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Merkel se une a Macron en su propuesta de crear un Ejército europeo

/ F. FLORIN (AFP)
La canciller alemana, Angela Merkel, ayer en el Parlamento Europeo en Estrasburgo.

La canciller alemana, Angela Merkel, defendió ayer la creación de un Ejército europeo, una idea propuesta antes por el presidente francés, Emmanuel Macron, que despertó la ira de Donald Trump. Ante un Parlamento Europeo en el que se sucedieron aplausos y algunos abucheos, Merkel reclamó una política exterior y de seguridad común para la UE. Después de avances como el euro o la supresión de fronteras, dijo, “ahora seguiremos trabajando en la visión de tener un día un auténtico Ejército europeo”. Esas fuerzas armadas garantizarían “que una guerra entre países europeos nunca más será posible”.

La canciller alemana, Angela Merkel, defendió ayer sin ambages en un discurso ante el Parlamento Europeo una política exterior y de defensa común que corone la integración política alcanzada durante los últimos 60 años en áreas como la política monetaria o de supresión de fronteras. La moneda única y la zona Schengen eran “proyectos visionarios”, recordó la canciller. “Ahora seguiremos trabajando en la visión de tener un día un auténtico Ejército europeo”, propuso.

Más aplausos y más abucheos que ningún otro líder europeo. La canciller alemana, Angela Merkel, logró encandilar y soliviantar por igual a los diferentes grupos políticos del Parlamento Europeo durante una solemne intervención que esboza ya el testamento político de la dirigente que ha marcado los tres últimos lustros de la historia de la UE.

Con su defensa de unas fuerzas armadas comunes, la líder alemana se suma a la propuesta lanzada por el presidente francés, Emmanuel Macron —una idea que ha provocado el enfado del presidente de EE UU, Donald Trump—. Merkel subrayó que la creación de un Ejército europeo “demostrará al mundo que una guerra entre países europeos nunca más será posible”. La canciller incluso sugirió crear un contrapeso político e institucional a ese Ejército europeo en forma de una suerte de “consejo de seguridad” de la UE, a imagen y semejanza del que opera en la ONU. Ese órgano contaría con la participación rotatoria de los socios, según la propuesta alemana, y podría emitir una posición europea sobre los conflictos internacionales que se produzcan.

Las palabras de la canciller desataron los aplausos de los grupos más europeístas y los silbidos de los llamados grupos euroescépticos y soberanistas. “No me asustan, yo también soy parlamentaria”, reaccionó con calma Merkel ante las señales de protesta. “Los abucheos me honran y demuestran que tengo razón”, añadió poco después ante los pataleos. Mucho menos diplomática fue la reacción del presidente del Parlamento, Antonio Tajani. “¿Necesitamos un veterinario en la sala?”, espetó el italiano ante la actitud de los euroescépticos.

Las muestras de apoyo y desaprobación demostraron que la comparecencia de Merkel (probablemente la última en la Eurocámara) no era una cita más de la serie que la institución está realizando con los presidentes de Gobierno para analizar el futuro de Europa (en enero de 2019 se espera al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez).

La canciller llegaba a Estrasburgo poco después de anunciar que en diciembre iniciará su retirada de la vida política (abandonando la secretaría general de la CDU, su partido). Su marcha, como señaló ella misma ante el pleno europeo, coincide con una grave crisis de identidad de la UE, desconcertada ante el resquebrajamiento del orden internacional forjado en la segunda mitad del siglo XX y por el distanciamiento de un aliado esencial como Estados Unidos. En ese escenario de temor y cambio, la canciller aprovechó para asumir el papel de autoridad moral y política frente a la deriva autoritaria y antieuropea de un creciente número de Gobiernos de la UE. Los reproches golpearon a derecha e izquierda, a Ejecutivos de su propia familia política (Partido Popular Europeo) y también de formaciones de izquierda.

“Quien pone en peligro la libertad y el Estado de derecho en su país lo está poniendo en peligro

en toda Europa”, advirtió Merkel en un mensaje claramente dirigido contra la Hungría de Viktor Orbán o la Polonia de Jaroslaw Kaczynski. La sacudida contra la Italia del Movimiento 5 Estrellas y la Liga llegó por la falta de respeto a las normas de la Unión Monetaria, imprescindibles, dijo Merkel, para preservar el euro. El rapapolvo se produjo el mismo día en que expiraba el plazo concedido por la Comisión Europea a Roma para que presente un nuevo proyecto de presupuestos, tras ser rechazado el anterior. El Gobierno de Giuseppe Conte no parece dispuesto a modificar su propuesta, lo que amenaza con quebrar el Pacto de Estabilidad.

Críticas a la canciller

El canciller austriaco, el conservador Sebastian Kurz, también recibió un rapapolvo tras anunciar su Gobierno la intención de abandonar el Pacto de Migración de la ONU, una decisión que podría impedir a la UE ratificar ese texto. Merkel advirtió de que los países que se desmarcan de la política exterior común debilitan la posición internacional de la Unión.

La canciller también lanzó avisos a los países que, como España, se resisten a que una futura guardia europea de fronteras asuma competencias atribuidas ahora a las fuerzas nacionales de seguridad. “Si cada uno se aferra a su competencia nacional, ese cuerpo europeo no funcionará”, subrayó. “Por eso habrá que ceder competencias nacionales”.

Pero la líder alemana también tuvo que encajar su ración de críticas y acusaciones, procedentes, sobre todo, de los grupos progresistas de la Cámara. Los intervinientes acusaron a la canciller y a su antiguo ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, de imponer una austeridad fiscal que habría destruido Grecia y alimentado la aparición de fuerzas populistas y xenófobas en toda la zona euro.

Parte de la Cámara acusó a Berlín de desencadenar la crisis de refugiados de 2015 con una política de puertas abiertas. En el terreno institucional se le reprocha que apostara por un método intergubernamental (durante la crisis del euro en particular) que acrecienta el poder de países grandes como Alemania, en detrimento del método comunitario apoyado en las instituciones comunes (Comisión y Parlamento).

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