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Negocios emergen en la era de las sanciones

Los castigos de Washington por negociar con países vetados han facilitado el ascenso de intermediarios y expertos en rastreo de datos.

  • Prensa Libre ( Guatemala)
  • 26 May 2019

Un buque petrolero entró al golfo Pérsico a principios de febrero, supuestamente con rumbo a la terminal Basora, frente a la costa de Irak. Entonces, apagó sus transpondedores y desapareció del radar.

Diez días después, reanudó sus transmisiones, navegó de regreso a través del estrecho de Ormuz hasta Fuyaira, en los Emiratos Árabes Unidos y vació su tanque. A continuación se dirigió de nuevo a Basora, desapareció de nuevo del radar, reapareció y entregó petróleo en Fuyaira una vez más. Desde hace ocho meses, varios buques han seguido este patrón más de 60 veces.

Estas maniobras cerca de Irán han captado la atención de algunos funcionarios estadounidenses, que el 2 de mayo prohibieron las exportaciones de petróleo iraní.

Sin embargo, en esta instancia no se recopiló información a través de agencias de inteligencia, sino de la empresa Windward. Con oficinas centrales en Israel y el respaldo de inversionistas como David Petraeus, exdirector de la CIA, y John Browne, ex director ejecutivo de BP.

SANCIONES CON DOBLE FILO

Windward se ha dedicado a ayudar a otras empresas a moverse por el laberinto de las sanciones. Pero no es la única. La proliferación de sanciones ha creado problemas para algunas compañías y ganancias potenciales para otras, lo que ha dado origen a una industria dedicada a ayudar a las empresas a verificar el cumplimiento de las sanciones y comprender sus efectos.

Este fenómeno es evidente sobre todo en el sector energético, que abarca a petroleras, bancos, intermediarias y gestoras de activos, así como aseguradoras y agentes marítimos, empresas de abastecimiento de combustible y propietarios de buques.

Incluso si Estados Unidos e Irán no llegan a enfrascarse en un conflicto militar en el Golfo, las empresas deben lidiar con las sanciones, que hasta la fecha han sido el arma preferida del presidente Donald Trump. Para una gran firma energética, según el funcionario encargado del cumplimiento regulatorio, las consecuencias de contravenir cualquier sanción serían “terminales”.

Las compañías enfrentan cada vez más riesgos por dos motivos. En primer lugar, el uso de sanciones se ha hecho más complejo desde que en 1983 se presentaron acusaciones en contra de Marc Rich, fundador de la gigante de materias primas Glencore, por trabajar con Irán, que en ese entonces presionaba a los estadounidenses —en el 2001, en una decisión muy criticada, el expresidente Bill Clinton le otorgó el indulto—.

El año pasado, Estados Unidos impuso sanciones a cerca de 1500 personas, empresas, buques y otras organizaciones, casi el triple de la cifra registrada en el 2016. Los seis meses más recientes han sido especialmente activos. Estados Unidos comenzó a imponer sanciones a Irán en noviembre y en enero, a Venezuela, otro gran exportador de petróleo. El 9 de mayo, por primera vez, incautó un barco por transportar carbón, un artículo prohibido de Corea del Norte.

ECONOMÍA SUBTERRÁNEA

En segundo lugar, los países excluidos y los intermediarios inescrupulosos cada vez se vuelven más hábiles para evadir las sanciones. En marzo, algunos asesores de las Naciones Unidas —en parte con base en datos de Windward— y funcionarios del Tesoro estadounidense publicaron informes independientes en los que describen las estrategias más comunes observadas.

Los barcos apagan sus sistemas de transmisiones para evitar ser detectados.

Se transfiere petróleo de un barco a otro a la mitad del océano —barcos enviados por Corea del Norte se ponen de acuerdo en WeChat, un popular servicio chino de mensajería, para reunirse en el mar de la China Oriental—. Los capitanes manipulan datos del transpondedor y transmiten ubicaciones y números de identificación

falsos de diferentes buques para disfrazar la identidad de su barco.

