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febrero 19, 2019- La Opinión
- 19 Feb 2019
Recuerdo perfectamente que en 1982, cuando Alfonso López Michelsen buscaba la reelección, llegó a Barranquilla Ernesto Samper Pizano, quien hacía sus primeros pinitos en la actividad política y acompañaba a López en esa aventura reeleccionista. En un inmueble ubicado en frente de la Universidad Libre, pasando lo que hoy es la plaza de La Paz y que entonces era una manzana de viviendas deterioradas, estaba el “comando político” lopista, como denominan allá a las sedes políticas de las campañas, y hasta allá fuimos un grupo de estudiantes a conocer el candidato y ver el debut del joven Samper quien, en nombre del Partido Liberal abogaría por su mentor reeleccionista.
En 1994, 12 años después de aquella visita a la Puerta de Oro de Colombia -como la llamó Mariano Ospina Pérez en 1946-, el expresidente Ernesto Samper Pizano llegó a la presidencia de Colombia en representación oficial del Partido Liberal colombiano, y hoy, ya como expresidente de la República, muchas personas no logran ubicarlo ideológicamente, máxime que hace algún tiempo como orador estuvo presente en la inauguración del XXII Congreso del Partido Comunista Colombiano, sentado a manteles con camaradas reconocidos, y cuando tomó el micrófono habló de las oligarquías colombianas -siendo que él fue presidente de ANIF por siete años “gracias a su pertenencia a la élite bogotana”, dice un portal político.
Tanta actividad en nombre del Partido Liberal que luego se desdibuja, pero a veces tiene salidas para tener en cuenta por imparciales, como la que resumió él mismo en reciente artículo de prensa. Primero recuerda que en 2016, junto con otros expresidentes y para buscar una solución al problema venezolano, propicia un diálogo entre el gobierno chavista y la oposición venezolana. Pero ya sabemos cuál es el procedimiento del gobierno venezolano en los diálogos sostenidos con sus adversarios, y el papa Francisco
acaba de ratificar el aserto: desconocer lo pactado.
Además, el diagnóstico de los expresidentes era certero: la estabilización económica, la renovación de la democracia a través de unas elecciones generales y la necesidad de una reforma constitucional que equilibrara los poderes públicos concentrados. Lo único que habría que agregarle sería que las “elecciones generales” también fueran transparentes y supervisadas por varios países y entidades internacionales. Hoy el expresidente Samper recuerda que el papa Francisco, la Unión Europea y otros países, presentan un vía alterna para salir del atolladero: una negociación entre las fuerzas políticas de Venezuela para celebrar un gran acuerdo nacional que podría tener, entre otros, los siguientes objetivos: un gobierno nacional de transición que sea garantía para todas las partes y los temas del diagnóstico señalado anteriormente.
