Difícil resulta determinar hoy el desenlace de la situación que vive Venezuela, tras el anuncio de Juan Guaidó que, en su calidad de presidente de la Asamblea Nacional, se autoproclamó presidente interino del vecino país, al considerar a Nicolás Maduro como un usurpador.
Venezuela tiene en este momento dos presidentes, dividió al mundo con sus respaldos y reactivó las marchas contra el régimen de Maduro, que crecen por todo el país. La tensión persiste y ahora el pulso se traslada a un escenario de aguante y desgaste ante la presión y los bloqueos internacionales.
Por si fuera poco, la región amenaza con convertirse en un polvorín, porque Estados Unidos insiste en que no descarta una alternativa militar, y Rusia ya ‘exporta’ mercenarios a Venezuela, generando más inquietud y zozobra.
Mientras tanto, la economía padece los rigores no solo de la tensión coyuntural, sino de los malos manejos que por años han soportado los venezolanos y que la tienen hoy postrada.
El colapso económico se evidencia en algunas cifras que fueron divulgadas durante la reciente reunión del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza: una caída del Producto Interior Bruto (PIB) estimada en 50% desde 2013 —año en que Maduro llegó al poder—, un salario mínimo de siete dólares al mes y una inflación que en 2018 habría cerrado en 1’700.000%.
Las cifras impactan la calidad de vida de los venezolanos, cada vez más afectados por la pobreza, y que, de acuerdo con cálculos del BID, representan 80% de la población. En el país, 6 de cada 10 venezolanos perdieron 11 kilos por no comer y 1,3 millones de personas tienen problemas de nutrición.
La escasez de alimentos y medicinas agrava la sensación de desesperanza, porque el futuro parece poco halagüeño. Eso ha generado un éxodo masivo de venezolanos que, según cifras de la ONU, ya supera los 2,3 millones de personas desde 2015.
¿Cuánto durará esta situación? Nadie lo sabe. El corto plazo está concentrado en la discusión política, en los apoyos internacionales y en escenarios que van desde una intervención militar hasta una posible renuncia de Maduro, pasando por el papel que puedan jugar las fuerzas militares del vecino país. También es prioritaria la ayuda humanitaria, que ya el presidente interino Guaidó ubicó en Brasil, Colombia (Cúcuta) y el Caribe, pero que ha recibido el rechazo de Maduro.
La dinámica que ha tomado en las últimas semanas la situación en ese país impresiona por su velocidad, pero no ha permitido tomar un respiro para mirar hacia el futuro y, como dice el economista venezolano Ricardo Hausmann, repensar a Venezuela.
Él considera que el futuro económico del vecino país pasa por devolverle a la sociedad sus derechos económicos para que pueda organizar la producción; en lograr una financiación internacional masiva que debería ser coordinada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, en paralelo, desarrollar un plan de ayuda humanitaria urgente para cubrir las necesidades básicas de la población.
Mauricio Cárdenas, exministro de Hacienda, ha señalado que, después de Maduro, Venezuela va a requerir grandes cantidades de recursos que estimó en US$60.000 millones.
Hace más de tres años, el exsenador Juan Mario Laserna (q.e.p.d.), cuando era Consejero Editorial de Dinero, planteó la idea de empezar a construir desde Colombia un Plan Marshall para rescatar la economía venezolana. Alcanzó a reunirse con empresarios, líderes económicos y hasta con funcionarios del entonces gobierno Santos para discutir esta iniciativa y poner en blanco y negro una estrategia. Sin duda, son muchas más las cosas que unen a los dos países de las que los separan y Colombia –sus autoridades, ciudadanos y empresarios– deben estar en los lugares de vanguardia a la hora de la reconstrucción de Venezuela.
Ya desde Europa y Estados Unidos también se han mencionado iniciativas en este sentido. Pero será necesario construir una agenda, en medio de las tensiones, que permita una rápida reacción de muchos países en el momento en que llegue la caída del régimen de Maduro y comience la transición hacia la democracia. En ese momento, Colombia tendrá que jugar un papel fundamental, no solo por tener con el vecino una de las fronteras más dinámicas y vivas de la región, sino porque la suerte de los dos países va de la mano.
COLOMBIA –SUS AUTORIDADES Y EMPRESARIOS– DEBEN ESTAR EN LOS LUGARES DE VANGUARDIA A LA HORA DE LA RECONSTRUCCIÓN DE VENEZUELA.