Algunos funcionarios estadounidenses dicen que estos métodos han ayudado a Irán y Rusia a transportar petróleo a Siria. En el 2018, Corea del Norte logró importar petróleo refinado muy por encima del nivel permitido conforme a las sanciones multilaterales.

La situación en Venezuela es diferente; técnicamente, las sanciones estadounidenses todavía les permiten a los extranjeros hacer negocios con ese país. No obstante, existe el temor de que las sanciones se amplíen, por lo que los socios comerciales tradicionales son escasos.

Este mes, el régimen de Nicolás Maduro encontró una empresa naviera dispuesta a transportar crudo a India, según un agente marítimo familiarizado con el acuerdo, pero Venezuela tuvo que pagar el doble de la tarifa actual.

LOS DOS TIPOS DE NEGOCIO

Las empresas deseosas de comprender este tipo de triquiñuelas pueden dividirse en general en dos categorías. La primera agrupa a aquellas que pueden aprovechar una clara comprensión del efecto de las sanciones en los mercados energéticos, como los fondos de cobertura, analistas e intermediarios.

Hay un escuadrón de empresas listas para ofrecer asesoría mediante la revisión de datos de transmisión de los barcos, imágenes de satélites comerciales y otro tipo de información pública y semipública. No se especializan en las sanciones, pero estas sí le

han dado auge a la demanda de experiencia en las áreas de rastreo y análisis de datos.

Uno de los factores determinantes de la producción de Venezuela, por ejemplo, es el acceso al disolvente que necesita mezclar con su crudo pesado.

Una empresa llamada Clipper Data identificó barcos rusos que entregaban disolvente a buques cerca de Malta, los cuales después lo transportaban a Venezuela.

Kpler, una rival francesa, utiliza imágenes de satélite de sombras en las tapas de los tanques de almacenamiento para calcular el volumen de petróleo que contienen.

En la segunda categoría se encuentran empresas temerosas de incurrir en contravenciones de las sanciones. Este grupo necesita otro tipo de ayuda.

UNA NUEVA DINÁMICA

Por desgracia, los avances no son homogéneos. “Cada vez se tiene más conciencia de los factores que lo hacen un problema, pero todos han sido muy lentos para actuar”, subrayó Hugh Griffiths, quien encabezó un panel de expertos de las Naciones Unidas en Corea del Norte. Le sorprendió que, desde el año pasado, unas cuantas aseguradoras marítimas revisaran los datos

de transmisiones para los buques que cubren.

El International Group of P&I Clubs, un consorcio de aseguradoras marinas, no respondió a la solicitud de comentarios de The Economist.

En marzo, el Tesoro, en respuesta a las recomendaciones del panel de las Naciones Unidas sobre Corea del Norte, instó a las empresas a adoptar métodos más sólidos para reducir las violaciones a las sanciones.

El 2 de mayo publicó nuevos lineamientos para el cumplimiento de regulaciones. Así que generará más negocios para los despachos jurídicos y otras empresas.

Sin embargo, sus ganancias quizá se traduzcan en pérdidas para el Tesoro. La floreciente industria no tiene el menor reparo en convencer a funcionarios del Tesoro de trabajar para ella. Como demuestra Kharon, parece que los burócratas están listos para emprender nuevas aventuras.

Tener un jefe inestable también le resta atractivo al servicio público. En marzo, el departamento anunció nuevas restricciones para dos empresas navieras con oficinas en China, por incurrir en incumplimiento de las sanciones de Corea del Norte, tan solo para que Trump tuiteara que iba a retirar dichas sanciones.

En palabras de un antiguo funcionario de alto rango: “Es más lucrativo y satisfactorio ayudar a las empresas a salir adelante en la era de las sanciones”.

© 2019 The Economist Newspaper Limited, London. All rights reserved. Reprinted with permission. Distributed by The New York Times Licensing Group.

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