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Miami, ciudad global, sufre el peso de su éxito

  • El Nuevo Herald (Sunday)
  • 27 Jan 2019
  • POR SARAH MORENO
VISTA DEL Puerto de Miami y la Bahía de Biscayne con la Torre de la Libertad y la American Airline Arena en primer plano. El impetuoso crecimiento del downtown evidencia que la ciudad gana importancia constantemente.

En los años 1980 Miami era una ciudad convulsa y compleja. Los cowboys de la cocaína coordinaban desembarcos secretos de drogas por el río y provocaban tiroteos en lugares públicos.

Era una ciudad al límite que había recibido de golpe a 125,000 refugiados cubanos por la flotilla del Mariel y que además se debilitaba en conflictos raciales.

El sociólogo y académico cubanoamericano Alejandro Portes decidió titular su análisis sobre la situación del Miami de los 1980 City on the Edge – The Transformation of

Miami, escrito junto al profesor Alex Stepick y publicado en 1993.

Un cuarto de siglo después Miami se ha convertido en una ciudad global de importancia financiera y económica para todo el hemisferio. Este nuevo panorama no se podía documentar con unos capítulos añadidos al libro original, por lo que Portes decidió escribir

uno nuevo, The Global Edge:

Miami in the XXI Century, que se presentó el viernes 25 de enero en Books and Books, de Coral Gables.

“Miami es el segundo centro financiero en la costa este, después de Nueva York”, señala Portes, indicando la existencia de alrededor de

500 bancos internacionales en la zona de Brickell y Coral Gables, que se caracterizan por una importante concentración de capitales, en gran medida procedentes de Latinoamérica.

“Miami siempre tuvo una posición geográfica privilegiada, pero no la usó”, dice Portes, profesor emérito de Sociología de la Universidad de Princeton y de la Escuela de Leyes de la Universidad de Miami.

Portes da crédito a los banqueros cubanoamericanos por detectar y consolidar el potencial de Miami para atraer a inversionistas y empresarios de Latinoamérica, quienes prefieren hacer las transacciones y negocios en español. Ellos fueron los primeros en impulsar una actividad bancaria que resultó en el enclave financiero de Brickell, que ahora acoge a banqueros de muchos países.

El académico destaca que Miami es la única ciudad de EEUU en la que el inglés y el español son aceptados socialmente al mismo nivel.

“Eso no ocurre en Los Angeles ni en Houston, donde el español es la lengua de las clases trabajadoras. En Miami es la lengua del comercio y los negocios, que hablan los banqueros cubanos y latinoamericanos”.

Portes también destaca la importancia del puerto de Miami, con capacidad para recibir los barcos pos-Panamax, aquellos que pueden pasar por las exclusas del canal de Panamá después de su ampliación. Por su profundidad, el puerto de Miami es el único de la costa este –hasta Filadelfia– al que llegan los barcos que transportan grandes contenedores.

Asimismo, el aeropuerto de Miami tiene el mayor volumen de exportaciones de Estados Unidos, a la par del aeropuerto John F. Kennedy, de Nueva York.

Al crecimiento del sector financiero y comercial se suma el de la construcción y los bienes raíces, que se manifiesta en los altos edificios que han cambiado el perfil de Miami.

Sin embargo, no todo es motivo de celebración con el ascenso de Miami a la categoría de una ciudad global de segundo orden –las de primer orden son Nueva York, Londres y Tokio.

Portes señala que también ha crecido la desigualdad entre la élite económica –integrada por banqueros, promotores, urbanizadores y por la gente acomodada que compra las nuevas construcciones– y el resto de la población de la ciudad, que en muchas ocasiones trabaja en empleos de servicios o en la construcción, que no son bien remunerados.

The Global Edge: Miami in the XXI Century, escrito junto al académico argentino Ariel C. Armony, profesor de la Universidad de Pittsburgh, también aborda las diferencias entre los cubanos de distintas generaciones en el capítulo titulado El enclave bifurcado.

Portes señala que hay una marcada disparidad en los ingresos de los cubanos que llegaron en los años 1960 y sus hijos y los que arribaron después de 1980.

“Los cubanos que llegaron antes de 1980 tienen un nivel de ingreso promedio más alto que los anglos”, apunta Portes, indicando que a los hijos de esta primera generación, los cubanoamericanos, también les va muy bien en términos de ingresos.

Las diferencias se manifiestan además en los vecindarios donde residen: los primeros en Coral Gables y Kendall, enclaves de clase alta y media alta, y la mayoría de los que llegaron a través de la flotilla del Mariel, que fueron para Hialeah, “un lugar de recibimiento por el bajo costo de la vida”.

Las diferencias entre los primeros cubanos, considerados refugiados políticos, y los nuevos, calificados como inmigrantes económicos, han tenido ramificaciones políticas. Estas se reflejaron en la falta de movilización del establishment político cubanoamericano cuando el presidente Obama terminó con la política de “pies secos, pies mojados”, señala Portes.

Sin embargo, el sociológo no considera estas diferencias entre las generaciones de cubanos como un problema para la ciudad, porque estas dos poblaciones se han integrado en la sociedad de manera distinta.

“Los hijos de los cubanos de la primera generación son empresarios y senadores, y los hijos de inmigrantes más recientes están todavía en la escuela”, ejemplifica.

Miami, con sus problemas en el transporte y el encarecimiento de la vivienda, enfrenta su mayor reto en los efectos del cambio climático y el aumento del nivel del mar.

Si Miami “se ahoga en su propio éxito por los problemas del tráfico porque nadie se imaginó que Miami iba a crecer tanto y tan pronto”, el aumento del nivel del mar podría hacer que Miami sea “la ciudad global más joven del universo y la que menos dure”, concluye Portes.

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