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¿Qué va a pasar en Venezuela?

  • VOGUE Latinoamerica
  • 29 Mar 2019
  • JOSÉ LUIS ÁVILA

Desde principios de 2019, el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, lidera una nueva batalla por el regreso de la democracia en la nación sudamericana. La ciudadanía clama por LIBERTAD, mientras la crisis humanitaria se agrava, pero ¿qué tan cerca están de lograrlo?

En Venezuela, el ritmo de los acontecimientos lo cambia todo en un minuto. Si la presidencia encargada de Juan Guaidó, apoyada por más de 50 países y el grueso de la sociedad venezolana, lucía encaminada a lograr el cambio político, el apagón ocurrido a mediados de marzo en casi todo el territorio agravó la crisis humanitaria que afectaba a Venezuela, con consecuencias inciertas para la lucha ciudadana. “Si el 23 de enero de 2019 fue un soplo de renovado brío y marcó el renacimiento de la esperanza en la población, después del apagón, lo más penetrante fue la sensación de indefensión e incomunicación. Más que la oscuridad y el silencio de las largas noches, a veces roto por un tiro o el encendido de una que otra planta eléctrica, más allá de la falta de agua o del deterioro de la comida, lo que más nos ha impresionado es el aislamiento, la experiencia de debilidad al estar totalmente incomunicados”, declara el psicólogo social y analista político, Axel Capriles. “Para la diáspora venezolana fue una dura prueba. Durante esos días perdimos la posibilidad de ayudar a nuestras familias”, agrega Carolina Jiménez, Directora Adjunta de Investigación para México, Centroamérica y El Caribe de Amnistía Internacional. Tras cuatro días de apagón, la ONG Médicos por la salud denunció 21 muertes en los hospitales públicos por la falta de energía eléctrica. El profundo deterioro de las condiciones de vida del venezolano registrado en el video del periodista Jorge Ramos en el que un grupo de jóvenes venezolanos comen directamente del camión de la basura, hoy tiene una segunda parte con las imágenes de personas de los sectores populares llenando cubetas de agua en un río contaminado de Caracas. “Lo que me causa angustia es el

sufrimiento innecesario que están viviendo los venezolanos. ¿Cuántas muertes tiene que ocurir para que los países de la región decidan intervenir? (…) Hay una gran asimetría entre el poder del tirano y la ciudadanía. De allí la necesidad de sacarlos en defensa propia. La raíz de todo este problema está en La Habana”, sentencia el venezolano Hugo Faria, PHD en Economía, profesor de la Universidad de Miami y consultor de Econintech. El régimen de los Castro se ha convertido en un factor político de relevancia en la crisis venezolana por su estrecha relación con Maduro y sus prácticas autoritarias. “No puedo sino asombrarme de la inteligencia de Fidel Castro en el perfeccionamiento de uno de los más impresionantes y efectivos sistemas de dominación (…) Kennedy no previó que al dejarlo tranquilo como rey en su pequeña isla, estaba dejando el foco que infectaría el continente entero”, señala Axel Capriles. En este sentido, los reclamos por una intervención militar en Venezuela para acabar con la fuente de todos los males, cobran cada vez más fuerza. Sin embargo, este escenario es cada vez más improbable. El derecho internacional tiene restricciones importantes para permitir el uso de la fuerza de un país contra otro. “La causa del apagón no la vamos a saber. El blackout en Venezuela es también informativo. La política de opacidad de Maduro le impedirá a los venezolanos prepararse para cualquier contingencia, tema que es de vida o muerte para muchos; pero, cuando escuchamos los llamados a una intervención, pedimos una profunda reflexión al respecto. Hay que pensar en los costos humanos de una acción de esta naturaleza. Hoy existe a nivel internacional un acuerdo generalizado sobre las violaciones a los derechos humanos que ocurren en Venezuela. El mundo sabe que son masivas y deben ser detenidas cuanto antes. Lo que se busca es que la presión diplomática permita el cambio político. Es importante recordar que estos cambios suceden. No llegan a la velocidad que queremos, pero llegan. En los 90, los peruanos que lucharon contra Fujimori pensaron que era una lucha sinfín, y hoy Fujimori está en la cárcel”, concluye Carolina Jiménez. Al menos, la sindéresis se asoma como la mejor opción, aún cuando las vísceras te pidan lo contrario.

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