Venezuela comienza a vivir un nuevo despertar. Ya no es la luz que se ve al final del túnel. Es el alba que se divisa en el horizonte. El 2 de febrero de 2019 deberá recordarse como la gran concentración de Venezuela por la libertad y recuperación democrática, donde vale agregar participaron tanto civiles como militares. Sí. Ha leído bien. Militares que se pusieron del lado del pueblo, que acompañaron al pueblo y por tanto, decidieron no oprimir ni agredir al pueblo.
Como es sabido, el pasado 29 de enero el presidente interino Juan Guaidó Márquez designó 10 embajadores en igual número de países, en ejercicio de las competencias ejecutivas y constitucionales; relanzando las relaciones diplomáticas de Venezuela con los países nominados y en búsqueda de la reactivación de la agenda humanitaria.
He sido honrado por el Gobierno Interino de Juan Guaidó, como representante diplomático, esto es, embajador y jefe de la misión diplomática de la República de Venezuela en Canadá, lo cual nos distingue y enorgullece, pero también nos compromete inmensamente.
Estos nombramientos también en Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Panamá y Perú, más el representante ante el Grupo de Lima, buscan reconstruir buenas relaciones con cada uno de los países dignatarios, facilitando el envío de material humanitario a Venezuela como alimentos, medicinas, material quirúrgico, equipos y demás suministros para devolverle la vida a los venezolanos y mantener con vida a nuestros niños, que recién llegan a este mundo.
En Canadá tenemos mucho por hacer.
Canadá ha sido un líder en la defensa de los Derechos Humanos y el proceso de restauración democrática y republicana de Venezuela. Debemos recordar la tarea cumplida por embajadores como Ben Rowswell, quien durante años en Caracas, de manera absolutamente solidaria y diplomáticamente impecable, logró documentar lo que sucedía en Venezuela y persuadir al gobierno de mejorar sus relaciones con Canadá atendiendo las demandas de la comunidad internacional.
No tenemos un censo exacto de cuántos venezolanos existen en Canadá. Pero la cifra ronda por los 50,000 compatriotas. Recordemos que fue el país que recibió la mayor parte de profesionales despedidos de PDVSA en 2002.
Vale decir, gran parte de estos talentos, no sólo han triunfado en las empresas petroleras contratadas entre Calgary y British Columbia, sino que han puesto el nombre de Venezuela muy en alto en términos de valores familiares, costumbristas y fructífera integración. Por cierto, hoy la arepa es toda una institución en Canadá, y los tequeños se han convertido en degustación de protocolo, no sólo en las tenidas venezolanas sino en recepciones de rigor diplomático.
Por lo pronto nuestra tarea en Canadá será llenar los vacíos entre Venezuela y Canadá y reconducir la ayuda humanitaria para Venezuela, orientando al Estado canadiense cuáles pueden ser las prioridades, formas y canales más rápidos y eficientes para hacer llegar este auxilio a nuestros compatriotas.
Es igualmente impostergable activar con el gobierno canadiense otros planes de apoyo no estrictamente en el plano humanitario, sino también de formación ciudadana y profesional.
Abrir nuevos horizontes con Canadá no sólo en un plano estrictamente económico o material, sino también académico, científico, turístico y sociocultural. En lo personal he estado viniendo a Canadá por más de 35 años. Conozco muy bien lo que Canadá, su nobleza, su cultura y su abundancia, pueden significar para el pueblo venezolano, como también lo que la nobleza, cultura y la abundancia del pueblo venezolano puede trascender para Canadá.
La sociedad canadiense es una unidad grupal que practica celosamente la tolerancia, lo cual la hace ser una sociedad horizontal; gente humilde, de convicciones normativas, justa, hacedores de paz y de un talante genuinamente igualitario.
Es un país no sólo rico en minerales, madera o caudales productores de energía, sino además en civismo riguroso, respeto de la ley y la multiculturalidad. Y en el marco de su cultura y perfil socio económico, supone una de las democracias más solventes del mundo donde con tan sólo 29 millones de habitantes en uno de los territorios más vastos del planeta, lejos de ser un país cerrado al factor migratorio, es una nación abierta sin dejar de lado la estricta rigurosidad en la elección de inmigrantes.
Otra de nuestras grandes misiones será abrir oportunidades para los venezolanos en Canadá. Coadyuvar en el entendimiento canadiense que nuestros inmigrantes no sólo merecen el derecho refugio sino su conversión en residencia permanente por razones humanitarias, además de las naturales profesionales y familiares.
Y sin duda, al tiempo de concretarse la transición democrática en nuestro país, nos abocaremos a restituir el Derecho Humano de la identidad a nuestros compatriotas, que no es otra cosa que otorgarle su pasaporte a cada venezolano inmigrante en Canadá, como sucede en cualquier país civilizado con una representación diplomática respetuosa de sus ciudadanos en el exterior.
Oh Canadá!, como inicia su himno: ¡Vamos muy bien!
Orlando Viera-Blanco es un abogado y politólogo venezolano, y el nuevo embajador de Venezuela en Canadá. Desde el 2015 ha colaborado con la sección de Opinión de el Nuevo Herald. Twitter: @ovierablanco.