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Un proyecto chino hizo ricos a pocos mientras el hambre crecía

El acuerdo firmado durante el gobierno de Chávez para la construcción de una planta arrocera naufragó entre sobornos e ineficiencia

  • La Nacion
  • 9 May 2019
  • Angus Berwick AGENCIA REUTERS

TUCUPITA, Venezuela.– El proyecto estaba destinado a alimentar a millones de personas. En Delta Amacuro, un remoto estado venezolano sobre el mar Caribe, un gigante de la construcción china firmó un acuerdo con el entonces presidente Hugo Chávez. La firma construiría nuevos puentes y rutas, un laboratorio de alimentos con tecnología de punta y la planta de procesamiento de arroz más grande de América Latina.

El acuerdo de 2010, con la estatal CAMC Engineering de China, también desarrollaría arrozales dos veces más grandes que la superficie de Manhattan y crearía puestos de trabajo para muchos de los 110.000 residentes del área. El estado Delta Amacuro era un lugar ideal para demostrar el compromiso del gobierno socialista de empoderar a los pobres. También mostraría cómo Chávez y su sucesor elegido, Nicolás Maduro, podían trabajar con China y otros aliados con ideas afines para desarrollar áreas productivas más allá de los generosos yacimientos petrolíferos de Venezuela.

“¡Potencia arrocera! ¡Potencia agrícola!”, tuiteó Chávez en ese momento. Nueve años después, los habitantes de Delta Amacuro tienen hambre. Pocos empleos se han concretado y la planta de arroz está a medio construir y funciona a menos del 1% de lo prometido. No ha producido un solo grano cultivado localmente, de acuerdo con una docena de personas familiarizadas con el proyecto.

Sin embargo, CAMC y unos pocos socios venezolanos prosperaron.

Los miles de páginas de documentos judiciales están archivadas en Andorra, el principado europeo donde los fiscales alegan que los venezolanos involucrados buscaron lavar los sobornos recibidos por ayudar a asegurar el contrato.

En septiembre pasado, en una acusación formal un juez de un tribunal superior de Andorra dijo que CAMC pagó más de 100 millones de dólares en sobornos para asegurarse el proyecto de arroz y al menos otros cuatro contratos agrícolas.

Procesó a 12 venezolanos por delitos que incluyen lavado de dinero y conspiración para lavar dinero. Entre los procesados está Diego Salazar, primo de un exministro de Petróleo que, según los investigadores, facilitó los contratos. También fue procesado el que en ese momento era el máximo representante en China de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).

Dieciséis personas de diferentes nacionalidades también fueron procesadas y al menos otros cuatro venezolanos –uno de las cuales fue embajadora en Pekín y ahora es la diplomática más importante del país en Londres– están bajo investigación, según los documentos.

Una revisión de Reuters de los archivos del caso muestra cómo CAMC y otras compañías chinas establecieron vínculos con muchos de los procesados y les pagaron para ganar proyectos que las compañías a menudo ni completaron. El resultado, según los fiscales, fue una cultura de amplio alcance de sobornos, pagados a través de cuentas offshore, en la que intermediarios venezolanos bien conectados se beneficiaron y que finalmente paralizó proyectos que se suponía que serían para desarrollar rincones olvidados del país.

Entre otros hallazgos, CAMC acordó desarrollar por lo menos cinco proyectos agrícolas valuados en unos 3000 millones de dólares, que nunca completó. La compañía recibió al menos la mitad del valor del contrato de 200 millones de dólares para el proyecto de arroz y al menos el 40% del valor del contrato para los otros cuatro desarrollos, un total combinado de al menos 1400 millones de dólares por trabajos nunca finalizados.

Además, CAMC pagó más de 100 millones de dólares en honorarios a intermediarios, lo que según los fiscales fueron sobornos que ayudaron a la compañía a ganar contratos. Ni CAMC ni ninguno de sus ejecutivos fueron acusados.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo en un comunicado que los “reportes” sobre supuestos sobornos “obviamente distorsionaron y exageraron los hechos, con una agenda oculta”. No especificó a qué agenda se estaba refiriendo. La cooperación entre los dos países continuará, agregó el comunicado, sobre la base de “principios comerciales, mutuamente beneficiosos y equitativos”.

La escasez y los proyectos nunca acabados, señala la oposición, ilustran el tipo de corrupción que ayudó a empobrecer al país. Después de un ambicioso acuerdo entre China y Venezuela en 2007, las compañías chinas fueron presentadas como socias en obras de infraestructura y otros proyectos por miles de millones de dólares. Desde entonces, China invirtió más de 50.000 millones de dólares en Venezuela, principalmente en forma de acuerdos de petróleo a cambio de préstamos.

En un discurso en 2017, Maduro dijo que habían acordado 790 proyectos con empresas chinas en sectores que iban desde el petróleo hasta la vivienda y las telecomunicaciones. De ellos, dijo Maduro, 495 habían sido completados. Algunos desarrollos se han estancado debido a la corrupción; otros se desviaron por la incompetencia y la falta de supervisión. En Delta Amacuro, incluso los funcionarios del gobierno reconocen que una mezcla de ambos arruinó el proyecto. “Cuando yo era niño, había arroz por todas partes, pero ya no producimos nada”, recordó el agrónomo Rogelio Rodríguez, uno de los 86.000 habitantes de Tucupita.

“No hay ni un gramo de arroz sembrado en el Delta”, confirmó Mariano Montilla, que vive de las pocas cosechas que puede obtener del matorral junto a un canal obstruido. “Me pareció una idea revolucionaria”, agregó, recordando la promesa de Chávez. “Ahora nos morimos de hambre”.

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