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Los 33 días de Simonovis

  • ContraReplica
  • 27 Jun 2019
  • ANDRÉS CAÑIZÁLEZ

Todo sabemos en Venezuela que hay una caja negra. La tumba, así le han llamado a una prisión ubicada bajo tierra. Pero no es sólo ese lugar de detención. Hay otros infiernos como el helicoide, una estructura nunca concluida que devino en cuartel de la policía política del chavismo. En lo que parece ser una escuela del terror de las dictaduras, a los presos políticos no sólo se les incomunica, aislándose de sus familiares, o se les impide ver a sus abogados, sino que se juega con su psiquis. Una de esas prácticas es evitar que el detenido sepa cuando es de día o de noche, romper el ciclo de sueño asociado al sol descontrola a cualquiera. Y eso lo saben los torturadores.

Cada cierto tiempo un testimonio directo de una víctima del chavismo nos viene a recordar, a propios y extraños, que el elefante sigue allí. Que la máquina del terror no descansa. Que quienes estamos fuera de la tumba en realidad convivimos con ella, sencillamente porque miramos a otro lado.

El más reciente testimonio ha sido de Iván Simonovis, un comisario de la policía científica contra quien el chavismo mostró saña a lo largo de los años. Detenido desde el años 2004, el régimen nunca le perdonó a Simonovis que haya desmontado la tesis oficial de lo que fue una confusa matanza de personas civiles, como hecho que antecedió al golpe de Estado que separó a Hugo Chávez del poder en 2002.

Gracias a Simonovis y al testimonio de otros policías, también en prisión, se supo que en aquellos actos tuvieron responsabilidad unos pistoleros vinculados al chavismo. Por cosas paradójicas de la vida, el más visible de aquellos civiles armados llamado Richard Peñalver, ha buscado refugio en España aduciendo ser un perseguido político en Venezuela… por el propio chavismo.

No perdamos de vista a Iván Simonovis. Desde Washington, a donde finalmente llegó tras una fuga de Venezuela. Ha dado él una de esas cifras que hielan la sangre. De los 9 años que estuvo en los calabozos de la policía política venezolana apenas tuvo acceso a la luz del sol 33 días.

Simonovis estuvo tanto en prisión como detenido en su residencia. Esto último en buena medida gracias a la presión que logró motorizar su esposa Bony.

He sacado una rápida cuenta. Los 9 años y poco de Simonovis en calabozo son equivalentes a 3.300 días. Si apenas pudo disfrutar la luz del sol en 33 días eso fue equivalente al 1%. Sí, el 1% de todo el tiempo que estuvo en los centros de reclusión del régimen venezolano. El otro 99% de sus días no hubo luz solar.

Simonovis hizo bien en contar cada día. Esa cifra que es suya, ahora también es nuestra, de cada venezolano, y en verdad de cada demócrata. Esa cifra nos ratifica cual es la naturaleza del régimen chavista.

• Periodista e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas.@infocracia

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