esta edición (páginas 34 a 40) a dos especialistas extranjeros sobre el tema. Pierre Rosanvallon, director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia, profesor del Collège de France, autor de más de veinte libros sobre ciencias políticas y varios de ellos dedicados especialmente al populismo. Y Maria Hermínia Tavares de Almeida, directora del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Pablo y presidenta tanto de la Latin American Studies Association como de la Asociación Brasileña de Ciencia Política.
Las respuestas de ambos intelectuales coinciden en sacar a la luz las diferencias de los parecidos. Para Pierre Rosanvallon, “el populismo es una patología de la democracia”. “Los populistas no tienen adversarios; tienen enemigos”. “La crisis de representación actual se debe a que la sociedad ya no es de clases”. “Los políticos se convirtieron en emprendedores de la lucha por el poder”. “Un vínculo personal entre el líder y el pueblo puede devorar el espíritu democrático”. “Una característica común a todos los regímenes populistas es que desprecian a los tribunales constitucionales”. “Gobernar es conducir ideas, no solo intereses”. “La democracia necesita de intermitencias electorales y de permanencia de valores”. “El populismo latinoamericano simplifica la democracia intentando contenerla; pero el riesgo es simplificarla y distorsionarla”. “El proteccionismo ofrece una ilusión de consistencia que les gusta a los populistas”. “Era esperable una presidencialización de las democracias”. “Los poderes ejecutivos son más eficaces que los parlamentos en una situación de emergencia como la actual”.
Para Maria Hermínia Tavares de Almeida: “El peronismo y el PT son solo primos lejanos”. “El PT no tiene la centralidad del peronismo”. “En Brasil, siempre el presidente (Lula en su momento) tuvo más votos que su partido” a diferencia de Argentina, donde Cristina Kirchner tiene menos votos que el Partido Justicialista. “No hay comparación entre el rol que juega el peronismo en la historia argentina y el del Partido de los Trabajadores”. “Bolsonaro capitalizó un sentimiento muy fuerte contra el Partido de los Trabajadores”. “El PT no intentó controlar ni a la Corte Suprema ni a la prensa”.
Otro ejemplo de confusión entre lo similar y lo idéntico es el papel de las fuerzas armadas en Latinoamérica, que más allá de su “flash psicótico” lo llevó a Duhalde a creer que habría un golpe de Estado militar en Argentina antes de llegar, a ser “Little Venezuela”. En Venezuela las fuerzas armadas están ideologizadas, son la principal sustentación de Maduro, el propio Chávez era un militar. En Brasil las fuerzas armadas, que también son una fuerza de sustentación de Bolsonaro, son totalmente diferentes a Venezuela: son tecnocráticas. En palabras de Maria Hermínia Tavares de Almeida: “Los militares de Brasil siempre fueron desarrollistas”. “En las encuestas, las fuerzas armadas tienen una evaluación mucho mejor que el Congreso, los partidos, el gobierno”.
Corolario: Little Venezuela seguiría siendo el barrio con más venezolanos de Madrid, y la Argentina será su propio ser.
Ni Cristina Kirchner y menos aún Lula son formas de populismo comparables al del régimen venezolano
Los militares en Brasil hoy son universitarios de prestigio en las antípodas de la distopía golpista de Duhalde