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Un pollo les cuesta a los venezolanos la mitad del sueldo

Los precios de los productos de primera necesidad se disparan: «Nadie respeta a Maduro»

  • La Voz de Galicia (España)
  • 26 Aug 2018
  • JOHAN OYA ALAYÓN, F.E

La lista de la compra es un imposible en Venezuela. Ya lo era la semana pasada, pero el cambio de moneda improvisado por Nicolás Maduro ha convertido la supervivencia de las familias más humildes en una tarea titánica. Los exiguos sueldos hacen imposible acceder a unos productos básicos de alimentación e higiene que, además de escasear, se cotizan por las nubes por la imparable escalada inflacionaria.

Maduro aplicó esta semana un nuevo control de costes al atún enlatado, a la carne de res, el cartón de 30 huevos, la mortadela, la sardina fresca y en lata, la leche pasteurizada, el pollo, la mantequilla, las arvejas, las lentejas, las habas negras, el frijol, el aceite comestible, el arroz, la azúcar, el café molido, la harina de maíz precocida, la harina de trigo de uso familiar y panadero, la mayonesa, la margarina, el espagueti, la salsa de tomate y a la sal de mesa.

El Gobierno venezolano reconoce con su nueva tabla de precios regulados la existencia de un mercado negro tras incrementar en casi tres veces los estipulados hasta la semana pasada. Sin embargo, casi todos las tarifas quedan desfasadas en relación al comercio paralelo después de siete días de los anuncios de Maduro. Incluso ayer seguían en meteórico ascenso. El Estado no es capaz de meter en cintura a toda la economía. El comerciante ya sabe cómo eludir los controles.

Hace cuatro días, una mujer llamada Amira Sánchez se sorprendió por el nuevo precio de la carne de ternera que aumentó de 50 bolívares soberanos (cinco millones de la antigua denomina- ción que circuló hasta el pasado domingo y al cambio oficial son 0,70 euros o 0,52 en el mercado negro) a 90. En apenas 24 horas y en varios lugares de Caracas se conseguía la misma proteína en 170. «La lista de Maduro no la respeta nadie. Los precios se dispararán o los productos desaparecerán de los anaqueles», expresó una mujer de 28 años al salir de un pequeño local comercial. El salario mínimo pasará en septiembre de 50 a 1.800 bolívares soberanos (casi 26 euros, según los cálculos del Gobierno) para intentar atajar la pérdida de poder adquisitivo.

Para evitar que el comerciante aumente los precios que el Gobierno fijó, obligó a la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (la policía de los precios justos) a seguir muy de cerca las tiendas. Varios gerentes de cadenas grandes de supermercados y farmacias fueron detenidos por aumentar los precios, acto prohibido en Venezuela. No obstante, muchas pequeñas y medianas tiendas triplicaron o cuadriplicaron el valor de los productos. «Que la comida está cara no es una sorpresa. Se veía venir. Lo que sí fue sorpresa es que en el terremoto no hubo muertos», expresó un hombre entre risas mientras tomaba café en la puerta de un taller. «Habrá otra fiscalización, meterán presos a algunas personas, se les acabará las ganas de fiscalizar en un mes y seguiremos sin precios definidos y en hiperinflación», agregó. Ayer, el Gobierno anunció la detención de al menos a 200 personas y sancionado unos 500 comercios.

Precios desorbitados

Según datos del 10 de mayo, el espagueti se compraba a 18,80 bolívares soberanos; la caja de huevos a 19; y el aceite a 19,80. Actualmente se encuentran a 54, 130 y 99, respectivamente. Solo en el total de estos tres productos, se evidencia un incremento de más del 491 % en tres meses.

Otra joven, que prefiere mantenerse en el anonimato, no teme que se encarezcan los precios por el incremento anunciado la semana pasada por el presidente Maduro, porque puede hacer sacrificios a la hora de comer. Ella tiene miedo a la ola de desempleo que puede generar la medida. «Trabajo para una empresa extranjera. Soy afortunada en comparación con toda mi generación porque gano bastante bien y tengo oportunidades. Sin embargo, tengo pánico, ¿Y si cierra la compañía? ¿Y si echan a un gentío? ¿Y si nos expropian? ¿Si la compañía decide irse? ¿Si llego un día a la oficina, está cerrada y me depositaron en la cuenta la liquidación? Súmele a eso que, sin el trabajo, ¿cómo me mantengo yo y mis padres? ¿Cómo pagamos sus seguros, que cuestan mucho dinero?».

Esta incertidumbre es más latente que nunca ante el inédito incremento salarial de un 3.600 % que, según expertos, potenciará la hiperinflación que ya el FMI indicó alcanzaría el 1.000.000% en este mismo año.

Maduro también anunció la semana pasada que aumentará el precio de la gasolina y que solo las personas que tengan el llamado carné de la patria y se inscriban en un «censo automotor» podrán gozar de un subsidio que los librará de pagar el combustible a «precios internacionales».

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